Vi dos tacones rojos parecidos a los tuyos.
Se clavaban fríamente como alfileres en el asfalto.
Tu vestido negro y tus dos piernas colgantes,
como duraznos terciopelo.
Tu cadera se balancea, mi pupila se hace grande.
Hay un abismo dentro de mí que crece como una gran noche;
fresca e infinita.
Hay miradas que arrastramos a nuestras guaridas internas.
Hay voces que escancian frases indecorosas.
Líos mentales, círculos sociales de apatía.
Manos que encarcelan ritos silenciosos.
Rumores de flores moradas que tornan los atardeceres.
Escucho mis pasos claramente, es una mañana solitaria.
OPINIONES Y COMENTARIOS