La paz, el más preciado obsequio

La paz, el más preciado obsequio

La mayoría de las personas desconocen como atesorar un regalo, uno de los más importantes que podemos llegar a tener es un recinto rodeado de paz y tranquilidad, serena añoranza de las grandes ciudades que se vuelcan al ruido y el estruendo en muchas y diversas manifestaciones.

La paz es un regalo de Dios, un guiño de esperanza en la palabra de los que nos rodean y que no puede ser trastocado con violencia, sin embargo en un sinfín de ocasiones esto sucede, se presenta en miles de formas el espanto furioso del ruido y el desorden que puede entrar en el alma en paz para provocar un cataclismo y un alboroto deleznable.

Miles de seres humanos anhelan la paz pero no saben cómo preservarla y guerrean entre ellos para hacerse con algo de la paz del otro, desconocen que ese tesoro se cultiva con paciencia y buena disposición, con decencia y tolerancia, pero sobre todo con respeto por el otro, reconociendo su derecho al espacio personal, a la privacidad…

Vemos a la gente atropellando al vecino, jalonando su libertad de ser y sentir, vemos gente que engulle la paz visual del entorno con sus frenéticos impulsos, gritando su anhelo de ser reconocido entre el bullicio y la multitud, golosos de atención y de privilegio por encima de los demás.

¿Alguien podría decirme que sucede en el mundo de hoy? Tenemos los conocimientos, las leyes que se construyeron antaño para poder tener una vida de la manera que no fue posible en la antigüedad por la falta de conocimiento de la naturaleza humana, de sus motivaciones y de su sensibilidad para hacer del mundo un lugar más comprensivo y sin embargo en mas de una ocasión encontramos muerte, destrucción, guerra y tristeza.

El humanos se empeña en ser su versión más pobre cuando codicia lo que considera le pertenece, cuando se enfrenta a un mundo donde la vida le arrebata su cualidad de ser mejor. Tal vez no maduramos con los sucesos históricos, no crecemos con los años y las experiencias, tal vez los genes que poseemos no dan credibilidad total al conocimiento adquirido por herencia y sólo tejemos y destejemos el mundo para volver al inicio y rehacer el ciclo…

Evocamos a Penélope que tejiendo de día y destejiendo de noche logra frenar la ambición de sus numerosos pretendientes y salvar el reino de Itaca… Parafraseando la idea el escenario nos señala que no se aprende recreando un eterno tejido, sino destejiendo y volviendo a tejer… Triste realidad e humanos que nos miramos en el espejo de un anhelo: Ser mejores, ser más conocedores del mundo que nos rodea, pero bajo advertencia de que futuras generaciones tendrían que hacer algo similar, reconstruir nuestro gastado tejido o innovar un nuevo urdimbre que aun desconocemos de que forma tejer.

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