Blaze! Capítulo 39

Capítulo 39 – Recuérdame.

Mientras Hóng Zhū carga y dispone piedras de color blanco sobre la ladera de la montaña desde donde ella y otros trabajadores extraen minerales preciosos, un barco repleto de esclavos atracaba en el puerto principal de las costas del Gran Continente del Sol Central del Sur. Albert se encontraba durmiendo plácidamente atado, siendo despertado por sus captores, quienes golpearon los barrotes de las celdas con unos remos en desuso.

¡Despierten, doncellas gamberras! –gritó uno de los marineros, golpeando los fierros con los apolillados pedazos de madera.

Albert se levantó callado, bostezando largamente, dando saltos para avanzar, estando fuertemente atado de pies y manos, debido a la cantidad de veces que se escapó antes de que llegaran a puerto.

Ahora formen una fila, los ataremos en cadena para que los dejemos en su nuevo trabajo –dijo el captor, sonriendo maliciosamente, apuntando a Albert con el remo—. Veo que esta vez no pudiste liberarte, chiquillo.

No me dejaron muchas opciones, tengo todas magulladas las muñecas y tobillos, me ataron demasiado fuerte –reclamó el oráculo, mostrando sus manos, saltando para avanzar.

No te preocupes, donde te diriges no serás atado, aun así no podrás escapar, ejejejeje –respondió el barbudo y obeso marinero, rascándose la entrepierna.

Los esclavos salieron caminando en fila, todos excepto uno, Albert, quien fue puesto al final, debiendo seguir a los otros hombres con acelerados brincos para no caer. Caminaron lejos del barco, en ascenso, marchando por entremedio de largos árboles, avanzando a alturas cada vez mayores, divisando grandes rocas, mientras que los vegetales disminuían de tamaño. Albert estaba desesperado, no tenía como liberarse, además de que estaba siendo constantemente vigilado para que no escapase.

Señor, yo sé que usted sabe que no soy un esclavo, que llegué de forma irregular a su nave, puedo serle de ayuda, soy un oráculo muy capaz, si tan sólo tocara mi mano podría decirle que le depara su futuro, esa información cuesta mucho dinero –dijo Albert, intentando engatusar a uno de los marineros traficantes de esclavos, pero fue impactado en la cabeza con un mazo, cayendo al piso, deteniendo la fila de caminantes.

Deténganse, hay que parar a este –ordenó el atacante del oráculo, levantándolo de mala gana, reanudando la marcha.

El resto del camino fue tortuoso para Albert, que se encontraba exhausto de tanto saltar, deshidratado, somnoliento y dolorido, llegando a duras penas al lugar donde trabajaría como minero de ahora en adelante. La tropa de hombres atados fue recibida por el capataz de la obra, quien hablo un momento con los traficantes, pagándoles con un pequeño cofre lleno de monedas de oro, dejando a los esclavos en su poder. El capataz se dirigió entonces donde su señora Mei Ling para informarle de la llegada de la nueva mano de obra extranjera, para que ella los preparase con sus talismanes e iniciasen actividades, pero reculó atemorizado al escucharla gritar enfurecida el nombre de Hóng Zhū, agarrando a los recién llegados, llevándolos a las habitaciones de los trabajadores.

Es nuestra oportunidad, desatémonos –dijo Albert, intentando envalentonar a los otros hombres, viendo que fueron dejados solos sin vigilancia en la destartalada cabaña, ofreciendo sus manos para que lo liberaran—. Quítenme esto y luego los ayudaré de vuelta.

Hóng Zhū se encontraba en lo alto de las rocas, gritando insultos en inglés a Mei Ling, haciendo morisquetas, burlándose de la bella mujer, mientras que esta mandó a todos los guardias presentes para que la detuvieran y borraran las palabras escritas con las rocas, avanzando también a su encuentro.

Aparentemente hay una distancia mínima en la que ella debe estar frente a mí para poder activar el rayo del talismán, de otro modo ya estaría revolcándome en el piso, debo mantener esa distancia para poder atacarla –pensó Hóng Zhū, viendo como se le acercaban los guardias, saltando entre las piedras, subiendo más y más en la montaña.

Los guardias avanzaron detrás de la sublevada mujer, despejando el camino de las rocas blancas que formaban el escrito, recibiendo pedradas en el rostro y en sus partes pudendas de parte de Hóng Zhū, retorciéndose de dolor en el piso, algunos con sangrados profusos desde sus cabezas, inutilizándolos.

Vamos, Mei Ling, acércate. No te tengo a tiro desde acá, te apedrearé hasta que mueras y me liberaré de tu maldito papelito –murmuró Hóng Zhū mientras lanzaba piedras a sus perseguidores, luciendo su afinada puntería.

Hóng Zhū se vio rodeada de guardias unos minutos después, siendo amenazada por afiladas lanzas parecidas a espadas cortas con mangos extremadamente largos, dejando de lanzar rocas a los hombres, levantando sus brazos, mostrando sus manos vacías. Mei Ling llegó al lugar lentamente, ordenando a los guardias que se alejaran y que bajaran sus armas.

Debes tener mucha confianza en tus asquerosos talismanes para dejar de amedrentarme con armas –dijo Hóng Zhū, escupiendo al piso, agachándose rápidamente, tomando una piedra y lanzándosela a Mei Ling, que la esquivó grácilmente, moviendo sólo su cabeza hacia un lado.

Hóng Zhū lanzó piedras en incontables oportunidades, pero Mei Ling las esquivaba todas, acercándose cada vez más, con la mirada fija en la extranjera, quedando en frente de ella, espantándola.

Tenías que hacerlo personal, cerda roja… –habló Mei Ling, mirando hacia el piso y moviendo la cabeza hacia los lados, soltando una patada que impactó en la quijada de su contrincante, botándola al pedregoso terreno.

Albert estaba libre, pero en vez de arrancar con los otros hombres, sacó el mapa que Echleón le dio, viendo la posición en la que se marcaba fulgurosamente la presencia de Blaze, indicando que se encontraba en el Gran Continente del Sol Central del Sur al igual que él, sin especificar más detalladamente.

Maldición, los dos estamos acá, pero es como buscar una aguja en un pajar, este es un continente gigantesco y no sé dónde buscarla –se quejó Albert, golpeando el mapa con su mano, ocultándose de los guardias del lugar, metiéndose entre la poca vegetación que encontró—. Estoy sediento…

Albert huyó del lugar, alejándose de la mina, pero recordó que si bajaba de la montaña se encontraría sin lugar a duda con los marineros que lo vendieron como mano de obra gratuita, optando por escalar la cordillera y huir por el otro extremo. Subió lentamente, caminando agachado, casi gateando, ocultándose entre las rocas grandes, mirando para cerciorarse de que no era seguido, continuando con su escape, deteniéndose a ratos cuando pensaba que estaba haciendo mucho ruido, comenzando a escuchar unos ininteligibles e histéricos gritos femeninos cada vez más cercanos a él, escondiéndose.

¿Qué es lo que sucede?, ¿me estarán siguiendo? No, a pesar de que no entiendo lo que gritan, más suena a una trifulca que otra cosa… ¿por qué gritan tanto? –pensó Albert, asomándose de su escondite, viendo en la lejanía como Blaze era apabullada por una mujer asiática, recibiendo elaborados y elegantes golpes que la tenían toda moreteada, sintiendo un paralizante escalofrío al volver a verla, como si su corazón se parara por un momento y después retomara su funcionamiento, escondiéndose nuevamente.

¿Cómo te atreviste a escribir eso sobre mí? –preguntó Mei Ling, pateando a Hóng Zhū en el piso, agachándose para agarrarla desde su camisa, observándola con ojos de ira.

¿No te gustó que escribiera Mei Ling es una puta barata? –respondió Hóng Zhū, diciendo el insulto escrito con piedras en el idioma de Mei Ling, habiéndolo aprendido de Long—. Jeje, no tengo nada contra las putas, pero sabía que te molestaría. Agradece que no encontré más piedras o…

Mei Ling siguió golpeando a la destruida Hóng Zhū, quién ya no podía mantenerse en pie ni defenderse, limitándose solamente a hablar sandeces para irritar más a la asiática.

Ya me cansé de esto, mira mis ropajes todos manchados con tu sucia sangre, se acabó –determinó Mei Ling, dispuesta a darle el golpe de gracia a Hóng Zhū, volteando a la muchacha, dejándola boca arriba, pisándola con su pie izquierdo en el pecho—. Muere, cerdita.

Albert apareció repentinamente, abalanzándose sobre Blaze, cubriéndola y gritando.

¡No, no, no la mate! –gritó Albert, mientras que Mei Ling saltó hacia atrás, poniéndose en guardia frente al recién llegado—. ¿Estás bien, Blaze?, ¿por qué no te has defendido?

Hóng Zhū se quedó mirando al delgado muchacho con barba incipiente con ojos desorientados, intentando incorporarse del piso, siendo ayudada por Albert para lograrlo, sentándose apoyada en él, hablándole lentamente, visiblemente herida.

Así que… fuiste tú el que… gritó eso aquel día –dijo Hóng Zhū a Albert, dejándolo helado con sus palabras.

Blaze, no me digas que no… –respondió Albert, mirándola fijamente a los ojos, agarrándola desde los hombros, sin sentir un ápice de su energía mágica y física—. Soy Albert, tu escudero, ¿me recuerdas, cierto?

No… no recuerdo nada, no te he visto… en mi vida, lo único que agradezco es… que hables mi idioma, realmente me sentía excluida… acá –respondió Hóng Zhū, cansada, viendo como brotaban lágrimas de los ojos de Albert.

¡¿Qué le hicieron?!, ¡¿por qué está así?! –reclamó Albert a Mei Ling, sujetando a Blaze desde su cabeza, notando la cicatriz en ella—. Maldita, ¿fuiste tú?

Creo que ustedes se conocen, –dedujo Mei Ling al ver la interacción de los muchachos—, aunque ella no parece recordarte. No me culpes de eso, así que no me mires con esa cara de odio, chiquillo.

Albert se paró frente a Mei Ling, extendiendo sus brazos, cerrándole el paso a la asiática, con el rostro lleno de furia.

No te dejaré pasar, tendrás que acabar primero conmigo, pero no te será fácil, lucharé hasta la muerte por ella –dictaminó Albert, protegiendo a su señora, dispuesto a dar su vida.

¿Acaso crees que necesito acercarme para hacerle algo a Hóng Zhū? –preguntó Mei Ling, chasqueando sus dedos, electrocutando a la ya derribada Blaze, produciéndole un profundo dolor, convulsionando hasta que la descarga acabó ante la atónita mirada de Albert que no sabía que estaba pasando.

Blaze tiritaba en el piso mientras Mei Ling carcajeaba sonoramente, Albert se arrojó al piso para examinar a la electrocutada joven, sintiendo olor a quemado proveniente de su piel y cabello.

¡Esto no puede estar pasando, eres Blaze, la hechicera del fuego más poderosa! –gritó Albert desesperado, temiendo que la vida de Blaze se le estuviera escapando de sus manos, intentando alzarla para llevársela y escapar juntos, pero era un peso muerto inmenso que no podía soportar en ese momento, cansado de saltar toda la noche, llorando por su debilidad—. Párate, por favor…

Mei Ling abrió los ojos a su máxima capacidad, apuntando a Albert, reconociendo una de las palabras que el oráculo dijo en su griterío.

¡Conozco esa palabra! Fuego… No sé por qué la habrás dicho, pero creo que es un buen final para ustedes dos, es una lástima que aparentemente se reencontraran en estas condiciones, al menos se irán al otro mundo de la misma manera –dijo Mei Ling, sacando unos talismanes desde dentro una de las largas mangas de su traje—. ¡Hagemashiryuu!

Las letras escritas en uno de los talismanes que Mei Ling tenía en su mano se iluminaron, consumiendo el papel lentamente, despidiendo olorosas cenizas, mientras que desde la boca de la mujer emergía una potente luz que se transformó en una potente llamarada, la que iba dirigida directamente al oráculo y a la desmemoriada hechicera.

Albert se giró justo cuando el flujo de fuego iba a impactarlos, abriéndose de brazos para abarcar la mayor superficie posible, intentando recibir todo el ataque, gritando con todas sus fuerzas.

¡Nooooo! –bramó Albert con masculina voz, apretando los ojos y dientes antes de sentir el quemante fuego, pero el ardor nunca llegó, siendo empujado lentamente hacia atrás, arrastrándose por sobre la tierra, viéndose rodeado por una fina esfera de color aguamarina junto a Blaze, que yacía curvada dentro de ella con los pies hacía arriba, inconsciente, mientras que el fuego era disipado en todas direcciones, sin llegar a dañarlos—. ¿Qué es esto?

Mei Ling sopló el fuego desde su boca, apoyando su barbilla en su mano derecha, consumiendo completamente el poder adjunto en el talismán utilizado, esperando haber reducido a cenizas a los extranjeros, pero se encontró con la sorpresa de que seguían vivos dentro de una esfera protectora que los rodeaba.

¿Qué, acaso eres un hechicero también? –preguntó Mei Ling a Albert, con hilos de humo saliendo de dentro de sus rojos labios, pero este no entendió ninguna de las palabras dichas, encogiéndose de hombros, con cara de sorpresa—. Está bien, pero esta vez no sobrevivirán a un ataque de esta magnitud… ¡Hagemashiryuu!

Mei Ling activó seis talismanes a la vez, atacando con una destellante llamarada que calentó el espacio protegido por Albert, quien confirmó ser el creador de la defensa, sintiendo como menguaba su energía mágica y su resistencia física al aguantar el feroz ataque de la maga oriental, agrietándose la esfera, metiéndose pequeñas flamas al interior por las fisuras.

¡¡¡Blaze!!! Tienes que despertar, no… seré capaz… de mantener esto por mucho… más… ¡tiempoooo! –gritó Albert, poniendo sus manos al frente, apoyándolas en la pared protectora, quemándosele las palmas y dedos, gimiendo de dolor, sudando el poco líquido que aún retenía en su cuerpo—. ¡Blaze, prometí no volver a cuidarte la espalda y lo estoy haciendo, deberías estar disgustada, no te hice caso, despierta y golpéame!

El ataque de Mei Ling movió a los jóvenes varios metros, avanzando junto con ellos para abrasarlos efectivamente, continuando hasta lograr despedazar la esfera aguamarina, disolviéndose los trozos de esta en el aire, desapareciendo sin dejar rastro alguno, lanzando a Albert por los aires con las manos ennegrecidas y el cabello y barbas chamuscados, cayendo pesadamente en el suelo, sin consciencia. Por su parte, Blaze continuaba tirada en el piso sin saber del mundo.

Ahora acabaré con ustedes –dijo Mei Ling, activando cuatro talismanes a la vez, disponiéndose a atacar a los jóvenes caídos—. ¡Hagemashiryuu!

¡Nuestros héroes están completamente indefensos! Albert dio lo mejor de sí con una habilidad desconocida para él; sin embargo, no logró su cometido. ¿Quién podrá salvarlos de una muerte segura?, ¿quién repatriará sus cenizas? Esto y mucho más en el próximo capítulo de BLAZE!

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