Pues la noche aquella, la de la gran tormenta, había dejado casi todo el poblado destrozado, y digo casi porque solo estaban de pie la casa de Jonatán Gutiérrez y la iglesia. La antiquísima iglesia del pueblo, que debía de haber tenido por lo menos dos siglos, y por eso puede ser que aquel edificio de muy débil fachada, pero resistente estructura había sobrevivido. Lo inexplicable era que sobreviviera la casa de Jonatán Gutiérrez, esa casa estaba fabricada con los mismos materiales con los cuales lo estaban las casas desechas por esa nube negra, eso parecía desde fuera.

Muchos de los habitantes de ese poblado aseguraban que fue un tornado, aunque muchos juraban que esa nube negra no era más que un reflejo del enojo que sentía dios con los pobladores, ya que era muy poca la gente que iba a misa los domingos, y que por eso la iglesia no sufrió ningún daño. A la hora de responder la pregunta del millón, no encontraban respuesta alguna.

Jonatán, el dueño de la única casa de pie decía que fue solo suerte que su casa fuera la única sobreviviente y que por lógica la iglesia se salvaría, ya que ha pasado tempestades peores a estas. Eso no era todo lo que le pasaba por la cabeza, la burla que su rostro no expresaba decía algo más que burla. Él había llegado de un pueblo bastante lejano a este y lo que la gente no sabía es que de allí este había sido corrido, si hasta tridentes y antorchas traían los represores, habían preparado la horca y prendieron un gran fuego para luego arrojarlo y exterminarlo completamente. La gente de ese poblado creía que el hacía magia negra, por eso es que llegó al poblado de Villa Alegría, una comunidad muy unida. En la cual se ayudaban unos a los otros, aunque en los últimos días todos estaban algo separados y las relaciones entre muchos de ellos, relaciones estrechísimas de muchos años se rompían así como si nada, como cuando uno desgarra una hoja de papel, las relaciones se terminaban y no había reproche alguno.

Unos días antes de aquella tormenta llega al poblado un visitante, uno de aquel pueblo de donde era oriundo Jonatán. Y con tan solo mirarlo recordó que a ese hombre lo había visto en algún otro lugar, pero ese músico trotamundos no pudo extraer de su memoria quien era, sino hasta llegar al próximo poblado que se encontraba a unos 24 Km de distancia. Cuando apenas logró encontrar un lugar donde alquilar un caballo para volver, lo hizo, pero para ese entonces ya había pasado la tormenta, este igual decidió ir hacia el pueblo y se encontró con el panorama de que solo habían sobrevivido la iglesia y una casa.

-Señor –Le gritó el músico a un campesino, el cual estaba llorando al lado del cadáver de su esposa –ha visto a un hombre de esta estatura –dice este poniendo la mano a la altura de la cien- de pelo castaño oscuro, nariz mediana y partida, pera pronunciada y cejas arqueadas, como si siempre estuviera enojado.

-Sí señor forastero –Responde el viejo, que abrazaba a su mujer y lloraba a moco tendido- Es el que vive en esa casa.

-¿La de la colina? –Preguntó el músico.

-Sí señor.

El músico tomó camino hacia el grueso de la población, que se encontraba en la iglesia, ya que era el edificio más seguro y el único; este se dirigió hacia los pobladores y les contó que a Jonatán lo conocía de aquel pueblo lejano, aunque él no estuvo cuando lo corrieron, sus familiares no tardaron en contarle la historia. No paso más de unos minutos hasta que logró captar la atención de los oyentes que posteriormente convenció de lo que era Jonatán, o de lo que al menos ellos creían que era.

-¡¡Quemémoslo en la hoguera!! –gritó uno de entre la multitud, y detrás de ello se escuchó un si unánime.

-Sino que respuesta le encontramos a que su casa fue la única que sobrevivió a la tormenta –Dijo el músico, y otro sí rotundo se escuchó.

Jonatán no tenía la más mínima idea de lo que iba a pasar, pues lo único que oyó fue la explosión de la puerta que tras una patada uno de los pobladores partió al medio. Luego de aquello lo corrieron por la casa hasta el sótano que ahí fue donde lo agarraron, aunque corrió él no tenía idea de que era lo que pasaba.

-Vos destruiste el pueblo –balbuceó un campesino picándole el pecho con el dedo índice de la mano derecha, alejándose lentamente paso a paso hacia atrás, lo escupió en el rostro.

-¿Qué dice? –Preguntó anonadado y asustado John- ¿Cómo destruiría el poblado? –Preguntando irónicamente y riendo –Si todos vieron que fue la tormenta.

-¡¡ ¿Y porque la casa suya fue la única que quedo en pie?!! –Gritó el músico.

-No sé… Pues tal vez he elegido bien donde vivir.

-No mientas brujo –Grita una mujer de ojo de vidrio, saliendo de entre las sombras dejando ver su mirada amenazante y mostrando los dientes que le quedaban, algo negruzcos ellos- no mientas – Hincó su pecho con un tridente quitándole el aliento y dejándolo casi muerto.

Para cuando lo pusieron en la hoguera estaba moribundo, pero todavía estaba vivo, apenas podía gritar, aunque eso era lo menos escalofriante. Lo peor era el olor a carne chamuscada, que no parecía el olor a carne quemándose sino largaba un extraño hedor penetrante, el cual no se les quito a estos habitantes de su piel. Fue un recuerdo, una marca que ellos llevarían por el resto de sus vidas.

Una semana después a que ocurriera este hecho se enteraron que aquella historia, la cual convertía a Jonatán en un brujo, no era más que un invento de un monarca de su antiguo pueblo. Que la invento para alejar a Jonatán de su hija, y la casa no se había caído porque poseía la misma calidad de cimientos y estructura totalmente rígida parecida a la iglesia, más allá que desde afuera estuviera cubierta con los mismos materiales o muy similares que las otras casas.

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