Reseña de «El Proceso» de Orson Welles

Reseña de «El Proceso» de Orson Welles

Título original: The Trail (Le procès) El proceso.
Año: 1962
País: Coproducción Francia, Italia y Alemania.
Director: Orson Welles
Reparto: Anthony Perkins, Romy Schneider, Jeanne Moreau, Orson Welles, Elsa Martinelli,Akim Tamiroff, Suzanne Flon, Madeleine Robinson, Arnoldo Foà, Fernand Ledoux,Michael Lonsdale
Género: Intriga, Drama psicológico, surrealismo.
Ciclo: Grandes Clásicos de la historia del cine.
Duración: 118 minutos

Sipnosis:

Cuando un hombre despierta una mañana, se encuentra con dos agentes de policía que han entrado a su habitación y lo arrestan, tras acusarlo de haber cometido un crimen no determinado. Josef K. (Anthony Perkins) se adentra en una pesadilla para intentar defenderse de algo que nunca se precisa y con argumentos poco concretos, creándose así un clima de inaccesibilidad a las más altas instancias de la justicia y la ley.

Coescrita y dirigida por el notable Orson Welles, es la octava película de las once realizadas por el gran maestro del cine. Inspirada en la obra homónima de Franz Kafka publicada en 1925. Con la producción de Alexander Salkind, el guion coescrito entre Welles y Pierre Cholot (adaptación), la música de Jean Ledrut, la fotografía a cargo de Edmond Richard, participaron en el montaje Yvonne Martin, Frederick Muller y el mismo Orson Welles. El film fue galardonado con el Premio de los Críticos 1964 a la mejor película. Charles Chaplin dijo en su día: “…esta es la cumbre del arte cinematográfico, refiriéndose a esta producción”.

En este film en blanco y negro, Orson Welles nos muestra con detalles una sociedad tan perfecta como corrupta. La ambigüedad proyectada de una doble moral en el conjunto de la ley y la sociedad. Recordemos que el mismo Welles en 1946 bajo sospecha de ser comunista vio opacada su prometedora carrera en Hollywood (Ya había visto la luz su película más exitosa Citizen Kane, 1941) hasta el punto de verse obligado a trasladarse a Europa, trabajar como actor y poder así financiar sus producciones. Este periodo conocido como el Macarthismo y que el mismo Welles describió así: «Lo malo de la izquierda estadounidense es que traicionó para salvar sus piscinas. Y no hubo unas derechas estadounidenses en mi generación. No existían intelectualmente. Solo había izquierdas y estas se traicionaron. Porque las izquierdas no fueron destruidas por McCarthy; fueron ellas mismas las que se demolieron dando paso a una nueva generación de nihilistas».

Pese a su persecución y debido a su triunfo en Europa, en 1958 Welles pudo volver a Hollywood para el rodaje de su película Touch of Evil. Títulos de capital relevancia en su carrera como Macbeth (1948), Otelo (1952), El proceso (1962) y F for Fake (1975), entre otros, que le llevaron a ser considerado uno de los más grandes directores de cine y teatro del siglo XX. En 2002 fue elegido por el British Film Institutecomo el mejor director de la historia del cine.

En esencia la película conserva las características del universo kafkiano, donde se enmarca la lucha infructuosa entre un protagonista inocente y un ser superior que domina su destino, y que Welles enriquece, con su habitual crítica al poder y las instituciones que lo representan. El estilo narrativo es barroco, exuberante, —ampuloso si se quiere—, pero de total plenitud en su expresionismo, que Welles matiza hábilmente con los bien concebidos espacios claustrofóbicos y surrealistas —laberínticos, al mejor estilo kafkiano—.

La película de gran fuerza narrativa y visualmente impecable, muestra la insignificancia de Josef K. ante un poder caprichoso, caótico e impune: ambientado en enormes espacios decorados que ayudan a crear esa agobiante atmósfera de pesadilla, misterio, inseguridad y desesperanza.

En la fotografía se utilizan múltiples recursos: primeros planos (el ojo que mira por una rendija), picados y contrapicados, planos-secuencia (la visita de la policía a Josef K.), imágenes de gran angular y la sucesión frenética de las escenas finales. Todo un clima de pesadilla, incertidumbre, desconcierto y tragedia. Es notable en la adaptación la intención expresa de guardar la mayor fidelidad posible a la obra literaria, convirtiéndose en un dibujo con trazos geniales de la angustia existencial del escritor checo.

Capítulo aparte merece el trabajo actoral de Anthony Perkins (1932-1992) dando vida a Josef K. conocido en el universo cinematográfico y aplaudido a rabiar, por su papel como el asesino en serie: Norman Bates en la ya legendaria película Psicosis (Psycho) de Alfred Hitchcock (1960) que a juicio de especialistas le merecía el premio Óscar. El magnetismo de Perkins, con su lógica y pausada actuación se convierte en uno de los pilares del producto final. A juicio del mismo Orson Welles, su mejor película: “El proceso es la mejor película que jamás hice… nunca he estado tan feliz en mi vida como cuando la filmé».

De la novela procede y es usado en el inicio de la película el famoso relato kafkiano, Ante la ley, devenido en la esencia de la “pesadilla kafkiana”. En él un hombre llegado de lejos pretende cruzar la puerta de la Ley, pero un guardián se lo impide durante años. En el final, cuando el hombre agoniza, el guardián le grita: «Ninguna otra persona podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues esta entrada estaba reservada sólo para ti. Ahora me voy y cierro la puerta».

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