Y siempre lloraba en el ocaso

Y siempre lloraba en el ocaso

Larairo Lara

11/08/2018

No, no eran todos los atardeceres. Eran solo los de luz blanquecina y piedra y silencio. Los de añoranza ilusa de lo que no existió, o existió, pero no brilló lo suficiente. Ojalá hubieras sabido que eran la guitarra, las olas y el grito del alma los que alibiaban la punzada. Porque ya ellos son efímeros y en la naturaleza de lo espontáneo no hay lugar a la tristeza de lo arrebatado. Solo hay amor por el regalo. Sube la marea. 26/11/2017. 16:37

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