YENIFER LA CANTANTE

YENIFER LA CANTANTE

angel jesus

31/01/2017

YENIFER LA CANTANTE

Estaba yo de chofer de una camioneta de pasajeros al servicio de un conjunto musical y entre mis obligaciones, me tocaba llevar parte del personal a sus viviendas después de las intervenciones musicales de dicho conjunto.

Era la Directora del Conjunto una bella mujer, de unos 40 años, no muy alta, con unas piernas bellísimas, blanca, de pelo negro liso encrespado, que le caía en cascada y tapaba sus hombros. Ojos negros, boca sexi, nariz normal, voz grave que usaba sabiamente para inducir al romance, senos medianos bastante firmes y erectos.

Todos los integrantes se acomodaban a su antojo en la camioneta y ella se sentaba a mi lado, provocando en mi persona gran intranquilidad y turbación, ya que el volante del vehículo era completamente horizontal y mis brazos quedaban bastante altos y ella, que iba a mi lado, con cualquier curva o movimiento, tocaba con su seno izquierdo mi codo y antebrazo derecho.

Con su pierna izquierda rozaba y apretaba de manera intencional mi pierna derecha y como el vehículo era sincrónico, mi brazo derecho se movía a cada instante que hacía los cambios de velocidad, tocando a cada rato su anatomía izquierda.

Siempre hacíamos el recorrido hacia el sitio más lejano y era ella la última a quien llevaba por los lados de la avenida Baralt.

Una noche en que veníamos por la Urbanización 23 de enero, ya después de haber repartido a todo el mundo, decidí acabar con este martirio y me detuve en un sitio solitario fingiendo una falla en la camioneta.

Repentinamente, sin decirle nada a ella, la atraje hacia mí y la besé en la boca, ella no protestó y correspondió a mis caricias y nos besamos furiosamente. Mucho tiempo pasamos así y decidimos que la dejara en su apartamento.

Al día siguiente lavisité en su casa y estaba sola, la comencé a besar y la llevé hacia su cuarto, allí me quité la camisa y ella se quitó la blusa, quedando en sostén, no sé por qué las mujeres se ven tan bellas y sugestivas en sostenes, pero por más bonitos que éstos le queden, quiere uno que se los quiten.

Se los quitó y quedaron ala vista dos bellos senos regulares y todavía firmes, inmediatamente la tiré sobre la cama y comencé a besarlos y acariciar los mismos, besándola a cada instante.

Ya iba a quitarle los pantalones cuando sonó la puerta, entrando un hijo de ella que llegaba de la calle. Quedamos jadeantes, sudorosos y excitados, el muchacho nos saludóy pasó a su cuarto. Convinimos que para el lunes dejaríamos la acción interrumpida.

El lunes, después de repartir los músicos, me paré en la puerta del edificio, ella subió y yo lo hice poco después, entré y me fui directamente a su cuarto, todo estaba oscuro, ella se cercioró que todos estaban acostados y luego fue donde estaba yo.

Luego dimos rienda suelta a nuestras emociones reprimidas, nos amamos intensamente y a las 2 de la mañana me fui a mi casa completamente agotado pero feliz.

Después de esa noche nos vimos muchas veces más, siempre salíamos a pasear en mi carro, sobre todo de noche.

Como ella daba clases de gramática, ya que era profesora de esa materia, todas las noches yo la iba a buscar donde ella trabajaba y nos íbamos a pasear por Caracas, de vez en cuando nos deteníamos en algún lugar y dábamos rienda suelta a nuestro amor.

Me gustaba mucho besarla en la boca, para mí era un deleite tenerla abrazada y le acariciaba su bella cabellera mientras la besaba.

Una noche íbamos por la autopista, cuando de repente el carro que iba delante de mi frenó repentinamente, tuve que hundir el pedal de frenos a fondo y mi carro pegó un frenazo tan fuerte, que sentí el olor a caucho chamuscado.

Todo siguió normal, pero ella quería algo más duradero y comenzó a decirme que porqué yo tenía que ser casado. La verdad es que las mujeres le dan a uno rienda suelta, aún a sabiendas de que uno es casado y luego comienzan a retirarse poco a poco, con pequeñas peleas y disgustos por el hecho de que uno es casado, pero cuando se comienza la relación no dicen nada y después parece que se arrepienten.

Hasta que ella decidió que termináramos la relación, ya que mi mujer y ella se conocían y no quería problemas.

Por lo menos me quedó su grato recuerdo y cada vez que pienso en ella lo hago con gran agrado, mis recuerdos vuelan y me siento feliz de haber vivido esa bella aventura de amor.

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