La conquista del amor

La conquista del amor

Edu

01/02/2019

Sevilla 1538:

Mi nombres es Joquín nací huerfano y un monje me acogió como su sirviente. No me podía quejar de mi vida, tenía comida y cobijo, una vida tranquila.

Mi amo todas las noches me contaba historias que el oía del descubrimiento de las americas, los extraños animales y seres humanos que allí vivían.

Una tarde llegó con una noticia, le habían elegido para viajar a las americas y evangelizar a aquellos seres humanos, que estaban salvajes y sin conocer a nuestro querido Cristo.

Evidentemente me llevó con él, en pocos días viajamos a Cadiz y allí estuvimos algunos días esperando al barco que nos llevaría. Yo estaba un poco atemorizado nunca había viajado en barco, y no sabía lo que me esperaría mas allá del gran Océano , me imaginaba salvajes sucios , y llenos de enfermedades.

En unos días nos llevaron al puerto, allí tres grandes barcos esperaban a ser cargados, el ajetreo constante de personas llevando y trayendo enseres para el viaje era continuo.

Al fin montamos en uno de aquellos barcos, mi amo me dijo que me acomodara, el viaje sería largo y difícil pero que estuviera siempre pendiente de sus necesidades. Así que lo seguí.

Nos sentamos entre más hombres, el olor a sudor y a los alientos de los demás era repugnante.

Aquello empezó a moverse y pensé que no sería tan complicado pero cada vez se movía más y más, la gente empezaba a vomitar que y se mezclaba con los demás olores. Al final a mi también me entraron ganas de devolver y antes de que me diera cuenta se me escapó encima de mi.

Mi amo me cogió de la camisa y me llevó hasta la cubierta del barco _ Miremos el mar, chico_

Me entraron más ganas de devolver y me encontraba muy mareado pero esta vez pude vomitar al mar.

Pasaron los días y me fui acostumbrando a navegar, era aburrido y aún temía a lo que me fuera a encontrar allí ¿Salvajes? ¿Dragones? Mi cabeza era un hervidero.

Tras muchos días (yo ya perdí la cuenta) alguien gritó ¡Tierra!

_ Itzel vivía en una ciudad azteca rodeada por los españoles, hacía algunos años que Hernán Cortes había arribado en Cozumel y aún seguían en guerra, pero la ciudad de Itzel la dejaron más o menos tranquila a cambio de oro y esclavos. La niña terminó siendo la esclava del gobernador por España que acababa de llegar. Ella tenía nueve años era muy pequeña, morena de piel, los ojos rasgados, nariz pequeña y su pelo moreno siempre revuelto, apenas vestía con un taparabos y una graciosa cinta en la cabeza, pero era muy atenta y estaba aprendiendo aquel idioma.

_ Al llegar a la playa nos arrodillamos y agradecimos a nuestro Cristo el habernos llevado a tierra firme .Todo era muy extraño para mi, en vez de ciudades y trabajadores por todos lados solo había árboles delante de mi vista y árboles que jamás había visto. Era la selva y en ese momento no imaginaba lo que llegaría a ser para mi.

Avanzamos por esa maraña de árboles y plantas tan frondosos que a veces no entraba ni el sol, aunque hacía un calor agotador. Tras varios kilómetros llegamos a una zona muy amplia invadida por los soldados españoles, me di cuenta que en esa zona y alrededor no quedaba ni un árbol.

Enseguida nos vino a recibir el gobernador de la zona para enseñarnos la situación, nos enseño todo lo que el campamento nos podía ofrecer. Nos acercó a una cueva que estaba custodiada por los guardas.

“Ahí están los enfermos no os acerquéis” _ Dijo el gobernador con una sonrisa_

Infectaban a los lugareños con enfermedades españolas para probar con ellos alguna cura, allí enfermaban y morían como si no fueran nada.

“Itzel, tráeme agua, por Dios que hace calor en este sitio del demonio” _ Gritó_

Y por fin los vi a los salvajes apestosos que eran menos que las ratas. Era una niña bajita, morena con unos ojos raros pero bonitos, un pelo revuelto que la daban un gracioso aspecto de loquilla y un movimiento muy rítmico al andar. Nos dejó el agua y el hombre la dijo “Quédate”.

“¿No es libre ¿ _ pregunté _ Me di cuenta que ella me miró , los ojos eran bonitos pero tristes.

Mi amo y el gobernador se echaron a reir “Libre dice”. Venid os enseñaré la ciudad.

Anduvimos un poco más y al salir de una enorme roca ante mi se presentó todo el valle.

Una inmensa ciudad pero con casas pequeñas construidas de piedra, ni una imprenta, ni una fábrica, nada. Me llamó la atención una gran construcción de forma triangular más alta que lo que yo había visto nunca.

Bajamos a la ciudad y poco a poco me fui dando cuenta de que aquellos no eran seres salvajes, parecían iguales que yo pero con otros rasgos.

Dimos un paseo por la ciudad y el gobernador le dijo a mi amo.” Lo vas a tener difícil para evangelizar este lugar”.

“Pues los exterminaremos “Dijo mi amo. Nunca le había oído hablar de matar o dañar a nadie.

El primer día que bajamos a la ciudad nos salió al paso un hombre mas emperifollado que los demás seguidos de varios de ellos. Comenzó a hablar en un idioma extraño, nosotros llevábamos uno de ellos como traductor y nos tradujo.

Dice que “No necesitamos tu Dios, ya nos habéis quitado bastante matando a la mitad de nuestra población”.

Aún así bajábamos todos los días a aquella ciudad.

Un día mi amo fue a una reunión a la tienda del gobernador y a Itzel y a mi nos echaron de allí, ella salió andando sin mirarme yo me quedé sentado esperando a mi amo.

Al rato escucho “Pschs pelo amarillo, aquí”. Enseguida me di cuenta de que era a mi pocos rubios había por allí.

“Pelo amarillo, pelo amarillo” Seguí la llamada, retiré una enorme planta y allí estaba Itzel. Me cogió de la mano y me dijo “Ven”.

Agarrado a su mano me guió por la selva con paso firme a pesar de lo pequeña que era. Su mano a pesar de ser pequeña era muy dura, aun así me sentí bien agarrado de su manita. Nada más salir del campamento se la puso una enorme sonrisa en la cara ella era feliz en la selva.

“Tenemos que volver, como nos descubran” _Dije_

“Volver, descrrurrcru” _ Me decía ella trabándose, lo cual me resultó bastante gracioso.

Tras unos metros salimos de la selva y me dijo “Mirar”.

Me quedé de piedra como si me hubiera mirado la Medusa esa que me contaron una vez.

Había una construcción de esas triangulares pero más alta que la que había en la ciudad, mucho más, y terminada en un gran sol que parecía oro. Ella miró y dijo “Dios , nuestro secreto “Mirándome y sonriendo más aún, se acercó y se arrodilló.

Después de un rato en esa posición se acercó a mi me cogió de las manos, me miró a los ojos y dijo.

“Pelo amarillo, yo negro “tocándome el pelo.” tu blanco yo negra ”Poniendo su brazo al lado del mio.De repente me cogió la mano y la puso en su pecho y tocando el mio dijo:

“Iguales por dentro”.

Todo aquello me hizo recapacitar pero Itzel no me dio pie a ello, me volvió a coger de la mano y me dijo otra vez con esa voz melodiosa pero firme “Ven”.

Anduvimos en silencio cogidos de la mano cuando de repente oímos voces de españoles, risas y rugidos. Itzel tiró de mí y me metió dentro de la selva con visibilidad de lo que ocurría.

Diez soldados rodeaban a un jaguar que solo quería huir hasta que no le quedó más remedio que defenderse al verse rodeado. Los españoles al que clavaron diversas picas lentamente mientras se reían del pobre animal, lo mataron y allí lo dejaron.

Salimos adonde estaba el cadáver del jaguar Itzel me miró agitando la cabeza lentamente de un lado a otro “Solo matar” –Dijo.

Volvíamos hacía el campamento y comenzamos a oír unos ligeros gemidos.

“Aquí”_ Me dijo con su habitual firmeza, no dejaba de resultar gracioso que algo tan pequeño fuera tan firme.

Se metió entre la selva y al rato salió con un cachorro de jaguar en la mano.

“Hijo de aquel muerto, amigo tuyo será ” _Dijo dándomelo _ Tenía unos ojos precioso, era muy pequeño y suave deseé quedármelo pero mi amo no me iba a dejar.

Aún así se lo llevo en sus brazos. Llegaron al campamento e Itzel se fue sin decir palabra.

A mí cuando me vio mi amo vino hacia mí lentamente.

¿De dónde vienes hijo? _ Me preguntó_

“De dar un paseo por la zona “_ Respondí.

No lo vi venir, me metió un sopapo que me dejó sorprendido, nunca me había pegado.

¿Este ser del demonio?_ Me volvió a preguntar tirando al pequeño jaguar al suelo, que se lamentó y se ocultó en la selva. Yo le seguí con la mirada y sabía que según estaba y lo pequeño que era no llegaría muy lejos.

Terrible paliza me pegó aquel día, y que decir, que parece ser que le cogió gusto a pegarme y me pegaba casi a diario.

En la cama no dormí casi nada pensando, en porque mi Dios es el original o porque aquellos seres los llamaban salvajes. Él nunca se había sentido tan protegido y tan bien como con Itzel ¿Por qué debíamos cambiarlos? Estaban algo retrasados respecto a nosotros pero era su manera de vivir.

Esa noche guardé la mitad de la cena, cuando me di cuenta que el amo se quedó dormido salí y la dejé por donde había escapado el cachorro. Al día siguiente no quedaba nada.

A pesar de las palizas diarias durante meses y cuando podíamos, Itzel y yo salíamos a dar un paseo a nuestro lugar secreto, la gran pirámide con el pequeño jaguar siempre detrás nuestra.

Un día cogieron a Itzel la llevaron a su ciudad y la dijeron que era libre. Ella alegre hecho a correr a su ciudad, de nuevo.

Pocos días después el ejército en la zona empezó a crecer con gran rapidez. Un día marcharon hacía la ciudad. Evidentemente los originarios de la ciudad no pudieron hacer nada contra las terribles armas de fuego. Aquello fue una escabechina y destrozaron la ciudad.

Unos de mis días libres salí a ver la ciudad y a ver si encontraba el cadáver de mi amiga Itzel.

El olor a putrefacción era insoportable, cientos de enormes agujeros escondían los cuerpos de los guerreros de la ciudad. Yo no entendía nada.

La monstruosa destrucción de la gran ciudad me ponía los pelos de punta. De repente escuché

“Pelo amarillo pstss, pelo amarillo “_ Me di la vuelta y era Itzel.

Ya no sonreía, tenía la cara sucia con el surco de las lágrimas limpio por donde aquellas descargaban.

La cogí de las manos “Querida Itzel, un día volveré a por ti, escóndete “_ La dije y salí hacía el campamento.

Muy furioso llegué a donde tenía la tienda con mi amo y le grité:

“¿Esto lo permite nuestro Dios?”_

_ ¿Cómo dices muchacho? _ Me dijo levantándose_ Ya pensé en la paliza que me llevaría ese día. Cogió una fusta y empezó a darme en las costillas, el dolor era intenso, pensé que no pararía hasta matarme.

De repente oí un gruñido y el jaguar, que ya habían pasado unos meses y no era tan pequeño, saltó hacia su brazo primero, con lo que ya pude escapar.

Fui a la ciudad a buscar a Itzel, la encontré y esta vez la cogí yo “¡Vayámonos ¡” La grité_

Salimos corriendo de allí y llegamos a nuestro lugar secreto, nos tumbamos sin decir nada y esperamos a que saliera el sol. Al rato nos acompañó el jaguar que se tumbó algo alejado de nosotros lamiéndose las patas delanteras. Mató al misionero.

Al día siguiente Itzel me hizo un tapa rabos me quité la ropa, y me puse aquella prenda.

Pasamos nuestros días siguiendo al ejército español, viendo como arrasaban el continente y deforestaban la selva, lo que cambió para siempre el clima de la zona.

Pasaron los años y llegó el día que tuvimos que enterrar a nuestro compañero,el jaguar, lo enterramos bajo la gran pirámide.

Itzel y yo crecimos juntos, nos amamos, envejecimos. Hasta que un día falleció.

“Pelo amarillo” Me dijo _ Ya no era aquella niña pequeña, era una mujer mayor con decenas de arrugas en la cara, pero bien sabía el sol lo mucho que la seguía amando.

La enterré bajo la piramide, el único sitio que parece ser no encontraron los españoles, seguro porque era el lugar que solo ella y yo conocíamos y me clavé una lanza en el corazón.

Mi sangre manchó la tierra, mientras la sangre de miles de humanos de uno y otro bando seguía manchando aquella zona del planeta.

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