Necesito decirte algo

Necesito decirte algo

Abismo azul

03/12/2018

Ven y siéntate aquí. Ahora puedes verlo. No hay forma de que pueda esconderte nada, las cosas están sobre la mesa, y mi corazón esta abierto. Si, estoy llorando un poco, porque llevo guardándome esto demasiado tiempo, no pienses que no quería decírtelo, llevo mucho tiempo imaginándome esto, es solo que no había encontrado ni el momento ni el valor. Es que era muy difícil para mí, después de tantos años, Ser finalmente sincera contigo.

Veo que estas un poco perturbado, pero por favor, sigue escuchándome y no digas nada.

Mira, todo esto fue muy real, no pienses que por mi confesión ahora, yo solo te veía con esos ojos de quien espera algo más. No, no pienses eso. De verdad surgió en mi el cariño fraterno e inocente de una amiga. No al principio, claro está, pero poco a poco surgió, en gran parte porque ella apareció. Esta chica a la que amaste tanto.

Me hizo daño en su momento, me hizo sentir muchos celos, confusión y tristeza. Pero siempre tuve muy presente que tu solo eras y serias mi amigo. Me lo repetía constantemente. Pero en esos momentos, las palabras mías me dolían mucho.

El viaje que era nuestro, bueno, no lo fue, porque siempre estuvo ella presente en tus pensamientos. Recuerdo que estábamos sentados sobre la arena contemplando al sol cobijarse con el mar, y no dejaste de suspirar. Esa pequeña y mezquina voz interior me susurro que preferirías estar sentado allí con ella que conmigo. No, no intentes interrumpirme, ya sé que dirás que no es verdad, y que, aunque la amabas y añorabas, a ti te gustaba estar conmigo. Pero este momento si es mío, y quiero que me escuches.

¿Dónde estaba?, ah sí. Ella. No puedo recordarla sin sentir otra vez lo que sentía por ella entonces. Desde luego no le guardo rencor alguno, es solamente que los recuerdos siempre parecen estar acompañados por las emociones de entonces. No se que era más doloroso, verla coquetearte, o verte enamorado. Me sentí muy herida. Si no hubiéramos tenido los boletos de avión ya pagados habría tomado mi maleta y no habrías vuelto a saber nada de mí.

Pero la vida no me dejo escapar. Teníamos ese viaje planeado desde hace meses. Y tuvimos que hacerlo, aun cuando yo estaba tan desecha, y tu parecías tan obligado a hacerlo. Tanto como yo.

Ya no quería, ni podía seguir escuchándote hablar sobre ella. Especialmente cuando ella te rechazo. Y te dejo totalmente desconsolado. No podía sostenerte a ti y a mí. Así que fue aquella vez, que te pedí tiempo. Solo fueron un par de meses. Pero me sirvieron, tal vez no tanto como yo hubiese querido. Me gustaría decir que después de eso supere todo. De manera parcial así fue. Pero luego volví a verte y fue como si todo se cayera al piso de nuevo.

Dicen que el enamoramiento llega a durar un año o dos. Pero creo que en mi caso fueron cuatro años. Cuatro años de intentar arrancarme de todas las maneras posibles lo que sentía, pero al final, siempre se escondía detrás de todo mi esfuerzo; una esperanza frustrante, desgarradora. No era ya en si mismo enamoramiento, tampoco obsesión. Era en realidad una proyección de mis más profundos sueños y deseos sobre ti.

Mis más tiernos deseos de ser amada, querida, protegida. Por alguien de corazón cálido. Alguien que me escuchaba, que me miraba con ternura, y si veía infinidad de defectos en mí, hacia caso omiso, para recordarme todo lo bueno que si había en mí.

Tu si eras mi amigo. Pero revuelta en mis propios caprichos, en mis propios deseos y egoísmo. Debo confesarte, que yo no era tu amiga. No te veía de la misma manera, y aunque no te dieras cuenta en absoluto. Yo hacia berrinches y rabietas, porque, aunque me querías y mucho. No era suficiente para mí. Nunca era suficiente. Yo quería que me quisieras de otra manera.

Así que, al principio, no. No fui tu amiga. Es por eso que lloro un poco. No se porque desde el principio no pude quererte y verte solamente como hermano, pero puedo jurarte que lo intente mucho. Y que muchas veces, cuando más sincero eras conmigo y me abrías tu corazón, con más fuerza me sentía traidora, porque yo no podía abrirte el mío, no podía decirte lo que sentía. Porque, la verdad, ya no sabía que sentía. Llevaba tanto tiempo obligándome a ser tu amiga, luchando contra mis emociones, que llegue a sentirme completamente perdida.

Pero, al final. Me encontré. Después de cuatro años, madure un poco, lo suficiente para darme cuenta, que si, efectivamente eras un buen amigo, sin dudar mi mejor amigo. Y que sí, te quería hasta el infinito. Pero que no me veía compartiendo contigo nada más. No porque hubiera algo en ti que me desagradara.

Aprendí a querer todo de ti. Tu mal humor, la distancia que tomabas si algo te molestaba o aburría. Lo controlador que podías llegar a ser en el trabajo. Y también las depresiones por… bueno, los abusos que sufriste de niño. Y tocando este punto. Había una parte de mí, maternal que quería cuidarte. Una parte de super heroína que deseaba ser quien sanara en ti todas las heridas.

Siempre me enamore de hombres heridos. así que también me llego el momento de darme cuenta que, necesitaba dejar de hacerme la heroína. Perdona si mencione esto. Me duele tanto como a ti sacar este tema de tu infancia. Se que siempre intentas hacerte el fuerte. Pero… está bien, no me mires así, no hablare más de esto.

En conclusión. Mi amor es totalmente el de una hermana. No lo dudes en absoluto. Y si estoy llorando esto todavía, es que nunca se supera del todo un rechazo; hasta que se acepta.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS