NOS ACERCAMOS BAILANDO, NOS ALEJAMOS CUANDO DEJAMOS DE HACERLO

NOS ACERCAMOS BAILANDO, NOS ALEJAMOS CUANDO DEJAMOS DE HACERLO

‘La danza o el baile es un arte donde se utiliza el movimiento del cuerpo, usualmente con música’. ‘Algunas personas te dirán que pierdes el tiempo de tu vida bailando. Lo que no saben ellos, es que ganamos más vida al bailar’. ‘El baile es una forma de llegar a la belleza, de dominar cada músculo y lanzarlo a la felicidad’. ‘Bailar es sonreír con los pies, soñar con las manos y vibrar con la música’. Si te gusta y sientes el baile te dedico esta experiencia, si no, también. Lo importante no es quién baila mejor, sino quien goza más bailando.

‘El baile es como una forma de expresión, de interacción social, con fines de entretenimiento, artístico o religioso. Es el movimiento en el espacio que se realiza con una parte o todo el cuerpo del ejecutante, con cierto compás o ritmo como expresión de sentimientos individuales, o de símbolos de la cultura y la sociedad. En este sentido, la danza también es una forma de comunicación, ya que se usa el lenguaje no verbal entre los seres humanos, donde el bailarín o bailarina expresa sentimientos y emociones a través de sus movimientos y gestos’.

¿Desde cuándo existe el baile o danza? Yo creo que desde que el hombre es hombre. Cuando homo sapiens empezó a sentirse civilizado, según su propia evolución, inventaron la música junto con el baile; aunque se puede bailar sin música, es poco habitual.

Para muchos bailar es sólo mover un hombro, una mano, un pie, … seguir el ritmo, sentir la música al fin y al cabo; con eso es suficiente.

Desde que está escrita nuestra historia hemos conocido multitud de bailes, ya sean solos, en pareja, en grupos, sólo hombres o sólo mujeres, … bailes para invocar o expulsar espíritus, bailes para provocar o cesar las lluvias, bailes tribales, bailes para cortejar, bailes para transmitir una historia, una emoción, un sentimiento, …

Existe también el baile como arte: certámenes, concursos; tanto amateur como profesional. Baile individual, en pareja o en grupo, baile en el agua o sobre el hielo, … Es todo un arte, hay que sentirlo como cualquier forma de expresión artística; y hay verdaderos profesionales que te transmiten lo que significa llevar el baile a la máxima expresión.

Podríamos estar escribiendo sobre tipos de baile y su historia, llenando hojas y hojas, libros y más libros. Pero no se trata de eso, lo importante es: ¿te gusta bailar?, ¿qué clase de baile?, ¿qué tipo de música te gusta bailar?, ¿qué sientes al bailar?, ¿cuándo sueles bailar? ¿bailas en casa sólo, cuando crees que nadie te mira?, ¿vas a bailar normalmente?, ¿te gusta bailar sólo, acompañado, con amigos, …?, ¿disfrutas bailando?, ¿eres buen bailarín?, ¿te importa no ser buen bailarín?, ¿bailas aunque sepas que no lo haces bien?…..

Contestando a esas preguntas le trasladarás al que te pregunta mucho, muchísimo sobre cómo eres: si eres optimista o pesimista, extrovertido o introvertido, si eres apasionado o con sangre de horchata; algo sobre tus gustos personales, musicales, … sobre tus relaciones sociales; si eres sentimental o superficial, …

Por eso, yo creo que al ver a una persona bailar, con sólo eso, ya te está diciendo mucho sobre ella; aunque, por supuesto, las apariencias engañan.

Yo llevo bailando desde pequeño. ¿Qué es el baile para mí?…. Si bailo sólo alguna canción especial: me libero, me olvido de todo y me concentro solamente en la música. Percibo como se transmite el ritmo a todo mi cuerpo, desde la punta de los pies hasta mis cabellos. Es una forma de evadirme del mundo, de los problemas, de las penurias de esta sociedad, del trabajo, de todo …. y parece que floto, que estoy volando en estado de ingravidez, un poco extasiado quizás; me siento vivo, con la mente obnubilada, … sólo estamos yo, la música y mi cuerpo que reacciona a cada nota.

Si bailo con alguien, y sobre todo con quien tengo un vínculo especial, entonces no somos una pareja bailando; nos fundimos el uno en el otro, siguiendo el mismo ritmo, hasta nuestros latidos se sincronizan. Cada movimiento, el de uno y el del otro, son un sólo movimiento. Es algo sensual, digo más, sexual; es una explosión de sentimientos mutuos. Todo ello aderezado con roces provocativos, miradas encendidas o pícaras, besos furtivos, susurros que excitan nuestros sentidos, …..y más, mucho más ….

Existen muchas formas y actividades que se pueden hacer para conocer gente, pero todos sabemos que la más utilizada en los últimos lustros ha sido mediante el baile. ¿A quién no le han contado sus abuelos o padres que en sus pueblos o ciudades, aparte de ir a misa (no soy practicante), los domingos se hacía un baile en el salón o en la plaza del pueblo? Las fiestas del pueblo, localidad, barrio, … no se pueden concebir sin su correspondiente baile. Y ¿para qué?, pues para relacionarse, pasarlo bien, divertirse, pero también para cortejar, ¡para ‘ligar’! Seamos claros.

¿Quién no ha conocido a su pareja, su novi@, su marido o mujer, su amig@ en algún baile de algún pueblo, discopub, discoteca, guateque, …. o sino a la actual a alguna o algunas de las anteriores? Pocos pueden decir que no.

Pues yo conocí a una de mis parejas gracias al baile; nos compenetramos desde el principio, nos permitió conocernos rápidamente, a asociarnos, a ser cómplices el uno del otro. Vertiginosamente congeniamos y empezamos a hacer todo juntos; nos gustaba viajar, pasear, cine, … pero, sobre todo, siempre buscábamos el día adecuado para ir a bailar juntos. A los que nos veían bailar le transmitíamos parcialmente lo que sentíamos: ‘Si sacamos lo mejor de nosotros, sacaremos, sin que se den cuenta, lo mejor de los que nos rodean (por desgracia si cambiamos mejor por peor también es cierto)’.

Las semanas transcurrieron, los meses, los años. Éramos muy felices, con altibajos, como todas las relaciones, pero el baile era nuestro aliado. Cuando teníamos algún problema interno, o externo, era una forma de reunirnos de nuevo, de limar asperezas, de olvidarnos de los agentes externos. Era nuestro mundo, de ella y el mío, de los dos; era nuestra burbuja que nos aislaba del resto. Bailando nos aislábamos de sus superficialidades, del mundo material, de la hipocresía, de las envidias, … nos transformábamos en una pareja sin prejuicios, en un Adán con su Eva.

Todavía no sé cuándo comenzamos con las rutinas, las ocupaciones y obligaciones nos absorbían; cuándo penetró en nuestro idilio agentes externo quizás, o quizás éramos nosotros que nos distanciábamos y no hacíamos nada por remediarlo. El caso es que dejamos de ir a bailar de forma asidua. Cuándo íbamos ya no conseguíamos sincronizarnos, evadirnos ni aislarnos; nos seguían los problemas como un remolque que no conseguíamos dejar aparcado fuera de la pista de baile.

Pasaron los últimos meses de nuestra relación con breves escapadas a bailar, pero eran muy, muy esporádicas; hasta que la situación fue insostenible, explotó; no había posibilidad de recuperar lo perdido, pasamos el punto de no retorno.

Y llegó el día en el que definitivamente dejamos de bailar.




FIN

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS