NUESTRO SAUCE LLORÒN

_¡Que no te muevas niña!_ Le dijo Petri a la inquieta pequeña que no dejaba de revolverse en la silla, haciendo difícil la labor de peinarla, más aún por la torpeza y temblor de sus manos.

_Auchhh…¡es que duele abuela!_ Se quejó Merche, molesta de tantos tirones a su larga y enredada melena castaña, aunque sabía que no servía de nada, pues jamás la dejaría salir de casa con el pelo suelto y alborotado.

Petri impasible tiraba de cada mechón, hasta conseguir que el peine se deslizara como por una seda en todo su recorrido. Una vez conforme, y con el manto ya parejo; comenzó lentamente la labor de hacerle dos hermosas trenzas, que coronó con sus respectivos lazos de cinta blanca.

Sabía que estos momentos y otros, pasados y futuros, se irían borrando de su memoria para siempre, así como iría perdiendo el resto de sus capacidades por añadidura. Sólo quedaba disfrutar cada segundo de lucidez y logros del día a día; por más pequeños e insignificantes que parecieran, para ella lo eran todo.

Miró con orgullo a la bella niña a través del espejo; su única nieta, su amor a primera vista. Era un calco de ella en versión pequeña, no sólo físicamente, al parecer también había heredado rasgos de su carácter y personalidad, cosa que le hacía gracia cuando los manifestaba.

Estuvo pensando en los días anteriores, en cómo le explicaría cuando viniera a pasar su ùltimo fin de semana juntas, que su abuela había enfermado y que se convertiría poco a poco en otra persona muy distinta a la que conocìa, y que además hasta se olvidaría de ella y de todas las personas que querìa.

¿Cómo se le explica eso a una niña de 6 años sin asustarla?, no tenìa idea.

_Merche…cariño ¿te apetece que vayamos a nuestro lugar preferido en el jardìn?, hace un día precioso hoy_ Le dijo con suavidad sabiendo que le gustarìa la idea.

_Si abue…¡vamos!_ Se entusiasmó la pequeña pues siempre que estaban ahì, su abuela le contaba alguna historia.

Salieron al jardín, extendieron una manta y se acomodaron en ese lugar único, bajo el Sauce lloròn. Petri acariciò su tronco de corteza fisurada y mirò sus delgadas y largas ramas flexibles, cargadas de hojas que colgaban hasta el suelo a modo de cortina, creando un espacio màgico o escondite perfecto que supieron aprovechar.

_Niña ¿te he contado alguna vez, que este àrbol lo plantè con mis propias manos?_ Le preguntò para captar su interès

_¿Tù lo has plantado en verdaddd?_ y mirò expectante a su abuela deseando saber màs.

_Fue hace 6 años precisamente, la edad que tienes tù ahora y mira como han crecido los dos. Lo he cuidado con mucho esmero, he apartado cualquier insecto que lo pudiera lastimar, lo he regado y abonado y debo admitir que tambièn le he contado historias y hasta le he dado abrazos…

La niña se tapò la boca reprimiendo una risa…_Ayyy…¿Has abrazado y le has hablado al àrbol abuela?_ y ya no pudo evitar reirse imaginando la escena, y su abuela se le uniò, contagiada de su deliciosa risa.

_Lo he hecho porque quiero mucho a este àrbol niña, y lo ha agradecido creando este espacio tan fantàstico para nosotras, donde hemos sido tan felices. El problema es que hace un tiempo comencè a olvidar alimentarlo, regarlo o protegerlo de las plagas. Varias veces he olvidado abrazarlo…ah!… y el jueves olvidè su nombre, y hasta que vivìa en el jardìn!_ Hizo una pausa, necesaria para que la pequeña asimilara lo que le decìa…

_Pero abuela, anda al mèdico a que te de pastillas que te curen la memoria_ Le dijo con la ingenuidad y sencillez que tienen los niños para resolver cualquier problema.

_No es tan fàcil cielo, lo que tengo no se cura. Eso quiere decir que tendrè cada vez màs olvidos, y nuestro Sauce puede creer que lo he dejado de querer, cuando ya no lo recuerde màs…por eso quiero pedirte un favor muy importante…

Me irè a vivir a una residencia donde me cuidaràn muy bien, y me podràs visitar siempre que quieras, vale?; pero necesito que cuando vengas con tus padres a vivir a esta casa, salgas al jardìn todos los días, abraces fuerte al àrbol, y le digas muy bajito que siempre lo querrè.

Aunque no lo recuerde con la memoria de acá_ Y se señalò la cabeza _ lo recordarè toda mi vida con esta otra_ y puso una mano en el corazòn.

Y la niña asintió pues lo entendiò perfectamente.



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