Alas de seda

Alas de seda

Edu

08/02/2019

En la España del siglo XV todo había cambiado las poblaciones pertenecían a la aristrocacia asignada por el reinado.

En una de estas poblaciones habitaba, Helena, una chica de catorce años que vivía con su familia, era una niña realmente guapa. Con el pelo negro como el ébano los ojos igual de negros, grandes y una mirada que te prenetaba el alma.

Una noche fue al pueblo, el Conde a hablar con el padre de Helena, que era como el gobernador del pequeño pueblo. Apareció el conde rodeado con todo su séquito y el padre le dijo que entraran en su casa por si le apetecía tomar vino. A Helena le llamó la atención una capa que llevaba el conde con un tejido de una visión que parecía muy suave, Helena de repente sintió el deseo de tocar aquel tejido.

Entraron en la casa del padre y pidió a Helena el vino, llegó con él y al acercarlo a la mesa tuvo el deseo de tocar aquello desparramó un poco de vino por la capa del Conde.

El padre se quedó con los ojos abiertos el conde se levantó y dijo:

“Maldita seas” y la dio un bofetón. “He venido a hacer efecto a llevarme a quien desee de cada población y me llevo a esta mala puta” Siguió diciendo señalando a Helena.

El padre no podía hacer nada, la montaron en el caballo y se la llevaron al castillo.

El conde la encerró en una especie de habitación mazmorra diciendo que esta noche volvería.

Helena miraba el exterior desde una pequeña ventana se econtraba a gran áltura y divisaba a lo lejos las montañas con nieve en los picos y entre el castillo y la cordillera veía su pueblo.

Llegó la noche, la puerta de la habitación se abrío y aparecío el conce visiblemente borracho.

La forzó sexualmente causándola mucho dolor esa noche no pudo dormir del intenso dolor y la repugnancia que sentía.

Al día siguiente una señora que dijo se llamaba Carmen la mandó un recado, debía ir a la sastrería a por unos trajes para el conde.

Salió del castillo andando por el camino empedrado pasó por la calle de los apoderados de la ciudad, torció por a la izquierda según las indicaciones y llegó a donde estaba la zona de las manufacturas. Entró en la sastrería y allí conocío a María, Helena se quedó observando todo lo que se me movía por allí y respirando el olor. Un hombre aporreando lana mojada impactó a Helena que se acercó a él a su vez María se acerco a ellos también.

“¿Te gusta? Esta lana es un buen material pero estamos intentando buscar el metodo para un material mejor que la lana e incluso el lino, es un material que viene de muy lejos en oriente pero lo mantienen en un profundo secreto y no conseguimos la matería prima” –Dijo María “.

Se la llevó al almacen y la ofreció un material como el de la capa del conde pero en bruto.” Mira niña seda”. Helena la tocaba no podía parar de acariciarla era irresistible.

Salió de la sastrería muy emocionada hacía tiempo que no lo estaba tanto, según iba andando por la calle mirando las casas la dio como una especie de mareo como si todo temblara.

Llegó al castillo y el conde la estaba esperando.

“¿Y el jubón de lana? _Preguntó.

Helena se lo entregó y otra vez ese movimiento de todo alrededor. El conde se quedó asustado.

Helena cenó y se fue a la cama esperando a la noche y a la violación diaría. Y así llegó como todas las noches aquel hombre la violó con fuerza.Esa noche el conde salió con las manos llenas de sangre.

Pedro salió de su casa con intención de poder ver a Helena quedaban todos los martes en el monticulo del perro, tenía ese nombre porque la forma era de perro.

Llegó allí y se sentó. Era un sitio privilegiado a sus espaldas había un valle por donde corría un rio entre pinos, a la derecha la ciudad con el castillo en lo alto, enfrente a lo lejos se veía su pueblo y el de Helena por donde debería aparecer de un momento a otro y a la izquierda el camino real. Pensando en su amor prohibido Helena era demasiada guapa e inteligente será forzada a casarse con algún hombre poderoso. Se quedó un rato fijo en él a lo lejos venía un tumulto de cientos de personas, se iban acercando y los colores y las marcas que llevaban no le sonaban de nada, estaba tan absorto que no escuchó los pasos que venían detrás. Le pusieron una espada en la espalda.

A la ciudad llegaba una embajada de la lejana China, aquella zona era muy buena en aceite y a los chinos les llamó mucha la atención aquel líquido, venían con la intención de hacer cambios entre seda y aceite.

Entraron en la ciudad y llegaron al castillo.

“¿Qué haces aquí? ¿Qué edad tienes?” _ Le preguntaron a Pedro_

“Solo estaba aquí, tengo dieciseis”_ Respondió Pedro con las manos en alto_

“¿Y no sabes que con dieciseis debes pertenecer al ajercito del conde? _ Lo apresaron y se lo llevaron al cuartel.

Le embajada china estuvo varias días disfrutando de los manjares de la zona. El día que salieron de allí se fueron cargados de negocios cuando iban caminando por el camino real a uno de los esclavos se le perdió una cajita de la cual se empezaron a salir unos gusanos.

Pedro convertido ya en soldado vio a Helena un día comprando por la plaza, los ojos se le abrieron y se acercó un poco a ella disimuladamente.

“Hola Helena, te estuve esperando a la hora de siempre donde siempre”_ Le susurro Pedro_

“Lo siento Pedro no puedo hablar contigo” _ Respondió Helena.

Pedro confundido se fue de allí al puesto que tenía designado. Pedro sintió como se movía todo a su alrededor ya se lo había parecido varias veces pero aquella lo notó más.

Al padre de Helena le llegó una carta del conde, a partir de ese momento la producción de aceite pertenecía enteramente al condado a cambio les darían lo suficiente para comer. En el transcurso de los meses esto supuso que el pueblo de Helena pasaba hambre, muchos morían de hambre.

Al año de estar en el castillo a Helena la dejaron ir un día a pasarlo a su pueblo con sus padres.

La apetecía darse un paseo libre por el bosque del camino real asi que se insertó en él y la tierra volvió a temblar. Se apoyó en un arbol y algo la cayó en la mano lo miró la dio asco pero al mirarlo la hizo gracia el movimiento que llevaba sobre su mano, estirandose, ondulandose y volviendose a estirar. Cayó otro, y otros dos más y al final los metió en una cajita.

Llegó a su pueblo y enseguida se dio cuenta del desastre las personas estaban sucias y delgadas preguntó por el padre y la dijeron que estaba en la cueva orando.

Llegó al sitio que había erigido el puebl hace siglos como lugar de oración y allí estaba el padre arrodillado ante una cruz.

“Hija cuanto tiempo” _ Dijo levantandose y yendo hací ella_

“Y mama?_ Preguntó Helena_

“Madre ha muerto hija, el conde nos tiene ahogados con su manera de manejar a economía del lugar, cogió una enfermadad y murió. Ahora paso mis días aquí, poco a poco moriremos todos.

Dieron un paseo alrededor de la montaña mientras el padre la contaba las penurias que pasaban.

Al volver a su habitación en el castillo dejó los gusanos en otra caja mayor, se dio cuenta que las hojas de aquel árbol tenía agujeros y supuso que era aquello lo que comían asi que cogió un buen puñado de hojas también.

Pasaba el tiempo Helena ya no era la chica que fue y su pueblo moría de hambre fue a darse un baño y cogió la cajita de los gusanos, algunos se ocultaban tras un capullo y con el tiempo salía una mariposa, todo esto la maravillaba.De repente la caja se le cayó en la bañera de agua hirviendo rapidamente intentó sacar vivos a los gusanos que pudo y sobre todo a los capullos, los frotó con un paño y se dio cuenta que soltaban unos filamentos estos filamentos la parecieron curiosos asi que los guardó.

Al dia siguiente se los llevó al sastre. A pesar de ser muy poco la sastre lo hilo, lo tiñó con un producto especial y no dio crédito a lo que salió. Un pequeño trozo de seda.

Salió corriento hacia Helena y la enseñó un cuadrado de apenas centimetros.

“¿De dónde has sacado esto niña?_ Preguntó alterada_

“De unos gusanos que tengo “_ Respondió Helena.

“Es seda, necesitamos miles de estos gusanos y muchos trabajadores._ Dijo la sastre_

Helena fue al castillo y le llevó los gusanos que habían sobrevivido con los capullos a la sastre.

Dedicó todo su tiempo y dinero en aquellos gusanos necesitaba miles para solo una capa.

El tiempo seguía pasando Helena sufría al conde cada día solo quedaba la promesa de la sastre de que algún día serían ricas con la seda pero temía que el conde se lo quedará todo y la tierra seguía temblando.

Un día miraba desde la ventana de su habitación y por el camino real venía mucha gente, según se iban acercando vio que eran las personas de la población de los alrededores con todo tipo de utensilios y armas que venían hacia el castillo.

Llamaron a su puerta y era un esclavo del castillo “Helena la sastre quiere que vayas”.

Se vistió, salió del castillo y bajo por el camino empedrado lleno de guardias puestos en fila.Entró en la sastrería.

El populacho del señor feudal a las puertas del castillo pedía entrar a la ciudad para hablar con el conde estaban pasando hambre. Cada vez era mayor la presión sobre los guardas hasta que uno ensartó a un campesino y comenzó la batalla.

Helena entró en la sastrería y Ana la sastre la recibió con un enorme sonrisa “Mira tengo un regalo para ti” y la entregó una preciosa blusa de seda.La primera prenda para ti. En ese momento oyeron el tumulto.

Los guardias intentaban parar aquella ola, los campesinos con hazadas, picos y utensilios rudimentarios intentaban traspasar la barrera. Al final lo consiguieron, al ver esto los guardas de la ciudad se les unieron. Subían la cuesta del castillo cientos de hombres armados luchando por comer.El conde lo veía desde su habitación mirando por la ventana rodeado de su guardia personal.

Helena se puso la capa la tocó no lo podía creer. En ese momento la tierra rugió desde el interior empezó a moverse todo a su alrededor cada vez con mas intensidad.

Los campesinos no sabían que ocurría la tierra se rajaba en sus pies, caían por decenas dentro de las grietas. El castillo se iba desmoronando, el conde y su guardia intentaron correr hacía las catacumbas supusieron que allí estarían mas seguros.

La sastrería se caía a pedazos a Ana la cayó un cascote en la cabeza y cayó al suelo inerte. Helena cogió la caja con gusanos y se metió debajo de una mesa. Enseguida los cascotes la rodearon por completo y la tierra no praba de temblar.

Tanto campesinos como guardias caían en aquellas grietas o se les caía algo encima. El castillo se derrumbó por completo sepultando lo que había en las catacumbas.

Tres cuartas partes murieron en aquel terremoto y casi todo el mundo en la ciudad se había quedado sin hogar.

Helena ya se daba por muerta pero no paraba de gritar iba quitando las piedras que podía pero tenía miedo de salir de la protección de la mesa. En un momento a punto de desfallecer, notó que la quitaban piedras de alrededor, era Pedro con otros dos guardias.

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