Lo que ocurrió sucedió al mismo tiempo en todo el mundo, se escuchaba tanto en Berlín como en Tokio, tanto en Sídney como en Buenos Aires. Era un sonido fuerte, constante y no cesaba, los noticieros se hicieron eco de la noticia casi inmediatamente. Como todos los ruidos molestos uno se terminaba acostumbrando, pero no era un sonido adormecedor como puede ser un ventilador en verano o un auto en movimiento, era molesto como un lavarropas centrifugando o como una máquina de cortar pasto. La vida seguía su curso y la gente no le daba demasiada importancia, por supuesto que todo el mundo proponía sus teorías, estaban las de conspiración y estaban las de ciencia ficción.
Pero a los pocos días todo comenzó a cambiar, claro que para mí no era un hecho más, nosotros nos encargamos de este tipo de acontecimientos. El INVAP es una empresa de sociedad del estado de alta tecnología que se dedica al diseño, integración, y construcción de plantas, equipamientos y dispositivos en áreas de alta complejidad como energía nuclear, tecnología espacial, tecnología industrial y equipamiento médico y científico. Yo era la directora de la planta de tecnología espacial y fuimos los primeros en detectar que “la interferencia” venía desde el espacio exterior. La NASA se comunicó con nosotros enseguida y envió a dos especialistas para cooperar con nosotros en Bariloche: Mark Singer, especialista en Comunicación y Ondas Electromagnéticas y Elvira Roberts, Ingeniera Aeroespacial y especialista en Neo-Lingüística. La señal provenía del centro de un agujero negro cerca de la vía láctea a cinco mil setecientos cincuenta años luz de distancia. Lo llamábamos interferencia porque de a poco fue deshabilitando las señales inalámbricas: las ondas de radio, el Wi fi, el Bluetooth, la telefonía celular. Dejando a la tierra en los principios del siglo veinte, evidentemente era tecnología alienígena, era la prueba irrefutable de que había vida inteligente en otros planetas y también así que no venían en son de paz. Lo que sí sabíamos era que su tecnología superaba a la nuestra por mucho, la señal viajaba por casi la mitad de la galaxia con la suficiente potencia para desbaratar nuestras señales inalámbricas. Lo peligroso era que si el poder de la señal aumentaba inhabilitarían las ondas electromagnéticas de todo el planeta y podrían dejarnos como en la época de las cavernas y conquistarnos sin mucho esfuerzo. Si así lo quisieran podrían dejarnos sin electricidad, satélites, autos, aviones, etc. Tendríamos que volver a la energía a vapor y a las velas.
Se presentaron, Elvira era una mujer muy bella de unos treinta años, ojos azules y pelo lacio negro azabache. Mark era un hombre de color, mayor, canoso y apenas superaba el metro y medio:
—Hola, mi nombre es Amanda Peuriot y soy la directora de la planta de tecnología espacial —dije en un perfecto inglés —. Estos son mis colaboradores…—me interrumpió en seco, Mark.
—No tenemos tiempo para presentaciones hay que ponernos a trabajar —exclamó el petiso, altivamente.
—No le hagas caso, Amanda. Este ruido nos tiene a todos de mal humor, mi nombre es Elvira y soy Ingeniera Aeroespacial y especialista en Neo-Lingüística, estoy a su disposición —dijo mientras me estrechaba la mano.
—Algo de razón tiene Mark, no tenemos tiempo que perder, síganme por favor —dije mientras les señalaba el camino.
Los dirigí hacia donde estaba la computadora central, la misma que habíamos utilizado para rastrear la interferencia.
—Descubrimos que la señal proviene de un agujero negro pero no estamos seguros que ese sea su origen, creemos que de alguna manera utilizan el mismo como fuente de energía para la señal de interferencia.
—Interesante —se tomó la barbilla y prosiguió —¿De dónde cree que viene la señal originalmente? —Preguntó Mark.
—No estaríamos aquí si supieran la respuesta, ¿no es cierto Amanda? —Asevero Elvira.
—Exacto, esa es nuestra misión principal: detectar el origen de la señal y tratar de interrumpirla —indiqué.
—Para eso me llamaron esa es mi especialidad, pero el problema es el tiempo —expresó preocupado, Mark.
—¿Cuál es el problema con el tiempo? —Pregunté.
—El problema es que el tiempo, el tiempo se está acabando —tomó un pendrive que tenía en el bolsillo y lo coloco en la computadora central —. Este grafico muestra la progresión de la señal, mediante esta aumente se irán cayendo todas las ondas electromagnéticas de la tierra, las primeras que se cayeron fueron las ondas de radio, siguieron el Wi Fi, el Bluetooth y los celulares. Analice detalladamente el ruido y está divido en dos frecuencias, la primera es el espectro audible: se encuentra conformado por las audiofrecuencias, es decir, toda la gama de frecuencias que pueden ser percibidas por el oído humano. Y las otras son las que están fuera del espectro audible, de los cuales hay dos grupos:

Por encima estarían los ultrasonidos (Ondas acústicas de frecuencias superiores a los 20 kHz).
Por debajo, los infrasonidos (Ondas acústicas inferiores a los 20 Hz).

—Y eso que quiere decir —preguntó Elvira.
—Quiere decir que cuando suben los ultrasonidos, sube la interferencia electromagnética y como no son percibidos por el oído humano nadie se había dado cuenta, el problema es que como se ve en el gráfico vienen subiendo paulatinamente.
—Ósea que lo que tenemos que lograr es bajar los ultrasonidos y subir los infrasonidos de la señal para evitar que sigan fallando las ondas electromagnéticas —señalé emocionada.
—Exacto —dijeron al unísono Elvira y Mark.
Estaba emocionada, era el primer indicio que teníamos para detener los avances del ataque alienígena, después nos ocuparíamos de rastrear y cortar la señal y todo volvería a la normalidad.
Nos pusimos a investigar, nunca me hubiese imaginado que el ruido tuviese que ver con la interferencia y que, si esta cambiaba, aunque sea los sonidos por debajo del espectro del oído humano cambiaría su amplitud y podríamos interrumpir la señal. Era un comienzo, nos dividimos en dos grupos: Mark y mi investigador estrella: Jonathan Milo, se encargarían de bajar los ultrasonidos y subir los infrasonidos de la señal para así evitar que las ondas electromagnéticas sigan ascendiendo y Elvira y yo nos encargaríamos de localizar el origen de la misma y de ser posible, interrumpirla.
La tarea que teníamos Elvira y yo no era nada fácil, la emoción inicial termino siendo prematura, algo se nos había pasado de largo y ese algo era clave. El agujero negro estaba a cinco mil setecientos cincuenta años luz de distancia, teniendo en cuenta que la interferencia viaja a la velocidad de la luz (trecientos mil kilómetros por segundo aproximadamente), esta tardaría cinco mil setecientos cincuenta años en llegar a la Tierra sin tener en cuenta la distancia del planeta de origen. Eso querría decir que el ataque fue perpetrado hace muchísimo tiempo, quizá la misma civilización que inicio el ataque ya está extinta.
Y lo peor de todo es la gran distancia que nos separa, con nuestra tecnología actual nos sería imposible llegar hasta allí y terminar con la señal de interferencia.
—Tendremos que conformarnos con deshabilitar la interferencia y acostumbrarnos a vivir con el ruido —exclamé desanimada.
—Quizá el sonido se termine apagando con el paso del tiempo, su energía no puede ser infinita —sugirió Elvira.
—No lo creo, teniendo en cuenta que usa la energía del agujero negro y que esta es interminable —manifesté enojada.
Mientras tanto Mark y Jonathan enviaron una señal que contenía un virus a la interferencia y esta resulto andar a la perfección, lograron bajar los ultrasonidos y subir los infrasonidos, enseguida comenzaron a funcionar las ondas de radio, el Wi Fi, el Bluetooth y la telefonía celular. La noticia recorrió el mundo en unos cuantos minutos, la gente se dio cuenta enseguida gracias a sus celulares.
Salimos en las tapas de todos los diarios con titulares como: “Investigadores del INVAP detuvieron el ataque alienígena”. Recibimos felicitaciones del Presidente de la Argentina y hasta recibimos la medalla de honor en manos del Presidente de los Estados Unidos, un honor poco común ya que éramos científicos y no soldados. Claro que todo no fue color de rosa en los siguientes días se empezaron a suicidar muchas personas, el ruido era cada vez más molesto y mucha gente no podía con ello.
Elvira y yo no nos habíamos rendido todavía y trabajábamos en ello, se nos unieron Mark y Jonathan. Otra vez la clave eran las frecuencias y nos ocupamos de ellas, Elvira hizo un historial de la interferencia mediante su frecuencia para tratar de detectar su origen, retrocedimos en el tiempo a once mil quinientos años hasta su inicio.
—Eso quiere decir que la señal podría haber nacido aquí mismo —sugerí.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunto Mark mientras se rascaba la cabeza.
—Lo que estoy insinuando es que quizá alguna civilización avanzada de hace once mil quinientos años haya mandado la señal —respondí más segura que nunca.
—Interesante —dijo Jonathan—. Si la señal fue enviada desde aquí significa que la misma tardo cinco mil setecientos cincuenta años en ir hasta el agujero negro y los mismos años en volver a la tierra. Hubo una civilización muy avanzada que desapareció hace más o menos esa cantidad de años. Lo malo que es una civilización mitológica.
—Deja ya de dar vueltas y dinos de que civilización hablas, niño —protestó Mark.
—Hablo de nada más y nada menos que de los Atlantes, de la avanzada civilización que dominaba el mundo en el nueve mil A.C. —indicó Jonathan.
—Esas son boberías de niño, está comprobado que la Atlántida nunca existió —señaló Mark ofuscado.
—Déjalo hablar, sigo estando a cargo de la investigación hasta donde yo sé —intervine con voz de mando.
—Gracias Amanda, antes de estudiar Ingeniería estudié mitología griega e hice mi tesis sobre la Atlántida y muchos creemos que si existieron y que la gran isla se hundió por una catástrofe hace once mil quinientos años aproximadamente —sacó su celular del bolsillo, busco una foto en sus archivos y prosiguió—. Esta foto aérea con coordenadas seria la localización de la misma entre África Occidental y América central en el Océano Atlántico.
—¿Que deberíamos hacer, Amanda? —preguntó Elvira.
—Creo que tengo que seguir mi instinto y jugármela, ¿crees que si fuéramos en una excursión hasta allí podrías dar con el origen de la señal, Mark?
—Si crees que no es una pérdida de tiempo, con el equipo adecuado y si realmente la señal provino originalmente de allí y si realmente los Atlantes la crearon, si, es posible. Pero como los últimos acontecimientos nos han demostrado que todo es posible, entonces; ¡qué diablos!, hagámoslo —dijo Mark.
—Perfecto, esto sí que es un equipo —exclamé emocionada.
Hable con el Presidente del directorio del INVAP y gracias a nuestra reciente reputación y a los contactos que él tenía logramos nuestro cometido y a los pocos días partimos hacia el Atlántico norte con nuestro equipamiento en un barco científico.
Jonathan Milo era un joven recién recibido de la Universidad (Unsam), muy brillante, ambicioso y bien parecido. Se encontraba fumando en pipa en la Proa del barco cuando me acerque para hablar con él:
—Necesito que me cuentes todo lo que sepas sobre la Atlántida y los Atlantes, Milo.
—A la orden jefa —dijo mientras hacía un saludo naval—. El poderío de la Atlántida fue tal que llegó a dominar el oeste de Europa y el norte del África, hasta ser detenida por la ciudad de Atenas. En ese mismo momento una catástrofe, que no se describe, hizo desaparecer a la vez la isla y los ejércitos rivales, «en un solo día y una noche terrible». Muchos creemos que su tecnología era superior a la actual y que no fueron vencidos por los atenienses, sino que una catástrofe los hizo retroceder hasta su isla, también creemos que no fue natural, fue a causa de su propia tecnología. Algo parecido con lo que está pasando en la actualidad, el cambio climático y las emisiones de carbono. Las primeras fuentes sobre ellos fueron los diálogos de Timeo y Critias, textos del filósofo griego Platón. En dichos diálogos, la isla aparece como una potencia militar que existió nueve mil años antes de la época del legislador ateniense Solón, quien, según Platón, es la fuente del relato. Está ubicada más allá de las Columnas de Hércules y se la describe como más grande que Libia y Asia Menor juntas. Las Columnas de Hércules fueron un elemento legendario de origen mitológico, referido en la Antigüedad a los promontorios que flanquean el estrecho de Gibraltar. Era el límite del mundo conocido por los griegos hasta que, según el historiador griego Heródoto, Coleo de Samos lo atravesó en torno al siglo VII antes de Cristo.
—¿Y murieron todos o quedaron algunos con vida?
—Siempre se debatió sobre eso, algunos creemos que al ser un pueblo tan orgulloso y devoto cuando el hundimiento de la isla comenzó volvieron todos para ayudar, no tenían religión, más que devotos eran patriotas, algunos creen que Solón era un descendiente de los Atlantes y por eso fue el encargado de contar su historia. Pero la historia se encargó de convertirlo en mito.
—Gracias, Milo.
Me retire a mi camarote a pensar y a dormir (si podía), todavía quedaban varias horas para llegar a destino.
Las olas violentas golpeaban la eslora del barco y el capitán desde el puente surcaba las mismas con gran pericia, Mark con la ayuda de Elvira había construido una especie de radar que buscaba la señal, a medida que nos acercábamos a las coordenadas este comenzó a funcionar.
—Gira el timón treinta grados a babor —ordenó Mark.
El Capitán lo obedeció enseguida y siguió las indicaciones hasta que llegaron a un enorme remolino en el medio del Océano.
—¡Eureka! —exclamó Mark.
Enseguida llegue al puente y ahí estaban Mark y el Capitán.
—¿Qué sucedió? Escuche el grito desde mi camarote —grité exaltada.
—Justo en el medio del remolino —me señaló el mismo—. Nació la señal hace once mil quinientos años y ahora mismo está emitiendo una señal codificada.
—¿Eso significa que es un mensaje de los Atlantes? —pregunté emocionada.
—Exacto, si logro decodificarlo podremos saber la razón de la señal de interferencia y hasta detener el ruido. Pero para eso voy a necesitar a Elvira y al niño sabelotodo —bromeo Mark.
Fui a buscar a Milo y a Elvira, una vez todos en el puente, Mark comenzó a hablar:
—Les voy a enviar la información que me llego desde la señal codificada a sus celulares, ya logré decodificarla pero está en lenguaje Atlante. Espero que con los conocimientos del niño sobre mitología y los conocimientos de Elvira en Neo-Lingüística puedan descifrar el mensaje.
Al recibir el mensaje Atlante se retiraron al comedor para estudiarlo, Milo conocía algunas letras del alfabeto y gracias a la ayuda de Elvira lograron formar un mensaje entendible, en este decía:

Nuestro legado como civilización es su maldición en este momento, que fue primero la nuestra.
Nuestro regalo como civilización es acabar con su maldición como no supimos acabar con la nuestra.
Debajo del mensaje había unos códigos en binario.

Luego de que me mostraran el mensaje la señal que salía del medio del remolino se apagó. Y este desapareció. No entendíamos nada, estábamos tan cerca. Tanto sacrifico para recibir un mensaje tan confuso.
—Gracias al código binario creo que podríamos apagar para siempre el ruido, envía la información al INVAP, Mark —ordené.
—¿Cual crees que es el significado del mensaje, Amanda? —preguntó Elvira.
—Creo que la señal la crearon como una especie de advertencia, para que no nos pasara lo mismo que a ellos llegado el momento ¿Quizá con su gran inteligencia calcularon la época en que nuestra propia tecnología nos llevaría al borde de la extinción? —pregunté algo insegura.
—Por supuesto que lo creo, eran una civilización ideal, ordenada y limpia, pero no pudieron escapar de su destino, la ambición siempre rige y no deja lugar al raciocinio, antes de desaparecer de la Tierra pudieron recapacitar y su último legado fue salvarnos a nosotros —expuso Milo.
Cuando íbamos camino a casa el maldito ruido se disipo para siempre y fue como un gran alivio, sentimos como si hubiéramos perdido un gran peso que llevábamos a cuestas, desde el INVAP nos comunicaron que gracias al código que le enviamos pudieron apagarlo.
Todo había vuelto a la normalidad, pero nuestra misión no había terminado, era nuestro deber comunicarle a todo el mundo lo que acaba de suceder. Ni bien llegamos organizamos una rueda de prensa con la mayoría de los medios del país y que a su vez transmitirían en vivo por Internet para todo el mundo.
Después de la rueda de prensa las potencias mundiales organizaron una nueva convención en San Carlos de Bariloche y la llamaron «Protocolo de Bariloche» en donde acordaron eliminar las emisiones de seis gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global.
Esta vez todas las naciones del mundo firmaron, hasta Estados Unidos.

FIN

Pablo Correa Urquiza

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