Quisiera escribir versos en su piel,
versos y palabras santas y palabras comunes,
tierra, madre, mujer, Luna y Sol,
en el cobre de sus mejillas y en el suave dorso de su pie,
en la erizada piel de su pecho…
con manos temblorosas de emoción,
en mi lengua madre y en todas las lenguas del Universo,
en sánscrito y esperanto,
en kichwa y épera,
en el idioma de los pueblos que resisten
y también de los que dominan,
para cambiar las palabras de guerra por girasoles
que se deslicen por su costado,
lentamente…
más lento que los pesados tristes recuerdos.
—
Quisiera escribir versos en su piel
y rozar su boca por accidente
con las finas fibras de mi pluma de ñandú,
para estremecerme una vez más
y recomenzar con palabras hermosas,
esperanza, hermana, hermano, beso,
desde el castaño oscuro de su bajo vientre
hasta la última curva de su rostro claro
y hasta la dignidad de su frente
siempre en alto a pesar de este mundo plástico
de misiles y de papel verde.
—
Quisiera escribir versos en su piel
con mis veinte dedos y mis labios también,
manchados de cien colores,
versos de arco iris y palabras sencillas y nuestras,
arrurrú, ananay, quinde y ayahuasca,
dibujar también en blanco y negro
en las anchas estepas de su espalda,
búfalos mitológicos y tapires
que cabalgan hacia dos montañas hermosas y redondas
donde nace el Sol de los que aman y de los que luchan.
—
Quisiera escribir versos…
entre las olas de su piel madura
y las palmeras y la caoba de sus piernas y sus brazos,
entre los perfumes de sus selvas,
palabras femeninas,
coraje, dignidad, doble jornada,
aunque algunas se acompañen de el,
y mezclarme en la humedad de sus mares
para morir en paz… ahogado de dicha.
—
Quisiera revivir al otro día entre sus brazos
y retomar el pincel para escribir su nombre,
como palabra sagrada,
más hermosa que belleza y que abrazo…
pintar con rasgos firmes y rápidos,
no vaya a ser que en la demora
alguien robe el espíritu de los versos
y los condene al recuerdo lejano,
donde no haya letras ni palabras,
ni plumas ni colores,
ni ojos para maravillarse ni piel para sentir
y sobre todo… no exista usted.
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