A quien yo sé.

Sola, enajenada en tus pensamientos
contemplas el absurdo vacío, con la mirada fija
en la absoluta nada;

estás ahí, como todo cuando
existe en sí.

Tu rizado cabello se
junta para coronar tu cráneo,
y tu holgada blusa cae cubriendo
tu espalda.

No pueden mis ojos ver más,
tan lejos estoy. Sigues
sentada; estás ahí, como el
árbol, como el arbusto,
como la banca o el edificio;
perdida entre todo;

quizá esté en blanco
tu mente, quizá en ella
corran, como ríos,
mil ideas.

Sola, perdida en el espacio,
flotando en la gratuidad de
la existencia, siendo, como
yo y como todos, un punto
flotando en la ausencia
del todo.

Estando, al igual que tú, inerte
y perdido en el terrible
vacío observo con ternura
tu belleza. Así justifico
nuestra existencia, así nos
salvo de la gratuidad de esta.

Quisiera mirarte siempre,
hacer de ti mi proyecto subjetivo;
no puedo, eres libre,
te levantas, te vas.

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