Me llenas mis partes más intocables e inalcanzables aunque soy mar que se desborda de desconsuelo.

¿Te quedas? Y nos institucionalizamos como la rebeldía en persona; en contra de todo lo que se familiarice con aquella modernidad que llaman “tóxico”. Seamos insurgentes con el hecho de renunciar y soltar las amarras cuando veamos que el mar ya no se torna tan tranquilo y sereno.

Intentemos y seamos; libres y juntos a la vez. Cada uno como quiera y que al final deseen quererse como si no quisieran quedarse con nadie más; como un verano eterno.

No me completes, porque cada parte de mi cuerpo lo está o va en camino a ello –capaz nunca lo logre–, solo sé conmigo, sonríe conmigo, ama conmigo, vive conmigo. Seamos tan imponentes y alentadores como el aroma tan sublime del café por las mañanas, ese que te hace sentir que todo va a estar bien.

Tengo mis brazos completamente abiertos a la posibilidad de tu presencia, a la posibilidad de amar como mejor lo sé hacer, con las manos abiertas para darlo todo y dejar que se vaya, si decides partir en algún momento.

No tengo miedo, ni ansias; no espero ni imagino; no sospecho ni supongo; no desconfío ni me alerto; no me abrumo ni aflijo; solo vivo.

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