Todo empezó en 1962; pero la curiosidad se sembró cuando su hermano, el negro le dijo que casi siempre que ella cumplía años cuando era pequeña, la tierra temblaba, extraño; por qué la tierra se inquietaba a temblar en sus cumpleaños?, el otro misterio grande en medio de su vida estaba ligado a la niña de la canasta, la niña que veía allí pasando el parque lineal por toda la carrera 30 cuando los ocobos, florecían en amarillo y rosado y formaban un tapete que no discriminaba a ricos, pobres, negros, blancos, a ninguno.

Pasábamos todos los días el parque lineal por la carrera treinta, para ir a estudiar al San Vicente de Paul, primero de primaria, segundo de primaria, tercero de primaria y así sucesivamente hasta llegar el bachillerato donde alterné con todos esos profesores estrictos, buenos quizá.

Para qué decir que habían perfumes sino era cierto, no había fragancia alguna aunque sí, el precioso aroma a nuestra miel, ella ya era y es nuestra y por eso no nos damos cuenta, la ignoramos y hacemos como si no existiera, la miel penetra a todos los rincones de cada casa, de cada habitación y es ignorada porque hemos perdido los sentidos, enredándonos en esos vericuetos de la vida, el subsistir.

La niña salía temprano, siempre en todo caso antes de las siete de la mañana, y llevaba en su canasto huevos, o no sé qué, en realidad; era el año de 1969, y tapaba con un trapo la canasta donde anidaba su realidad, sus ojos eran oscuros y tenía el cansancio y las huellas del sufrir, era una anciana metida en ese cuerpo de niña, esa niña que nunca rio a pesar de haber intentado arrancarle una sonrisa, al menos un saludo, ella nació con la distancia que provee el sufrimiento, que le hacía desconfiar de todos.

Nuestra casa, la de mi bisabuela Manuela, era bella, de bareque, y patio, habían matas, el palo de brevas, el palo de badea injertado con maracuyá, habían flores, esa enredadera que daba flores amarillas, tan comunes en algunas partes sobre todo en tierra caliente, y que nunca supe cómo se llamaba, algunas veraneras, el zapatico chino, el resto se redujo al estudio, mi primaria, nuestro colegio, nuestro empezar a trasegar en ésta vida, mis hermanos mayores, William y Jineth, excelentes estudiantes, mi tío Jorge Enrique, quien fue nuestro maestro de todas las cosas, las primeras letras, la interpretación sin texto, a través de la Gata Tobita, y con letras, Benitin y Eneas, Educando a Papa, o sea Pancho Y Ramona, El Fantasma, Mandrake El Mago, la cantada en grabadora de carrete, “ Allá en el Rancho Grande “; y la televisión en blanco y negro, el primer viaje a la luna, Pérdidos En El Espacio, Tarzán, Viaje Al Fondo Del Mar, Viaje A Lo Desconocido, La Isla De Gilligan, Viaje a las Estrellas, con nuestro premio y nuestros honores para el señor Spock; y todos esos programas que muchos de mis vecinos disfrutaban en mi casa, porque era el único televisor de la cuadra. Claro que sí, porque vivíamos en el barrio Colombia justamente al frente de la fábrica, no, no vamos a hacer publicidad quienes vivíamos al frente, refiriéndome a cualquiera de sus frentes, sabemos a qué nos referimos, una mole de cemento; pero que con la ayuda de toda nuestra imaginación, servía de escondite y base de diversos juegos; un día mi hermano William, al disparo de una pelota de football fue alcanzado por un vidrio que al romperse desde lo alto cayó y se incrustó justamente en su omoplato muy cerca de uno de sus pulmones, después la cogida de puntos, y su pronta recuperación.

Llegó el momento terrible cuando tuvimos que aprendernos las tablas de multiplicar los hermanos chichi, Pedro y Hector Escobar, los Calero, los Salazar, en fin todos los vecinos tomándote las tablas de multiplicar y el no entender desde el principio, aquella ley Conmutativa, para poder responder cuánto es primero 7 X 8, y luego poder responder del mismo modo cuánto es 8 X 7?= 56, cuánta dificultad, ésta en especial me costó trabajo; pero allí siempre estuvo el maestro, o sea mi tío, y el otro maestro o sea mi hermano William. La vida era hermosa entonces en la carrera 30 con calle 37, la vida era perfecta en el barrio Colombia, los patios se comunicaban y podíamos con habilidad desde nuestros techos tomar las naranjas y las granadas de la casa vecina, con un poco de enojo de doña Edilma; que finalmente también era cómplice, porque en últimas todos éramos como de la familia y un pequeño regaño nos caía bien frente a la multitud de manifestaciones de afecto que nos rodeaban.

Para qué crecer si así todo era bueno, era afable, agradable, delicioso, solo estaban las exigencias del estudio y alguno que otro qué hacer; en realidad para nosotros era muy poco, al refugiarnos en la edad, eso tiene su peso, y bueno le sacamos bastante jugo, dormir hasta tarde, hasta que se nos juntaba el desayuno con el almuerzo, y todo nos lo llevaban a la cama.

Nuestra vida se limitaba a las labores escolares; pero girando en el tiempo y en la imaginación a través de, Julio Verne: -­ Viaje al Centro de la Tierra, La Vuelta al Mundo en 80 días, Las Indias Negras, De la Tierra a la Luna, y todos y cada uno de los cuentos infantiles, Gulliver en el país de los gigantes, en el país de los enanos, El Traje Nuevo del Emperador, y todos los demás, entre todos los demás sí estuvieron pero no como todos los demás, las bellas fábulas de Rafael Pombo, “ El Renacuajo Paseador “, “ La Pobre Viejecita “, “ El Gato Bandido “, “ Simon El Bobito” y todas las demás; y ya un poco más creciditos en plena adolescencia, lectura de psicología y uno que otro libro de esos que no eran mandados por nuestra profesora de Español, pues solo leíamos lo que nos gustaba, y los resúmenes de los libros que mandaba la profesora; los muñequitos, o sea los dibujos animados, Mandrake el mago, con su novia Narda, El Fantasma, Fantomas, Benitín y Eneas, Educando a Papá o mejor, Pancho y Ramona; pero siempre La Gata Tobita, que fue mi primera forma de análisis…, esa gatica a rayas, Mafalda de Quino, Condorito con su novia Yayita y el diario El Hocicón, Cabellos de Angel, y Pepe Cortisona, de Pepo, en fin; las radionovelas: “ Arandú, Kalimán y su amigo Solín “ Paciencia Solín…Mucha Paciencia “; era emocionante escuchar la vida de los ciclistas, por radio Todelar sino estoy mal, Cochise Rodriguez, Fabio Parra, Miguel Antonio Niño: “ Un Saludo a mi Apá y a mi Amá… ”; y no es que no hubiera escuchado sobre Lucho Herrera; sino que para entonces, ya había llegado la televisión en colores y eso era ya otra cosa, porque fueron muchas las lágrimas de emoción que derramamos, gritando Colombia, Colombia, Lucho; le doy gracias a Dios porque pude finalmente tomarme una foto junto a Lucho Herrera, muchos años después y tras haberle rogado a otro Lucho, el alcalde de la Palma Cundinamarca, cuando trabajé allá; y una pequeña entrevista en la plaza de la Palma, en que finalmente Lucho Herrera, respondió en forma parca al preguntarle por qué se retiró tan joven del ciclismo? : “ porque no daba más “, fue difícil asimilar la respuesta que aunque diáfana, fue tan corta que quedamos en suspenso, bueno ya se superó.

Después viajamos con: “ Juan Salvador Gaviota “, “ El Tunel “ …Yo Soy Juan Pablo Castell, El Hombre Que Asesinó A Maria Iribarme.. “, “ El Llano En Llamas “, “ La Ciudad Y Los Perros “, “ Sidharta “, “ El Lobo Estepario “, Gibran Kahlil Gibran “ El Loco, El Profeta “ La Carta Al Padre, La Metamorfosis, El Proceso, Otro Paseo; Franz Kafka, y Por Supuesto “ El Principito “, Antoine Saint Exupery, Poesía Al Piso, Pablo Neruda, y Sus Veinte Poemas De Amor y La Cancion Desesperada, El Chile De Pablo Neruda, “ Buenos días, puedo pasar?…mi nombre es Pablo Neruda, y soy poeta…”; Mario Benedetti, Dostoiesvki, “ El Idiota “, Maiakovski, y su Orden No. 1. A Los Ejércitos Del Arte: “ La Brigada de los viejos repite sin cansarse y la cantinela es siempre la misma, Camaradas a la barricada…Yo digo barricadas del alma y del Corazón…basta de verdades baratas arranquen lo viejo del corazón…las calles son nuestros pinceles, las calles son nuestras paletas, en el libro del tiempo aún no han sido escritas, las mil páginas de la Revolución, a la calle futuristas, tambores y poetas…“ y por siempre mi Leon De Greiff “… y si el amor se fue y el amor huyó dejemos el amor y vamos con la pena y abracemos la vida con ansiedad serena por la amada tan bella, por la amada tan buena…corazón mentiroso si siempre la amaré”, “esta mujer es una urna llena de místico perfume…”, Relato De Sergio Stepansky “ Juego mi vida, cambio mi vida…la llevo pérdida sin remedio…”; pero también, mi Cesar Vallejo, y Una Piedra Negra Sobre Una Piedra Blanca, Paris Octubre 1936, Los Heraldos Negros: “ Ay golpes en la vida tan fuertes, yo no sé, golpes como del odio de DIOS, como si la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma yo no sé, abren zanjas oscuras en los lomos más duros y en los rostros más fuertes, serán tal vez los rostros de bárbaros Atilas o los heraldos negros que nos manda la muerte…”, Masa, Luna, Espergesia “ Yo nací un día que DIOS estuvo enfermo…todos saben que vivo que soy malo y no saben del Diciembre de ese enero…”; ah y Edgar Alan Poe, y Eleonor…Never More, Never More, y mi Porfirio Barba Jacob, Ricardo Arenales, con su canción de la vida profunda, y su Balada De La Loca Alegria “ Mi vaso lleno del vino del anahuac…mi esfuerzo vano, esteril mi pasión …”, Estancia; Albert Camus, El Extranjero, Charles Dickens: Los Papeles Póstumos del Club Pickwick “ …donde comen dos comen tres…” , Tiempos difíciles, Thomas Stearns Eliot : “ He medido mi vida con cucharitas de café…”Jaques Prevert “: Para hacer el retrato de un pájaro, Este amor…, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Jorge Luis Borges y su Arte Poetica: “ …mirar el río hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro río saber que nos perdemos como el río y que los rostros pasan como el agua, ver en el ocaso un triste oro, tal es la poesía que es inmortal y pobre, La Poesia Vuelve Como La Aurora y el Ocaso…a veces en las tardes una cara nos mira desde el fondo de un espejo, el arte debe ser como ese espejo que nos vuelve nuestro propio rostro…”; no olvidemos a Whitman, y sus hojas de hierba, George Orwel y 1984, el gran hermano, el totalitarismo todo un discurso…, Milan Kundera; Gabriel Garcia Marquez, El Coronel No Tiene Quién Le Escriba, Cien Años De Soledad: “ Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendia, había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo…”, El Amor En Los Tiempos Del Cólera, Ojos De Perro Azul, El Ahogado Más Hermoso Del Mundo, Crónicas De Una Muerte Anunciada, claro que sí, nuestro insigne nobel; otro cuento Politzer, Las Cinco Tesis Filosoficas de Mao Tse Tung, Karl Marx y su visión del Hombre Creador, Federico Engels, El papel del Trabajo en la Transformación del Mono en Hombre, La División del Trabajo, Capitulo VII – El Capital, La plusvalía, la explotación del hombre por el hombre, “ cuando la ovejas se comían a los hombres…”, qué botadero de corriente.

“ Un Pedazo De Amor Y Una Ventana “, y otros cuentos de Manuel Cofiño, y por supuesto Nicolas Guillen, y toda la poesía, y la nueva trova cubana; Jose Carlos Becerra “ El otoño recorre las islas “.

La música toda, la clásica es perfecta, la popular también, la música colombiana, José Alejandro Morales; y más allá del bien y del mal La Piragua del maestro Jose Benito Barros, El Limonar, de Rafael Barros, el maestro Jorge Villamil, y la nuestra, la canción social, Mercedes Sosa, Pablo Milanés, Silvio Rodriguez, Ali Primera, Horacio Guarani, Violeta Parra, Ana Y Jaime, Piero, Pablus Gallinazus, Soledad Bravo, mi Paco, cantando a Leon Felipe, a Garcia Lorca, al Arcipreste De Hita, Quevedo, Jorge Manrique,” coplas a la muerte de su padre “,“ poderoso caballero es don dinero” , “ cómo tú “, qué suene la música como siempre suena en medio de mí vida porque si se calla el cantor muere la vida, Así podemos ver el mundo al revés como Facundo y sulobito bueno “.

Nunca pudimos aprender a montar en patines, aquellos patines de cuatro ruedas, que eran los de mi época, mucho menos después, los patines en línea, apenas si montamos algunas veces en bicicleta, y especialmente en el gran triciclo de Armando Murillo, mis honores a éste organizador que siendo niño no escatimó en prestarnos su triciclo, todos en orden hagan fila, y así todo sale bien, una vuelta completa, yendo y regresando en el corredor inmenso de su casa, así compartimos la alegría; en bicicleta sobre todo allá en la Angelira, donde don Alfonso Lopez, nos llevaba a pasear, don Alfonso el suegro de mi hermana Jineth, era feliz llevando a su familia y amigos a pasear, lo digo con toda seguridad, porque se le notaba la alegría de llevarnos a pasear, y un gran homenaje a doña Mariela su esposa, quien era su cómplice.

En realidad fuimos muy de buenas porque tanto a mi papá, como a mi mamá, les gustaba pasear, con mi papá, por lo menos cada quince días, o cada mes, íbamos a Buenaventura, La Bocana, Ladrilleros, muy pequeña conocí el mar, la arena, la exquisita comida del pacífico, la tortilla de camarones, fui muy feliz en mi niñez porque pude jugar, saltar, pasear, mis papás me quisieron mucho, y yo a ellos, mi papá para mí siempre, fue y será un gigante, pues sentado en su silla de ruedas, pudo gracias a DIOS, darme gusto en muchas cosas, a las que al parecer no podía tener acceso; pero que fueron posibles.

Mi abuelo Raul, el esposo de mi abuela, es decir mi mamita Maria, nos sacaba también a elevar cometas, al matiné, a los títeres, desde pequeña pudimos ver obras de teatro, títeres y marionetas; y qué no decir de los cuentos de espanto que nos narraba, “ La Patasola, La Llorona, La Viudita…”, nos daba mucho miedo escucharlos; pero pedía aquellos cuentos y allá en el Distrito Educativo No. 2, donde habían tantas sombras en la noche, nuestra imaginación nos hacía aterrorizar; pero qué hubiéramos hecho sin la imaginación y todo ese nutriente que nos daban nuestros abuelos.

La casona era grande, y una parte del piso en madera, miedosa, porque se veían muchas sombras, se sentían ruidos, sobre todo en las noches, y aún en las tardes cuando los funcionarios de la educación, abandonaban el Recinto, las oficinas del Distrito Educativo Número 2. Adelante estaban las oficinas, los Supervisores de Educación, en el día era usual, que llegaran los maestros, algunos padres de familia, al fin y al cabo era una institución estatal. Nuestro abuelo era el vigilante permanente del Distrito Educativo, tenía unas manos mágicas y con ese don inefable que Dios le dio creó un hermoso jardín, donde habían bellitas, rosas salmón, rojas, amarillas, blancas, también helechos, y bellos arbustos que entre verdes y colores hacían olvidar que se trataba de una institución del gobierno. Había un gran salón al fondo donde generalmente se hacían las reuniones de profesores, se hacían ensayos de obras de teatro y danzas. Mis abuelos cuidaban el Distrito, y vivían en una mediana habitación al lado del gran salón del fondo, donde generalmente se hacían los ensayos de danzas, y teatro, las reuniones de maestros. La habitación estaba rodeada de plantas ornamentales, y medicinales, sauco, apio, manzanilla, blanca y pastusa, poleo, rosas, limoncillo, flores, badea, limón, y una hermosa enredadera de flores blancas, que lograba formar una alfombrilla aérea.

Mi hermano Jairo, fue criado por mis abuelos y allí creció y fue así como también llegué pequeña a aquel Distrito Educativo, visitaba a mi abuela Maria, a mi abuelo Raul, y sobre todo a mi hermano Jairo; comía pegado de arroz, que a mi abuela le quedaba muy bueno, muchas cosas ricas, hablo de una de mis viejitas, mi abuelita paterna, en realidad no puedo decir cuál cocinaba mejor, cuál lo hizo mejor porque en dicho tema todas fueron expertas, Manuela, Amelia, Maria y hasta mi Rosita, mi mamá. La cocina quedaba en el centro de la casa, allí lateral, luego el baño y el lavadero de los abuelos; pero de todo eso que he hablado, lo importante no era que mi abuela siempre tuvo sus guacamayas, su loro, o que también había siempre un perro que ayudaba a cuidar. No, lo importante de todo, lo emocionante fue que en aquel Distrito Educativo, justo pasando por el pasillo de madera que emitía sonidos aterradores para nuestra edad, allí justo en la inmensidad de los pasillos y de dos o incluso tres de las oficinas, estaban inermes y en metal de color gris y puerta de vidrio, las pequeñas bibliotecas, en esas bibliotecas estaban los tesoros. Allí estaban todos aquellos cuentos infantiles, y otros viajes, El patito feo, El soldadito de plomo, caperucita roja, la bella durmiente del bosque, Hansel y Gretel o la casita de chocolate, Pulgarcito, La Cenicienta…La misión no fue difícil; aunque sí requirió de nuestro ingenio y nuestro esfuerzo, convencí a mi hermano Jairo, para que entre ambos, y con una pequeña palanca, pudiéramos levantar la puerta de las bibliotecas y así poder llegar a aquellos libros, a través de los cuales voló nuestra imaginación. También a veces usamos un alambrito, cuando la biblioteca tenía doble llave, el trabajo fue dispendioso, y claro que sí valió la pena, entonces en el año 1969, ya habíamos aprendido a leer y a escribir y aunque estábamos estudiando, no había tanto dinero para la compra de los libros, además estando tan cerca y tan pendientes de todo, constatamos que nadie leía aquellos libros y menos los niños; estuvimos muy de buenas de no haber quebrado los vidrios de las bibliotecas, todo dejado en orden, aquí no ha pasado nada.

Mi papá, contaba historias extraordinarias, pues soñaba con que había sido torero y que así al cogerlo un toro, era que había quedado discapacitado, mi bella, mi preciosa, mi chiquita, mi mamá Rosa Ines, sencillamente nunca creció, ni física ni materialmente, siempre fue una niña desde que nació, hasta que murió a sus setenta y seis años, cuando el cáncer quien ya le había hecho embates, se la llevó corroyéndole su colón y nuestro corazón.

Quién se iba imaginar que hasta para partir se pusieron de acuerdo, mi papá, William Rodriguez, mi gordo falleció el 20 de Diciembre de 2010, y mi mamá el 05 de Enero de 2011, y no puedo decir cuánto me hacen falta porque no encuentro palabras para expresarlo, solo darle gracias a Dios por concedérmelos, por prestármelos para aprender mucho de ellos.

Un preámbulo a la universidad con Libardo Orejuela, El Negro Alfredo Caicedo, Pedro José Barreto, El Mono Miguel Barriga, Adriana Delgado, Helmer Sanchez, Jose, Eduardo. El ingreso a la Universidad, sí fue importante, porque conocí a todos esos locos y desadaptados como yo, Hermes Sanchez, Fernando Martinez, Henio Marquez, “ PANTAGRUEL”, German Giraldo, Gilmar Tafur, Elver Muñoz, Juan pablo Cruz, Los Julian, Armando Palau, Waldir Cáceres, Mario Wilson Castro, Wilson Ruiz, Eduardo Fidel Pastrana, Alvaro Nieto, y Tantos Compañeros, Fabio Cardozo, Pacho, Los Fredys, Piter, Cristina Bolaños, Hugo, Anibal Arias, ; Lucelly, y la Mona, adscritas a la policía nacional, a Polo por supuesto, y a Toño, el doctor Antonio Moreno Rumié también, bueno él era nuestro todo; no sé cómo no desbaratamos la USACA, ahora USC, exagero, la verdad; éramos unos loquitos pacíficos, ahora nos damos cuenta, a todos nos gustaba la literatura, la música, la poesía, la pintura, tomar cerveza y hablar carreta al piso, ir a paseos y pensar que en realidad éramos capaces de hacerlo todo, que no había nada imposible, asistíamos al teatro municipal, coleándonos la entrada, para eso eran los amigos que eran los porteros en la entrada, ver por lo menos cinco veces Barrio Ballet, la Historia de la Salsa a través de la música y el baile, y luego el gran logro de haber podido ser portera del Teatro Municipal de Cali, aunque fuera por corto tiempo; y hacer lo propio, dejar entrar a mis amigos, escuchar, ver y recibir un beso en la mejilla de Joan Manuel Serrat en concierto.

En la U, pudimos cambiar el mundo en la cafetería, por lo menos en aquellas charlas interminables llenas de risas y picardías, donde se habló de todos; pero no se le sostuvo a nadie, en los inolvidables encuentros en el salón “ Tuto González “, o entre cada baile de nuestros compañeros afro, Rito Soto Nieva, que nos enseñaron a bailar sin dar el paso solo moviéndose en el mismo mosaico, todo en las fiestas de primiparos donde éramos uno, allí se acababa el cogobierno y las distintas ideologías, la salsa nos enseñaba la fraternidad.

Perseguir literalmente aquel compañero Inspector de Espectáculos Públicos, y finalmente poder asistir al concierto del Gran Combo de Puerto Rico, en Primera fila; en la plaza de toros de Cali, donde de tanto que organizaron y reorganizaron Cristina Bolaños y yo quedamos muy cerquita de la orquesta, lo que no impidió que le gritaramos “ papíto “, como todas las demás al gran cantante, y “… a comer lechón a comer pastel “, éstas sí son las cosas inolvidables, recuerdo que mi compañero inspector de espectáculos públicos, tenía algo que ver con la clínica Franklin Delano Roosevelt, en fin donde quiera que esté muchas gracias, ese día fue uno de los más felices de mi vida, como lo fue cuando Joe, presentó a Carlos Puebla, en el coliseo del pueblo, y donde pudimos gritar a nuestras anchas en medio del concierto “ Cuba Si, Yankees No “; qué hermoso concierto y hermosas compañías, Cristina la anfitriona, Eduardo Fidel, su amigo, su papá el Doctor Eduardo Pastrana, y toda la música y el sabor de Cuba.

Ya tenía mi primer hijo, Alejandro, y con este gran motivo para vivir, e ir al teatro, a los títeres, “ Mundo Creador “, y las obras de Rafael Pombo, La Pobre Viejecita, EL Gato Bandido, El Renacuajo Paseador; con mi propio Gato Bandido en su interpretación, cuántas noches de charlas, y tardes de largos diálogos y disquisiciones inconclusas, la eternidad del hablar y soñar, y botar corriente allá en los Turcos, en charlas sencillas y agradables que siempre nos hicieron olvidar que la vida es cumbiambera y que está llena de vericuetos y sinsabores.

; “trabajar, terminamos derecho, y nos salió la judicatura en El Doncello – Caquetá, un municipio hermoso, y hermoso, que huele como todo el departamento del Caquetá a pasto verde, estiércol de ganado, que es verde, que huele a húmedo, donde te atrapa la manigua, y donde siempre te quieres quedar o por lo menos regresar porque ese verde solo es comparable a la inmensidad del mar.

La música norteña, Billete Verde: “ me contaron las paredes que ahora que anduve en el norte, andabas requepintada, que traías tu minifalda y cabellera dorada, que andabas de baile en baile, todita despechugada…”.

La fritanga del Doncello, en las noches en la galería, en su plaza de mercado, y el Kumis, Los Chorizos, La Florida De Los Claros, y Épocas cuando Yaneth,: “ esta es mi tierra bonita, mi tierra preciosa, mi Valle del Cauca….”, y la Terraza, en Puerto Rico.

La Esmeralda, y su río, su arcilla y las cuchas, los temblones, las sardinas y el verde azul, el verde, el verde, el verde, el verde, el verde, el verde, el verde, el verde, en todas sus tonalidades que da al reflejo del sol y de las sombras, cuando llega la tarde y va a anochecer, las ranitas que se metían por debajo de la puerta, y alguna vez un murciélago visitante.

Alejandro mi hijo mayor, tenía doce años, cuando nació en el 92 mi hijo Lucas, era pequeño y no quise llevarlo a donde había tanta violencia, a mí me tocó sencillamente; Puerto Rico en el año 1997, no tenía luz eléctrica, es que apenas iba a llegar el Estado a partir del proceso de paz, que se iniciaría en San Vicente Del Caguán, aclaro el estado ya debía estar, y estaba representado en algunas instituciones incluyendo en la que trabajé; aunque no podríamos asegurar que el mismo cubriera las necesidades de toda la población.

Llegarían los medios de comunicación y era necesario aparentar la presencia estatal desde siempre.

Para ese periodo trabajaba en Puerto Rico, y quiero confesar que nunca pensé que fuera presenciar tanta violencia, tantas muertes, tanta desazón; no obstante llegó el día de la bomba contra la Fiscalía, eso fue un día que no recuerdo cuál, no quiero recordar cuál, y como a eso de las diez de la noche, sencillamente volaron la Fiscalía, ya esto había sido anunciado, que nadie se movilizara entre seis de la noche y seis de la mañana, por el pueblo y menos por la carretera, con instrucciones para permanecer por lo menos a doce metros de distancia de carros o personal de la policía o del ejército, o si no, no responderían por sus actos, amenaza contra la institución, en fin, esa semana estuve de turno, y realicé por lo menos diez levantamientos de cadáveres, por eso no me di cuenta, o sea, no escuché cuando sonó la bomba, contra la Fiscalía, porque me había acostado a descansar apenas entregué el turno, y mis compañeros no quisieron despertarme porque entendieron que podría darme algo, dada la labor. Al otro día despertarme y ver la casa llena, me refiero a la casa de doña Orlinda, la suegra de Cesar, y madre de Rocio, su esposa, la bella casa de doña Orlinda, donde pude escapar a la tristeza de la muerte, sembrada con flores y llena de pajaritos, que me recordaron siempre que Dios hizo lo bello, lo tierno, y que sí existe.

Fue Una oportunidad para volver a lo urbano y recordar el hastío de la naturaleza humana, después de varios traslados hasta ubicarnos en esta inmensa realidad, sin temblores, sin establecer jamás qué sucedió con la niña de la canasta, a la que siempre llevo en el recuerdo.

FIN.

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