«UNA VENTANA A LA VIDA»

Una hoja de papel, en blanco, sobre una desvencijada mesa de ordenador me observa. La miro, me mira, me espera y… se desespera.

¡Vamos, empieza!

-Coge el bolígrafo de una vez y comienza a escribir (si recuerdas como se usa, que tiene tinta y no se teclea).

-Vamos, sé buen chico y, acaba con mi blanco inmaculado, que estoy harta de ser «virgen». Estrújate el «coco», y asómbrame con tu verborrea de andar por casa.

Llegados a este punto, quisiera exponer y comentar a los lectores que así lo deseen, que la vida para mí, es un compendio de momentos, situaciones y ocasiones, que te pueden cambiar tu forma de sentir y disfrutar, recordando en el tiempo esas pequeñas anécdotas, simples y sencillas, que recordarás siempre con mucho cariño, como la que os describo a continuación:

Corría el año 1958 (ya, ha llovido) cuando con mis 15 primaveras recién estrenadas, y con el desparpajo y sabiduría de la vida (de un chaval de 6 años de los de ahora) hacía un recorrido habitual por mi barrio, regresando con mucha prisa a mi casa, a la hora de la comida. Cuando, de improviso y de forma totalmente fortuita, al doblar la esquina de la calle, coincidí bruscamente (de frente) con una joven, dando lugar a una situación bastante llamativa (no puedo decir incomoda, ya que para mí, fue maravillosa) dado que me encontré (instintivamente) asido a sus inolvidables pechos, al tratar de parar el impacto; con la única explicación por parte de ambos, de un ¡Ha! y un ¡Ho! respectivamente, y el consiguiente rubor de «amapola» en nuestras caras, al mirarnos a los ojos, y seguir nuestros caminos sin osar mirar atrás (al menos por mi parte, ella, no lo sé).

Quisiera deciros que, fue fugaz, enriquecedor, místico, celestial, etc, etc. O, mas bien, como una descarga eléctrica, que me sacudió todo el cuerpo, dejándome en una nube con olor y sabor a «vainilla», que aun guardo en un rinconcito de mi corazón.

Confieso que, esos pocos segundos de mi primera experiencia y contacto, con una mujer (aun cuando fuera fortuito), me dejó marcado, agradecido y enamorado de por vida, de todas y cada una de las Musas que puebla la tierra.

Querida amiga desconocida, sin proponértelo, abriste para mí, una ventana a la vida, a los sueños y, al amor.

Espero que seas feliz. GRACIAS

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS