En una ciudad que brillaba en edificios, calles, árboles, dando un espectáculo multicolor. Música proveniente de todas direcciones que juntas formaban una especie de sinfonía, gente con atuendos tan diversos, extraños y vistosos, tanto recatados como eróticos caminaban por igual en la brillante acera. Por todos lados se encontraban todo tipo de productos y servicios, que a esta hora estaban en pleno apogeo, miles de personas probaban la comida más exótica del modo más surrealista que se pueda imaginar una fiesta de sabores en los paladares, por otro lado, se ahogaban con alcohol, cada segundo pasaba litros y litros de alcohol a través de las gargantas y estómagos calentando el cuerpo y alejando su mente. Drogas tan diversas como las experiencias que te podían hacer vivir, experiencias extrasensoriales que te hacían volar a través de los confines de la ciudad, saltando las barreras físicas, todo desde la comodidad del asiento. Por otra parte, se cumplían las fantasías sexuales que tu quisieras, sin pudor o juicios morales, con quien quieras y como quieras.

Tanto en el cielo como en la tierra, el aire zumbaba con el pasar de los vehículos a alta velocidad, tan modernos y excéntricos, viajaban a otras partes para satisfacer de alguna forma todo lo que desearan, en ese preciso momento, hasta hartarse. En este bullicio provocado por el furor de las personas, el aroma de sus deseos más profundos inundaba todo el lugar, celebrando una fiesta masiva.

Un hombre corría por las brillantes calles, unos sujetos iban tras de él, en sus caras se veía un éxtasis irreal, sus ojos y muecas revelaban una maniática perversión, estaban intoxicados por la libertad sin reglas morales y consecuencias. Perseguían al hombre saturados de violencia irracional.

Él corría por su vida, seguía su instinto mas que su razón, corría por las estrechas calles alejándose cada vez más, sin percatarse que estaba dejando atrás la seguridad dada por el confortable cúmulo de personas, metiéndose en un laberinto cada vez más complejo, intentando esclarecer su mente buscando en ella una respuesta a esta encrucijada de callejones abandonando la claridad anterior, avanzando ahora en la oscuridad, tratando de no quedar atrapado en alguna trampa sin salida.

Tras de él, puede sentir la respiración, un brío animal de esos sujetos. Cada paso que avanza es irreversible, con una caída podrá salvarse, tal vez, pero una equivocación podría ser fatal.

Sigue corriendo cuando alcanza a ver a lo lejos, un muro enfrente, sin desacelerar sigue, no lo puede creer hasta chocar con él. En ese instante le dan alcance los sujetos, sin más preámbulos arremeten contra él, siente los golpes en todo su cuerpo, pero no hay dolor, solo pequeñas punzadas, mientras su sangre es derramada, salpica a los agresores, provocándoles una incitación mayor a su violencia.

En ese momento, un hombre despierta de un largo sueño, se quita el casco provocador de ello, aclara su vista y su mente, recordando todo de golpe.

-Malditos bastardos – profirió el hombre, avanza por la oscura habitación, mira la ventana, el paisaje común: un oscuro día acompañado de una lluvia intensa – mierda.

A lo lejos, una existencia superior tacha unos nombres, la razón es borrar su existencia de la humanidad “no serán necesarios para el futuro”, no ahora claro, sino con el tiempo, tal vez lleve cientos de años, pero al final lo logrará. Es una ventaja de un ser superior después de todo.

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