¡Que emoción! te veo llegar, tambaleante, ansioso… eres el sol que amanece a las 6:00 de la tarde. La primera aurora de la mañana, la mañana que comienza cuando cruzo la puerta y te veo venir hacia mi. Te encuentro y me agacho para recogerte entre mis brazos, tus mejillas redondas y tu cabello tan fino como las cuerdas del arpa de David. Beso tu frente y te abrazo a mi, eres la mas perfecta forma de mitigarme el frío de afuera, tu risa limpia la crueldad de la calle, los gritos de la gente y la estupidez de los claxons. Si, te extrañe desde que desperté. Tus manitas cubren mi cara y tus pequeños dientecitos nuevos son un universo que promete mil y un aventuras que vendrán en forma de sonrisas que no puedo esperar a conocer. Eres el retoño que no tengo, el heredero de mis alegrías y el rey de la casa. Aun no te conozco, tal vez nunca llegaras… pero con este escrito y desde aquí te espero, tal vez mañana, tal vez dentro de un año, tal vez en la vida que realmente lo es vengas y nos colmes de felicidad a tu madre y a mi.

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