El amuleto de los espíritus.

El amuleto de los espíritus.

Edu

29/01/2019

Escrito en 1915 por Dave Harris:

Escribo este legado a poco de morir, yo también me contagié y mi vida desde entonces ha sido una pesadilla.

Recuerdo el día que William llegó a nuestra ciudad el primer día. Vivíamos en un pueblo del norte de Escocia llamado Forsinard, un pueblo en el que trescientos días al año el cielo era de un color ceniza que te ennegrecía el alma.

William, el único heredero de la gran casa de los Mason llegó un trece de octubre de 1775. Su traje caro y su bombín, daban clara cuenta de su gran estatus social, su cara blanca, con cejas perfiladas, ojos verdes, su pelo largo y negro contrastaba con el color ceniza del cielo.

Para el pueblo era un espectáculo ver al nuevo habitante de aquella enorme casa.

La casa de los Mason se veía un poco alejada del núcleo central del pueblo, una gran mansión negra. Con decenas de ventanas con tres alturas y rematada con un cúpula triangular.

William entró en la casa y le sorprendió gratamente se la imaginaba llena de telarañas y polvo pero estaba muy pulcra. Al entrar había la cocina a la izquierda, el salón a la derecha , y al frente la escalera para subir. Fue hacía el salón y se quedó sorprendido, en una pared había un cuadro de su tatarabuelo William, también como él y al que le unía un gran parecido físico,

Lo miró inquietado de ver el tremendo parecido con su tatarabuelo William con una mirada diferente a la suya, una mirada que se te clavaba dentro y parecía que te observaba, desde cualquier punto en el que te colocaras. Estaba totalmente absorto con él y de repente le tocaron el hombro, le sobresaltó enormemente. Ante él había un hombre pequeño, con un enorme nariz y calvo totalmente.

“Perdone señor llevaba un rato llamando y no me respondía, soy el encargado de la casa llevo muchos años cuidando de sus familiares. Si me acompaña le enseñaré la casa “_ Dijo el hombrecillo _.

“Claro, adelante»_Respondió William. Cuando se dieron la vuelta el cuadro empezó a sangrar.

En la primera planta se ubicaban su habitación, un cuarto de baño y una espléndida biblioteca que le agradó mucho. William gustaba de leer. Terminaron de ver la casa y salieron a ver la cripta de la familia. Al terminar William le dijo a Steve – así se llamaba aquel hombrecillo- que hiciera un ágape para presentarse al pueblo.

La noche de la fiesta que dio William fue cuando le conocí. La primera impresión de él era fascinante un hombre muy bien parecido, con mucha elegancia y con bastante cultura.

Hablamos de diferentes circunstancias e hicimos bastante amistad.

Cuando acabó la fiesta William decidió dar un paseo por la biblioteca había libros de cualquier cosa, filosofía, historia, poesía, esoterismo.

Miraba uno y otro para decidir cual empezaría primero, de repente un libro detrás de él cayó haciendo un gran ruido. Le llamó la atención.

“El medallón» de William Manson. Un libro escrito por su tatarabuelo, empezaría por él.

II

William se sentó en el salón justo enfrente del cuadro de su abuelo, lo abrió.

“Capítulo I: Como resucitar a los muertos”.

El título le llamó la atención y empezó a leer sin poder parar de hacerlo, así estuvo toda la noche sin dormir.

Al día siguiente fui a su casa a llevarle un poco de pastel que le hizo mi madre y a seguir la conversación del día anterior. Llamé a la puerta, Steve me abrió la puerto y me dijo que el señor estaba en el salón. Fui hacia allá y estaba mirando el cuadro con la mirada fija.

“Hola señor William le traigo un pastel que le hizo mi madre» ´´-Dije lamentando interrumpir su meditación-.

“Oh Don Dave muchas gracias, Steve por favor prepare té” _ Se levantó William, tenía unas ojeras terribles.

¿Está bien William ? – Le pregunté –

“Si, solo que mi primera noche en esta cama y no conseguí dormir bien” -Mintió William´-

Nos sentamos a merendar y tuvimos una hermosa charla sobre filosofía.

Una semana después William comenzó el segundo capítulo. “El medallón”.

Casi no dormía, se pasaba casi todas las noches leyendo aquel extraño libro sobre cómo reanimar muertos, brujería, encantos, plantas y pociones, para curar y para matar.

Yo iba casi todas las tardes a su casa a tener conversaciones amenas pero notaba que día a día estaba más blanco, mas delgado y me trataba como si estuviera ausente, casi ni hablaba.

Yo creía que estaba enfermando.

Cuatro semanas después llegó al tercer capitulo.

”Aksel Amundsen”, y solo había escrito el nombre de un pueblo Telemark y Noruega.

El libro venía a hablar de un medallón importante y ese tal Aksel Amundsen y el pueblo tendrían algo que ver, así que decidió viajar a él. Evidentemente su renta familiar se lo permitía.

Salieron un domingo por la mañana, lo recogió una calesa pasaron el pequeño bosquecillo, las granjas con animales que había entre su casa y el pueblo, y en poco tiempo llegaron a la costa.

Tuvo la suerte de encontrar un barco que salía ese mismo día hacia Noruega.

Según se iban acercando a la cosa de ese país el cielo se ponía más oscuro y el frio atenazaba los huesos. Por fin llegaron a Noruega y alquiló un carruaje hasta Telemark.

Era un pueblo frio y tranquilo pareciera que no vivía nadie, se acercó al ayuntamiento y preguntó por el señor Aksel Admunsen. El hombre que lo atendió le comentó que aquel hombre fue enterrado en su pueblo, a unos cincuenta kilómetros de allí.

Así que cogió otro carruaje y por el camino parecía que había menos personas y animales que en los sitios anteriores, realmente la mortalidad había crecido mucho por aquella zona.

Llegó al cementerio aún era de día y buscó la tumba de Aksel. El camposanto estaba custodiado por el enterrador con lo que sería imposible ponerse a cavar de día.

Salió de allí, cenó y esperó a la noche. En aquella zona del mundo siempre es de noche, cuando dio la hora de cierre William se saltó el muro y empezó a cavar en la tumba de Aksel, los lobos aullaban en algún lugar cercano y eso le ponía tenso.

De repente escuchó un ruido y miró hacía atrás. No dio crédito a lo que veía decenas de muertos se levantaban de sus tumbas, veía las manos como luchaban por tocar el cielo y algunos ya enteramente fuera de sus sitios de reposo eterno daban vueltas o andaban de un lado a otro.

Uno lo miró y empezó a andar hacía William, algunos más se le sumaron, William no podía dejar de mirar a esos seres pero tenía que cavar y cavar. Asi que cogió la pala y siguió cavando, aquellos seres eran lentos pero ya estaban a cincuenta pasos de él, cuarenta, treinta, veinte, ya los tenía encima.

De repente topó con algo duro lo izó, era un cofre lo abrió y allí al fin estaba el amuleto, lo cogió y en ese momento los muertos se quedaron parados donde estaban. El amuleto los controlaba.

William se colgó el amuleto y un intenso calor le recorrió la zona, era un círculo con una señal dentro que no conocía pero se le quedó clavado en el pecho con un intenso dolor.

Se sentía más poderoso que nunca pero con mucha hambre, salió del cementerio buscando algo de comer pero aquello estaba vacío completamente ¿De dónde saldría el enterrador que había por la mañana? Escucho un ruido tras una casa fue hacia allí y vio a dos de aquellos seres comiéndose al enterrador, se acercó, se marcharon y sin darse cuenta William empezó a comerse al hombre.

William desde que volvió de su viaje no fue el mismo yo no lo supe hasta que encontré el libro que escribió imitando a su tatarabuelo. Fue una época de las peores en la comarca, jamás se hacía de día, empezaron a faltar ganado e incluso personas.

De la casa de William por las noches se oían ruidos muy extraños e incluso diabólicos, la gente ya no se atrevía a pasar el pequeño bosque.

William llevaba ya dos años desde la metamorfosis que sufrió, aquella vida era un horror para él siempre tenía hambre y debía matar personas aunque siempre que podía se comía a un animal.

Un día se fue a la cripta e intentó quitarse el amuleto pero estaba bien anclado, con su fuerza sobrehumana le permitió quitárselo, aunque se arrancó un trozo de piel. Justo cuando se lo, cayó al suelo desplomado con el libro que había escrito a su lado.

Yo llevaba varias semanas sin oír ningún ruido en su casa así que decidí ir a verle, Había esaparecido y su sirviente también. Fui a la cripta y allí estaba tirado en el suelo, cogí el libro y me dispuse a salir pero algo me llamó poderosamente la atención, era el amulet . Lo agarré y me lo colgué.

Aquí estoy más de cien años después arrepintiéndome de ese día, solo salgo de esta casa para provocar muerte y desolación es hora de que me quite el amuleto….

Un mes después de la muerte de Dave fue un nuevo comprador a mira la casa de los Mason que pertenecía al pueblo ya que nadie la solicitó cien años después de la muerte de su último inquilino William.

Al final la compró e hizo una fiesta para presentarse.

¡Bienvenidos a todos y gracias por venir, vengo de Noruega y mi nombre es Aksel Amundsen!

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