La nueva generación de humanoides

La nueva generación de humanoides

Rocío Sánchez

22/12/2016

He comprobado que la gente camina cada vez más rápido por las aceras. Andar más deprisa que yo nunca fue tarea complicada, pues soy de naturaleza paticorta, aunque de paso ligero. Pero últimamente he sido protagonista de verdaderas carreras de fondo. Y estoy convencida, porque no existe otra lógica, de que estas personas se han transformado en navegadores súper avanzados que no pueden escapar de su ruta establecida.

Es como si entraran en bloqueo cada vez que intentan desviarse del trayecto. A las tres, almuerzo rápido. A las cuatro, café con los compañeros del trabajo, y a las cinco, hora de volver a casa rezando por encontrar poco tráfico. Estos seres mutantes y superiores a cualquiera de los mortales planifican y organizan hasta el último suspiro de sus vidas. Y cuidado si alguno te muerde, pues es contagioso. Ayer me encontré con uno de ellos y estuve casi a punto de sacar la agenda para verificar que todo estaba a la orden del día.

Sin embargo, estos humanoides de primera generación todavía presentan algunas taras, defectos que aún no han sido depurados. Son incapaces de controlar sus emociones y, bajo esa máscara de normalidad común, ocultan sus sentimientos más profundos. Porque, aunque intenten negarlo, y por más que se nieguen a reconocerlo, ellos alguna vez también fueron personas de carne y hueso. Niños que se ensuciaban con el barro, perdían el control del tiempo y que solo salían corriendo si se trataba de jugar en el patio a la hora del recreo. Tiempos en los que la rutina era no tenerla.

Y han ido olvidando, con el paso de los años, la felicidad que les producía no tener absolutamente todo bajo control, renunciando a su capacidad de improvisar.

Presta atención a sus palabras, son seres astutos y van a intentar persuadirte. Para ellos la paz reside en acabar la larga lista de tareas que tienen por hacer.

Resiste, que no te engañen. Estos humanoides no saben todavía que los mejores planes de la vida se improvisan. Y que no hay nada más maravilloso que alguien que tropieza en tu camino para romperte los planes y alterar tus propias reglas.

Últimamente he sido protagonista de verdaderas carreras de fondo. Y yo, que no soy muy rápida, creo que voy a echar el freno.

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