EN EL PARAISO
Tengo los ojos clavados en ti
miro tus labios color carmesí
tiembla mi cuerpo con ansias de amor
y sólo al rozarte, creo yo morir.
Acaricio tu piél canela
y las yemas de mis dedos van leyendo
-como en Braille lo hace un ciego-
tus sensaciones mas nuevas.
Y voy gozando y aprendiendo
en tu cuerpo de mujer
saboreando las mieles de esa fruta prohibida
que tanto tiempo busqué.
Y comparto contigo mis sueños
mis fantasías lejanas
de esas noches y mañanas
pasadas en soledad.
Y en la penumbra que nos envuelve
mis manos y labios
tu cuerpo recorren de la cabeza a los pies,
sin dejar ningún rincón
humedeciendo tu piel
con el sudor febril de mi cuerpo
que no puedo contener.
Y explotando de amor se tensa mi ser
y al cielo le pido clemencia y castigo
para esa mujer,
«que me ha robado el alma»
-por eso el castigo-
«que me ha dado la vida»
-por eso clemencia-,
que es bien sabido
que amor compartido, no tiene prudencia.
«He mordido la manzana
instado por la serpiente,
y fuera ya del paraíso
os diré, que no es prudente
pues quien lo prueba repite
y mas tarde, se arrepiente».
OPINIONES Y COMENTARIOS