Ella era la única que estaba conmigo,
tenía esa necesidad de planear un futuro,
un amor real sin ficticio alguno.

Saltábamos juntos, íbamos en el mismo tobogán,
Aquel arrecife lleva nuestro nombre,
Pero:
«El amor verdadero es un dolor verdadero».

Ahora necesito de sus palabras
y sus recuerdos no me responden;
no he vuelto a ver el horizonte, no he vuelto a verla sonreir.

Grises madrugadas abrazan mi alma,
incluso la muerte intentó parlar,
solo consiguió llorar.

Días soleados nausebundos,
despiertan mi lado profundo,
aquel que me recuerda que nunca volveré a verla.

Un amigo me dio cuerda para contarle mi angustía,
casí me suicidio.

No necesito una perspectiva distinta del luto,
quiero tenerla sin poseerla,
besarla sin hostigarla,
decirle que la quiero y oír un te quiero de regreso,
no exijo demasiado, solo quiero una razón para mantenerme vivo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS