El Último Recuerdo

El Último Recuerdo

Azul 1975

30/10/2018

Ya le había perdido el miedo a las drogas, hoy era parte del círculo. Me pregunto en que terminara esto, mientras mi adicción sea controlada, normal, no?

Da igual, de todas formas mi vida ya estaba hecha mierda.

El cáncer crecía cada vez más, es como si cada segundo contaba tenía que correr contra el reloj, y al otro lado, estaba él. Siempre lo extrañé.

Ya estaba casi cerca a casa mientras meditaba cuando oí que me llamaban.

– Hey, Jessi ! Espera un momento – era el jilipollas de Carlos, seguramente venía para tirarnos un bate.

– Carlos, cómo vas. Qué haces por aquí, no me digas que otra vez andas metido vendiendo para esos perros. Ay no! – No hacía falta que lo diga, siempre supe que Carlos les hacía el negocio al negro y al colitas.

– No mana ya dejé eso, ahora solo son mis amigos.

– Claro, Carlos. Ese cuento que te lo crea tu vieja – le di un leve empujoncito.

– Tu cómo vas ? Ya regresaste a la UNI ?.

– Sí, y llevo cursos con un tipo que nos llevamos bien. Es medio tarado pero me gusta.

– No es novedad tía, siempre te han gustado los tarados, sino mira nomás a tu ex.

– No me hables de ese marica.

– Todavía no lo superas o que ?

– La verdad, si quisiera regresar, lo haría, pero el men me la bajo toda cuando me dijo que tenía una bebé en camino, con su amante. No quiero andar de madrastra, no. Para mí ya murió Leo.

– Pero él todavía te quiere – dijo en voz baja.

– Ya no me importa, el amor es así. Un día lo amas y al otro, no.

– Mira tú, dando lecciones de amor, y pensar que hace un año estabas llorando en el café bar, tomando tu Pilsen.

– Ya cállate. No te digo nada cuando te fijaste en la loca del bar.

– Tranquila, pues me callo entonces. Pero eres muy cruel, sabes! – dijo mirándome mientras me señalaba con su dedo acusador.

– Ya lárgate Carlos – Dije y me metí a casa, ya había llegado.

Me pongo a buscar mi móvil, era el motivo por el que había regresado a casa cuando me dirigía a buscar a Jack, él era un amigo de la UNI, era el único con el que me sentía cómoda, no era mujer pero era agradable poder salir a conversar sobre la vida y nuestras anécdotas universitarias.

Joder, lo encontré. Estaba envueltas en las sábanas. Había un mensaje, era de Carlos. Me desmayé apenas termine de leerlo y escuché que la ambulancia llegaba.

Jessi, Jessi, Jessi !!… Escuchaba entre sueños. Era mi madre que intentaba despertarme desesperada cuando por fin abrí los ojos y de inmediato agarré mi casaca y mi móvil y salí corriendo con la vista desencajada, sentía que él pecho se me abría y me quedaba sin aire.

» Jessi, soy Cleo, estábamos con Carlos y hubo una pelea de los del barrio cuando íbamos de regreso a mi casa. Eran del grupo del negro con el Charly. Dispararon a Carlos cómo venganza. Tu eres la única que puede ayudarnos, yo tuve que escapar porque estaba con la merca que me había pasado «. Jessi te necesitamos»

El mensaje repetía en mi cabeza mientras esa última parte resonaba aún más » dispararon a Carlos» – Tenía los ojos llenos de lágrimas.

Por fin llegue al lugar, la poli ya había cercado el lugar para impedir que se acercarán los curiosos. La gente que pasaba murmuraba, «era un drogadicto», «no le querían en su casa», «tenía malos amigos», «una escoria menos», «se lo merecía por andar en malos caminos», no soporte esa última frase y me levanté enfurecida » ya callense, hijodeputas !».

– Me levanté y me acerque a abrazar a Carlos, estaba tirado en el piso lleno de sangre, la bala había logrado atravesarle el cuello y otros dos en el pecho y la pierna, imaginé que lo hicieron sufrir en presencia del negro antes de darle el último tiro.

La policía vino a apartarme de él y llevarme a un lado para hacerme preguntas sobre mi vínculo con él.

No les iba decir nada. Estaba muy dolida, no podía soportar la idea que en tan solo minutos había perdido a mi amigo, era un torpe pero era un gran pata, aún sin tener ni un puto sol siempre estaba dispuesto ha ayudarme, siempre vivía la vida loca el cabron – sonreí mientras me secaba las lágrimas y fumaba el ultimo lucky que tenía en la chaqueta. Sentaba en la puerta de mi cuarto, tenía el corazón hecho mierda.

Carlitos, te voy a extrañar, nunca te gustó la cerveza pero me hecharles uno por tí y un bate a tu nombre, supongo que sonreiras al verme, lo sé.

Esa misma tarde, ya eran casi las 10 de la noche, la gente empezaba a llegar a los bares. Tome mi chaqueta, recogí mi cabello en un flojo moño y me puse el polo de AC/DC y mi jean negro con la unica zapatilla negra que tenia. Encendí otro cuarto y salí a buscar una cerveza. Empeze a caminar mientras seguía dándome vueltas en la cabeza de la posible discusión del negro con Charly. Charly tenía una bronca desde años atrás con el negro por una merca que le robaron, pensé que ya habían arreglado ese tema pero no, el negro siempre se rehusó y Carlos tuvo que pagar los platos rotos. No es justo, malditasea ! Maldito seas negro de mierda, todo es tu puta culpa!

Tire el con fuerza al piso mi cigarro. Para darme cuenta en uno de los bares estaba sonando la canción de los Bee Gees, era la única banda en común que nos gusta gustaba con Carlos, siempre tenía unas músicas de mierda como Bob Marley y sus asquerosos trap’s. Los típicos pendejos de las calles lanzaban piropos atrevidos, semejantes miserables, ojalá algún día se moririan en coma etílico.

Entre al bar y me senté casi a la puerta, la señorita vino con su carta lista para ofrecerme las bebidas que disponían, antes que los pusiera en la mesa dije.

– Una Pilsen, porfavor.

De inmediato ella intervino y dijo:

– Son 12 soles, señorita. Pero ahorita tenemos un promoción que sería dos Pilsen por 20 soles – le noté el acento, era venezonala. Ya estaba harta de ver tantos de esos en mi país, pero que más da, venía por la cerveza.

– Bien, dame la promoción – saqué los 20 y pagué de inmediato.

A los 2 minutos vino traendo las dos cervezas, estaban bien heladas, era lo más delicioso que podría existir. Procedí a servir el primer caso, la espuma casi llegaba al borde del vaso, tome ello y me lo empuje como shot. Ya casi terminaba la primera botella, me sentía relajada, más complacida, intentaba llenar ese vacío que dejo mi amigo.

Había dos tipos que me miraban del otro extremo, me estaba siendo incómoda su forma de vigilarme así que de golpe me pare del asiento y me dirigí a ellos, tome la silla libre que tenían de lado y me senté en ella haciéndoles de lado el vaso y la botella que tenían en la mesa.

– Se les perdió una igual? – me señalé la cara con una mano.

Me miraron mudos. Iba ser una perdida de tiempo hablar con esos idiotas, eran los de esos pendejos que les gustaba fastidiar cuando estaban en su grupito de marranos.

Regresé, a mi mesa y estaba un tipo sentado, sonreia mientras miraba como amenazaba a los dos pendejos del otro lado. Era José, el «cejotas». Hace un tiempo salía con él, pero nunca hubo nada concreto.

– Que haces acá cejotas ! – supuse que estaba de pasada porque estaba en casaca negra y polo negro y unos jeans azules con las típicas zapatillas de Vans. Su clásica colita con rulos sujetadas atrás y lentes negros.

– Vengo de ver a Evans, me contó lo que pasó.

– Si, se nos fue…

Interrumpió una llamada, era Cleo.

– Cleo, cómo estás, dime qué fue exactamente lo que pasó.

– Jessi, perdoname por no haber podido hacer mucho – estaba llorando.

– Cleo, no fue tu culpa. Tranquila.

– Mañana me voy a Houston, necesito tomar nuevos aires superar esto. Cuídate Jessi, y despideme de Carlos. Esta culpa de haberlo dejado siempre me perseguirá.

Estaba claro que no quería dar detalles de lo ocurrido.

Nos despedimos en un fuerte abrazo, después de todo, ya era lo único que me quedaba.

(Lo siento, no llegué a terminar este escrito. Si les interesa saber el desenlace, déjenme sus comentarios y haré el esfuerzo de terminarlo)

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS