LA PANTERA QUE RONRONEA

¡Oh, yerba carmesí!

¡Oh, deseo ferviente!

Anhelo sacrilegioso de ser lo que más amé.
Sí, de tus delicias y bondades me llené.
En el privilegio de ser tuya encontré plenitud y en lo fiel de tu mirada nada temí.

¡Oh, cuánto te amé!

Ahora no respires, solo mira.
Contempla mi gloriosa rebeldía.
Mirame usar lo que me entregaste de ti para destruirte.
Mirame vestir de rojo carmesí todas mis entrañas.
Mira como me adoran y a ti te olvidan.

¡Oh, corazón altivo!

Ya escucho tus rodillas crujir para doblarse ante mí.

Oh, amor mío… Que llegue tu fin.


DESTEJIENDO

En medio de alguna ciudad, está la chica que teje, calmada, respirando aire frío. Su mirada ya no enfoca hacia sus dedos que trabajan mecánicamente sin estorbarse unos con otros.

Teje estambre, como es de esperarse.

Se percibe a los seres como ella fuera de la casa; asfixian las calles, ocupan los minutos de su vida en alcanzar algo o en hacer lo que todo el mundo hace sin entender por qué. Pero al menos, la mayoría de ellos no se pasa la vida con un par de agujas en las manos.

Teje estambre carmesí en un patrón interminable de derechos y reveces, como es de esperarse.
Un revés, un derecho, un revés, un derecho…
Antes la habitación guardaba dos grupos de cosas maravillosas: libros y espejos. Libros en las mesillas, debajo y sobre la cama, en el marco de la ventana, en el librero, en las sillas y uno que otro en el suelo. Espejos, frente a ella, a sus espaldas, a sus laterales y en la puerta.
Ahora sólo quedan los espejos.

Mueve la cabeza para ver su perfecta apariencia, es tan perfecta que le da asco. Vuelve a contemplar el polvo que corre por el suelo.
Bolsas de desvelo enmarcan sus ojos cansados por tan pesado que es el silencio, por las noches apenas lo puede soportar.

Respira hondo, es humana y está cansada, como es de esperarse. Hay tantos metros que sus piernas quieren correr, existen tantas cosas que sus manos quieren destrozar, no existen tantas cosas que sueña. Todo es cuestión de decidir.

Escoge darles libertad.

Qué maravilla es el caos cuando no es real, es tan fácil darle orden. Sí el caos fantástico es ordenado, porque con él va la fantasía del control.
Los zumbidos tenues de la nada atajan sus oídos y sabe que es el momento de empezar.

Toma el largo tejido que claramente será una bufanda y deja escapar un punto, lo obliga a largarse de donde debería estar, más y más abajo, casi al principio de aquello que no ha culminado.

Entre el suave estambre se nota con claridad el problema, si no hace que aquel punto regrese a donde debería, todo será nada en un par de movimientos descuidados.

Insulta al estambre, enaltece a las agujas, compadece la bufanda herida y reprende a las partes callosas de sus dedos que se suavizan para volver a pelarse.

Tras una mirada a los ojos negros en el espejo comienza a entretejer el estambre junto con personas, lugares e ideas.


MALA

–¿Cómo te vas a deshacer de él? ¡Es de lo más hermoso que tienes! –decía Neutro intentando hacer recapacitar a la mujer.

–No es vital –Mala comenzó a cortar su cabello, los largos mechones caían al suelo como implorando a Neutro que hiciera algo.

–Estás loca –declaró sin más el hombrecillo.

–Cuelga la Luna en la pared y vete, seguro hay cosas en las que ocuparte. Iremos con Bueno en cuanto el sol caiga por la orilla; por ahora, sólo iremos a fijar fechas e intimidar.

Neutro obedeció a regañadientes y cuando terminó de colgar la Luna se encaminó para alimentar a la pantera del sótano.


CASA DE LUZ

Salieron de la Casa de la Oscuridad hacia el Bosque, entraron a la ciudad Desierto, llegaron al parque Selva, cruzaron la avenida Playa y se detuvieron frente a la casa no. π, la que era comúnmente conocida como la Casa de la Luz.

Mala tocó la puerta dos veces, luego cinco, después ocho y siguió tocando sin obtener respuesta. Sabía que era imposible entrar a esa casa sin ser invitado, pues lo había intentado unas treinta y un mil cuatrocientas dieciséis veces sin conseguir algo.

–Maldito seas, Bueno. ¡Abre! –Pateó la puerta exasperada.

–Por favor –agregó Neutro.

–Sí, lo que sea –Mala rodó los ojos.

La angosta puerta se abrió, de inmediato la luz de adentro iluminó parte de la calle oscura. Deteniendo la puerta se hallaba un hombre fornido vestido de traje, su sonrisa era pequeña pero expresaba una increíble serenidad.

–¡Eras, querido amigo! –saludó Neutro de inmediato.

El hombre de traje respondió con igual ánimo mientras los invitaba a pasar.

–Buenas noches, Mala –dijo Eras cerrando la puerta.

Mala no respondió el saludo, nunca sería amable con un traidor como Eras, alguien que había sido infiel a la Casa de la Oscuridad decidiendo someterse a las órdenes de Bueno.

–¿Dónde está él?

–En la cocina, cenando. Los llevaré.

–No te molestes –Mala se dirigió a la cocina no sin antes chocar contra el hombro de Eras en un acto de desprecio.

Bajó por las escaleras que suben, atravesó la puerta clausurada y se plantó con firmeza en la habitación desbordada de un exquisito aroma.

–¡Mala!, es agradable ver que aún recuerdas dónde está cada lugar en esta casa. ¿Puedo invitarlos a cenar? –ofreció Bueno.

–¡Claro! –Neutro se sentó de inmediato esperando que le sirvieran, por otro lado, la mujer se quedó de pie intentando cubrirse los ojos ante tanta luz.

–¿Y cómo estás Neutro?

–Oh, yo… pues… neutral –El hombrecillo se encogió de hombros mientras observaba como un sirviente le preparaba un rol de canela.

–Yo te noto más con Mala que conmigo, pero está bien, eres libre de pensar lo que quieras. ¿Y tú Mala, cómo te has sentido?

–Maravillosa, no puedo estar mejor de ninguna manera –sonrió intentando olvidar la luz que le estaba provocando malestar.

Bueno la miró. Enserio parecía gloriosa, pero con la perspicacia tan característica de él pudo ver hasta más allá de sus riñones y saber que aquello, como la mayoría de lo que decía, era mentira.

–No te creo.

–Empieza a acostumbrarte a mi magnificencia.

–No veo cómo ha de servirte tener tanto si no puedes verlo porque en donde vives no hay luz.

–No espero que lo entienda alguien como tú.

–Aquello no se entiende porque no es lógico. ¿Quieren leche para sus roles?

–¡Por supuesto, dame todo lo bueno que quieras darme! –exclamó Neutro muy cómodo en su asiento.

–Ya déjate de estas formalidades, Bueno. Voy a hablar contigo –Ella se inclinó en la mesa para empujar el plato de él contra el suelo.

–Pudiste hablar desde un principio, no necesitabas hacer ese batidillo en el piso –suspiró –. Déjenos solos, por favor.

Los que estaban en la habitación salieron de inmediato.

–¿Y bien? –Bueno se puso de pie.

–Va a haber guerra.

–Entre…

–Tú y yo, obviamente.

Mala sonrió esperando ver a aquel hombre sumamente angustiado y tratando de negociar con ella por las personas inocentes. Pero Bueno no mostró angustia, estaba analítico, pero tranquilo.

–Creí que teníamos un acuerdo: las personas podían escoger a qué Casa pertenecer, a quién servir y por lo tanto cómo actuar.

–Sí, lo mismo pensé yo.

–¿Pero?

–Te llevaste a Eras… y a otros más.

–Eras escogió venir conmigo, no lo forcé. No estaría sirviéndome con tanta lealtad si fuese forzado a hacerlo.

–Pero tú lo sedujiste, lo atrapaste con tus cuentos de felicidad por siempre y perfección.

–¿Es seducción hablar con franqueza? Le mostré la realidad, le dije verdades, me aseguré de que comprendiera que si se unía a mí, sufriría a causa tuya, sería un blanco contra el que atacarías con fuerza.

–Conozco a Eras y sé que no sedería si le dijeran esas palabras. ¿Para qué ser atacado por mí si tenía mi protección?

–Porque también le mostré cómo a pesar de la persecución, estaría satisfecho y por muchas que fueran las angustias, los momentos de dicha, sus tesoros, serían más pues al no ser tesoros carnales, nadie se los podría quitar.

–Lo manipulaste –acusó Mala nuevamente.

–No pretendo que lo entiendas, pero de todas formas no importa, lo de Eras sólo es excusa tuya.

–Tienes razón, no lo entiendo y tú no me entiendes, así ha sido siempre. Vamos al punto: no estoy conforme. Guerra.

–Antes sentía que me entendías y yo siempre me esforcé por entenderte a ti, siempre.

–No vine a discutir el pasado, sólo estoy siguiendo un protocolo. Estás sobre aviso de mis intenciones y a menos que te rindas, la batalla será en Vida al día después del eclipse.

–Está bien, a menos que te rindas para esa fecha, ahí estaré.

–Yo no me voy a rendir.

–Lo sé, aun sabiendo de tu derrota no lo harás. ¿Quieres llevar roles de canela para el camino?

–¡No quiero tus asquerosos roles!, ¿acaso no me escuchaste? YO voy a atacarte a TI.

–Sí, te he oído.

–Se me está acabando la paciencia.

–Dado que no tienes muchas, eso era de esperarse –Bueno, con sus ojos que parecían tan benignos se tornaron de cierto toque rígido que sacudió el interior de Mala.

–No me mires como si yo fuera la mala del cuento, tú hiciste trampa y debes aceptar tus consecuencias.

–Tus labios sueltan lo que ha de atribuírsete a ti y a nadie más.

–¿Qué?

–Las personas debían tomar su decisión basándose en lo que observaban en cada Casa, con conocimiento, pero tú sí afectaste sus facultades mentales –El hombre enderezó el cuerpo para que sus palabras tomaran aún más seriedad.

–¿Exactamente de qué me acusas?

–Inventaste la Luna y pusiste una en cada hogar de las personas; les mostraste un reflejo contrario de las cosas, y la mayoría lo tomó como lo real.

–¡¿Cómo lo supiste?! Fue Neutro, ¿cierto?, ese infeliz…

–No, no fue él.

–¿Entonces quién?

–Para la luz nada es confuso, es imposible que haya algo oculto. Puedo ver todo.

–No, donde hay luz, hay sombra –refutó ella sonriendo pues creía haberlo acorralado.

–Si cada rincón es luz, ¿puede haber sombra?

–Es irritante que todo brille tanto. Una Luna aquí debe ser insoportable –Mala se sobó la frente.

–Antes no te molestaba.

–¿Acaso no es fascinante? –continuó la mujer haciendo caso omiso del comentario de Bueno– Trabajan todo lo que pueden para satisfacer a una familia que ya ni siquiera los reconoce, ganan todo lo que pueden para irse a deprimir unos días a las costas donde vivir cuesta un ojo; tienen cosas «importantes» que hacer 25 horas al día con la ilusión de que en algún momento cercano a su muerte van a vivir lo que han perdido; se creen libres y dueños de sí porque deciden a qué vicio esclavizarse, porque hacen de la fornicación su núcleo y hablan con vulgaridad hasta que ya no se distingue si su lenguaje es distinto al de las varas; piensan que con vestir el cuerpo llenan el corazón y toman a este último como su consejero más confiable siendo que, irónicamente, es un traicionero de primera; se creen sabios por buscar lo divino, puro o verdadero en las ideas de humanos altivos que son tan imperfectos como ellos; buscan donde no hay, hacen lo que se acaba, arrojan sus vidas al infinito circuito de la nada pensando en revolución.

–Los confundiste a más no poder.

–¿No son patéticos? Respiran para mí, les doy las migas de placeres desechables y les encanta. Aman el mundo que cree para ellos. Me aman y me sirven fielmente.

–Es fidelidad ciega. Te sirven por interés o por miedo, pero nunca por un sentimiento cercano al amor. ¿Alguna vez han hecho algo por ti sin remuneración?

–Eso no quita el hecho de que son míos.

–Pero sí provoca que cuando no tengas qué darles, te olviden. Todo este tiempo has pensado que la ilusión de felicidad es de ellos, pero tú eres la más engañada, ¿a quién le dolerá más ver esa ilusión esfumarse?

Mala tragó saliva.

–Ahora hablas mucho, pero pronto no serás nada.

–Tus acciones provocan que ese sea tu futuro, no el mío.

Bueno le dio la espalda un momento para respirar hondo y continuar.

–Sabes de las Leyes que me rigen, no puedo permitirte más y es mi deber decirte lo siguiente: Todo este tiempo he permitido que hagas tu detestable voluntad a tus anchas para que las personas no tuvieran duda de si tu gobierno de libertinaje es mejor que el mío. El punto ha quedado claro, ellos se han dirigido a sí mismos para herirse y tú comenzaste todo. Ya no continuaré viendo sacrificarse a los justos por los inicuos y para ello, debes morir.

–¿Cómo estás tan seguro de que será así? Hay más conmigo que contigo.

–Mi ejército es unido, fuerte y aunque no lo quieras creer es mayor que el tuyo, yo siempre seré más poderoso que tú. Sabes que esa es la realidad. Muchos de los que te siguen, ni siquiera prestarán atención al mensaje de su destrucción, además, ya son pocos los que se consideran neutrales y aún ellos serán juzgados.

–¿Acaso no eras tú el juez más justo sobre la Tierra?, ¿cómo vas a ir en contra de quienes no te pertenecen ni a ti ni a mí?

–Las acciones de estos dejan claro de qué lado están, porque entre tú y yo no se puede ser neutral, hay sólo dos caminos. Para ello también he dejado pasar tiempo, para que la gente decida. Tienes que entender que no me toma por sorpresa tu amenaza, de hecho aun cuando no hubieses decidido guerrear conmigo, yo ya había establecido un día de destrucción para ti y los que te siguen. Sin importar lo que hagas, esto sólo tiene un final.

–No es cierto, tú… no me aniquilarías.

–Sí, lo voy a hacer, porque ya no eres parte de mí y es justo que pagues por todo el daño que has causado.

–No podías saber lo que yo iba a hacer.

–¿Acaso hay algo que me impida ver lo que pasará? Todo tu mundo acabará y yo volveré a poner las cosas en su lugar.

–¡Ya, cállate! –La mujer sacó el puñal que llevaba en la cadera amenazando a Bueno– Debería matarte justo ahora –Lo acercó al pecho de este.

–Sabes que no puedes, ni ahora ni nunca.

–Te odio, te odio con todo lo que soy, ¡te odio!, ¡siempre te he odiado y siempre te odiaré!

–¿Naciste odiándome? ¿Me odiaste todos esos años que fuiste fiel a mí, que todo lo hacías pensando en que fuera de mi agrado, que no parabas de agradecerme por estar contigo?

Mala lo miró directo a los ojos, desafiante, como una pantera herida que no quiere convertirse en presa del cazador.

Evitó los ojos de Bueno que ya no la miraban con bondad, sino con dureza. Mala se dio la vuelta y salió de la habitación sabiendo que ya no tenía esperanza de un perdón.

Casi de inmediato Neutro le dio alcance:

–¿Y bien?, ¿se intimidó?

Ella no respondió.

Se encontraron con Eras quien les sonrió amablemente mientras les abría la puerta.

–Eras –le dijo Mala con voz suave–, estaba pensando en ti y lo feliz que te ves, en lo que hablé con Bueno y me preguntaba… ¿Estarías dispuesto a perdonarme y ayudarme a volver a la Casa de la Luz?

–¿Lo dices enserio? ¡Claro! ¡A Bueno le dará tanto gusto!…

–¿Podrías empezar con un abrazo? –preguntó ella en un sollozo débil.

–Oh, claro, sí… –el hombre fornido rodeó con calidez a quien ya no sentía como una enemiga.

–No sé tú pero a mí me gustaría morir de una forma menos patética.

–¿Disculpa?

Antes de que pudiera reaccionar, Mala ya había hundido el puñal y Eras palidecía sin poder respirar.
No se molestó en llevarse el arma. Salió de la Casa que tanto odiaba.

Neutro se quedó pasmado ante la escena, todo había sucedido frente a él en un cerrar y abrir los ojos. Temiendo que pudieran culparlo, se alejó del cuerpo inerte, dejó atrás la casa no.π y corrió tras Mala.

La alcanzó ya en la espesura del Bosque y trató de reclamar, preguntar, defender o decir algo acerca de lo acontecido pero no podía, sólo una idea llenaba su mente: sabía que a Mala se le conocía por ser cruel, farsante, calumniadora e insensible, pero nunca se había puesto a pensar en lo que ello implicaba.

–Neutro –lo llamó ella. Este brincó al escuchar su voz–. ¿Estás con Bueno o conmigo?

–Yo… Ah… Con ambos…

–Se acerca la guerra, no puedes partirte en dos y que una mitad tuya mate a la otra. Decide.

–No lo sé… Es que me gusta cómo me tratan con Bueno, pero me gusta la Casa de la Oscuridad porque allí puedo dar rienda suelta a mis antojos… No… no sé… No estoy con ninguno.

–Bien, tú tampoco eres vital.

Ella se posicionó a espaldas de aquel hombrecillo tembloroso y actuó sin compasión alguna, eliminando aquello que no sirve.


INFINITO

Mala se detuvo frente al pasillo, consciente de que había matado a dos personas en menos de media hora, sabiendo que todo estaba mal.

Escuchó esa voz que cosquilleaba detrás de su oído, no podía entenderla pero sabía que le estaba ordenando seguir adelante en el pasillo ∞ y no parar. Comenzó a trotar, después a correr y a llorar mientras corría.

Metro tras metro se cansaba sin que la situación diera señales de ser diferente a la anterior. Sin importar todo lo que hiciera siempre llegaba ahí donde no era nada en medio del infinito, teniendo al tiempo como único defensor de su existencia.

Ella odiaba estar ahí, pero eran siempre sus pies los que la posicionaban en aquel pasillo. Era tan alucinante aquel lugar, la sensación de que todo era lo mismo hora tras hora la hacía olvidar que aquello es tiempo real, más rápido que ella, irrecuperable.

¿Por qué no había matado a Bueno, si tanto lo deseaba?

Tal vez él tenía razón, ella nunca podría vencerlo, pues aquello iba en contra de la naturaleza, sólo por mencionar una cuestión.

Se detuvo exhausta, con los ojos rojos y la mente confundida. Era un hecho, ella no tenía el más mínimo control de aquel pasillo, ni siquiera tenía la capacidad de entenderlo, no tenía control de aquello ni de nada. Ni su arrogancia podía domar y fue por ella que continuó, con más crueldad a cada segundo.


DE PERFECCIÓN A CONFUSIÓN

Existió hace un tiempo, antes de que se formara la primera montaña que encuentras al salir de viaje, un matrimonio que era perfecto, ella era perfecta, él era perfecto y todo su mundo era perfecto, el milímetro más despreciable era exacto.

Ella era joven, pero sabía muchas cosas, su mente era perfecta. Él no era tan joven, pero todo lo que sabía, lo había enseñado a su esposa y era un maestro perfecto.

Llegó este día que por sí sólo, no era especial, pero en cierta hora, ella vio un destello en el Jardín Interior. La gente no callaba el poder de este jardín, se decía que en él nacía la causa de todo, gracias a él se podía estar enamorado, alegre o airado.

Se acercó al pequeño resplandor y se dio cuenta de que era una yerba carmesí, ésta aunque era pequeña, había asfixiado a otros arbolillos frutales que comenzaban a brotar, se dio cuenta de que si crecía podría provocar mucho daño al resto del jardín, pero le pareció tan preciosa, tan inocente, tan justificable que la dejó vivir y crecer.

Todos los días le prestaba atención, la regaba y fantaseaba con lo gloriosa que podía llegar a ser.

–Es justo que tengas lugar en el Jardín Interior, porque de cosas salidas de la tierra se llena este lugar y tú también has brotado de ella. Te mereces una oportunidad porque quizás seas mejor que quienes ocupaban tu lugar, esas inservibles plantas no eran tan hermosas como tú. Es justo que vivas porque lo único que conocemos es Bueno, tú eres diferente y lo diferente tal vez sea más bueno.

Mientras la yerba estéril, ostentosa y egoísta se hacía más fuerte, ella comenzó a preguntarse por qué no podía ser como su amiga carmesí. Su esposo era siempre el que decidía, era él quien le enseñaba a ella, era él quien enseñaba a otros…

¿Acaso no era ella también perfecta como para hacer lo mismo? Claro, él siempre decidía bien, y todos estaban felices con sus decisiones, pero, ¿y si hacer lo contrario fuese más deleitable?

En una de sus muchas noches de insomnio, decidió ir a la ciudad Desierto y alquiló un pequeño oasis. La yerba ya había matado hasta los árboles más frondosos y fructíferos. Ella ya no tenía ninguna duda de lo que se merecía para sí: ella claramente merecía el lugar de Bueno.
Había ido al oasis no para decidir si iba a matar la yerba de tajo o dejarla crecer aún más, había ido allí para planear cómo serían las cosas con el deseo carmesí inundando todo.

Ahora bien, la palabra resultó ser el más cauteloso de todos los medios para convivir, entonces ella habló y escribió las siguientes palabras a los habitantes del pacífico lugar:
«¿Es verdad que Bueno no los deja disfrutar de nada?»

La gente respondió con la verdad:
«Podemos disfrutar de muchísimas cosas, pero hay unas pocas que debemos evitar porque no son buenas para nosotros».

Viendo esto, ella les afirmó:
«Ustedes no han vivido, no han disfrutado porque Bueno sabe que cuando ustedes hagan aquellas cosas, ya no lo necesitarán, por eso se los prohíbe, ¡porque aquello «malo» es «bueno»! ¿Acaso no son ustedes dueños de su cuerpo y mente como para decidir por sí solos qué les conviene? Y yo les digo, les conviene evolucionar y experimentar con lo que el estar vivo significa. ¿Por qué no podrían ustedes probar más allá de los límites de la libertad?».

De modo que allá fue la gente, desde la muerte de un sol al nacimiento del otro a ver qué les decían sus jóvenes mentes que debían hacer. Los hijos de estos, como marcados por la desobediencia continuaron su camino a ningún lugar.

Dejaron su vida de felicidad, paz y satisfacción por ir en busca de felicidad, paz y satisfacción. Pero como los infantes que eran, se perdieron, olvidaron que alguna vez lo tuvieron todo y olvidaron qué buscaban.

Entonces llegó a existir Mala.


VIDA


La noche del eclipse la gente podía definirse en tres grupos: los que la pasaron comiendo, bebiendo y casándose sin prestar atención a lo que sucedería el día siguiente; los que movidos por egoísmo formaban el ejército de Mala, buscando defender sus intereses propios más que apoyarla y los fieles a Bueno que aunque sabían lo difícil que sería resistir el ataque, levantaban la cabeza emocionados, convencidos por el increíble poder de Bueno de que su liberación se acercaba.

Ya en el campo de batalla, desde Bosque, Desierto, Selva, Playa y aquellos lugares sin nombre, desde una curva a otra en el círculo del mundo, todos supieron que aquella batalla significaba vida para unos y muerte para el resto, pero ninguno pudo decir que no había sido avisado, simplemente podían lamentarse por no haber escuchado y reaccionado, o sonreír con júbilo por su evidente fidelidad y arrepentimiento sincero.

Mala localizó a su enemigo, sólo la superficie orgullosa de su rostro mostraba la firmeza de alguien que tiene la victoria segura. Sin embargo, en sus entrañas, ella tenía la firme convicción de oprimir a los fieles de Bueno para que pecaran contra él, de modo que tuviese que destruirlos junto con ella pues sabía que ciertamente, sólo había un final para todo aquello.

Por un momento hasta el viento quedó mudo y sólo se habló con las miradas. Entonces el miedo que ella sentía dio paso a una ira que la llenó por completo y tuvo que sacarla con un grito que dio inicio a la pelea más decisiva sobre el suelo.


ERUPCIÓN

En un principio ella fue parte de él, pero ahora que por decisión propia se posicionó en su contra, sus espadas chocaban provocando el rugir del cielo y el temblor del volcán.

Tal parecía que la única que se desgastaba en cada colisión era ella, así que su cuerpo y la espada llegaron a sentirse demasiado pesados para sus piernas.

Encontró su derrota al caer contra el suelo y soltar su arma.

–Mala, quedas sentenciada a destrucción, tú y quienes han llegado a ser como tú. Porque el sufrimiento de quienes te aborrecen ha sido suficiente, de modo que ya no debe continuar existiendo la opresión. Sólo la luz prevalecerá y nadie tendrá duda alguna de que no hay sabiduría más grande que ésta: el amor y la justicia. Basta ya de ti.

El pecho de ella ardía de cólera y ardió aún más al verse como la única sobreviviente de su numeroso ejército, con la espada de Bueno apuntándole de frente.

–Si dices que todo lo sabes… sabías que íbamos a terminar aquí cuando aún dormíamos juntos y me llenabas la cabeza con palabras dulces… ¡Qué caso tuvo que yo llegara a existir!

–Sabía que podías llegar a ser lo que eres, pero también sabía que tenías la completa capacidad de arrancar cualquier yerba egoísta que naciera en tu corazón, y ser fiel por toda la eternidad. ¿Hubieras preferido no tener el don de decidir?

–¡No! ¡Qué poder tienes tú para decidir que las cosas sean así! ¡¿Quién te ha dado la autoridad de ser mayor que yo?!

–Sabes quién. Tú pudiste evitar todo esto –Él apartó su espada de ella–. Ahora, levántate y ten la madurez de aceptar tus consecuencias.

Mala se levantó lentamente y viendo que no le era posible retomar su arma, no se resistió.

Bueno junto con una escolta la encaminaron hacia la casa no. Π. A poco de llegar, ella fingió tropezarse y tomando un puñado de tierra roja, se dio la vuelta para lanzarla contra la persona más cercana, de modo que con habilidad le quitó la espada e hirió a su dueño.

El caos que causó los lamentos del herido y las órdenes de Bueno de no dejarla ir, confundió a algunos de modo que unos cuántos corrieron tras la mujer que pasó hiriendo a quien podía, fuera del ejército o no.

Entró en una casa, sabedora de que ahí encontraría una Luna, no tardó en posicionarse frente a ésta y atravesarla con la espada.

Sí, sé quién te dio esa estúpida autoridad.


TRES PALABRAS

En medio de alguna habitación donde hasta a las cucarachas les cuesta respirar, está la chica que salva a un punto de su tejido. Sentada en el suelo, sin zapatos y harta de no entender cómo puede saber tan bien lo que debe hacer para terminar la bufanda.

Escucha un sonido suave, como el crujir de la comida dentro de la boca, después, algo se rompe y el espejo más grande de la habitación cae en forma de polvo para dar lugar a una mujer con una espada en su mano enrojecida de tanto apretar. Es tan idéntica a ella misma que le cuesta creer que no es su reflejo el que está viendo.

–¿Por qué yo no? –pregunta la mujer de pelo corto con voz tensa.

–Porque hasta alguien tan insignificante como yo, sabe que así va a suceder.

–Entonces… todo es lógica –dice Mala burlándose.

–Un sistema de ambición, acabará pronto con sí mismo, y hasta con quienes no son parte de él, no es justo sacrificar a estos.

Ambas se miraron. Sus respiraciones son iguales, y sus fuerzas también.

Mala se acomoda la espada en la mano, se mira al espejo, mira a la chica sentada en el suelo con el estambre entre los dedos.

Una idea de tres palabras se posa en su mente y entonces sucede lo que no es de esperarse.

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