Marea de Enero

Me recuerdo de pequeña jugando en aquella playa, en la que cualquier castillo que construyera con mis propias manos se convertía en habitable. Era el paraíso de los sueños hechos realidad. No cabía en mi inocencia lo fácil que era convertir el paraíso en un infierno.

Mar, era amante de las olas, y surfeaba cada fin de semana.

Hartas de reconstruir nuestro castillo una y otra vez, encontramos la diversión dentro del agua, justo al lado de aquel espigón enorme de rocas. Todavía no sabía, que iba a salvarme la vida.

De repente, me encontré cansada de nadar a contracorriente en vano. Mis pies no encontraban el tacto de tierra húmeda que te hace sentir a salvo, y aún así, hacía toda la fuerza del mundo. Aparecieron dos brazos que rodearon mi pequeño cuerpo y lo colocaron encima de aquel enorme espigón.

Recordar ese momento me hacía transportarme allí de nuevo, me hacía vivir una y otra vez la frustración que supone ver que algo puede contigo.

Después de esto, me pasé años sintiendo el pánico que suponía volver a entrar al mar, hasta que finalmente comprendí algo: que casi me ahogara, no fue culpa del mar ni de su peligro. Que casi me ahogara fue mía.

En el espigón se forman corrientes, y yo no podía entrar ahí y pensar que eso podría cambiar solo por mi propia supervivencia. Además, sin ir más lejos, mi amiga surfeaba cada fin de semana y jamás le había pasado nada. ¿Por qué a ella no?. No lograba entenderlo.

Ahora sí lo entiendo. Mar no entraba al agua esperando hacer allí dentro lo que quisiera sin tener en cuanta como era el agua en el que se metía, y entonces, la respetaba y en vez de ir a contracorriente con todas sus fuerzas, como hice yo, iba a favor de la marea; jugaban juntas.

La relación entre el mar y quien disfruta de él, es la intención con la que entras. Así que, puede que el agua en Enero, sea incluso más cálida que el resto del año, porque cuando fuera hace demasiado frío, el contraste de meterte en el agua te abrace con calidez.

El agua al cuello, no tiene porque ahogarte si en vez de ir contracorriente, decides entrar para disfrutarla y dejarte arrastrar por ella.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS