Diario Literario, Paul Léautaud

Diario Literario, Paul Léautaud

Ediciones y talleres de escritura Fuentetaja y la Fundación Escritura(s) editan el

Diario literario, de Paul Léautaud

920 páginas, escogidas por Pascal Pia y Maurice Guyot

Escena de El amor en fuga, dirigida por François Truffaut, 1979


Diario literario, Paul Léautaud

Traducción de Cecilia Yepes

Con textos de Pascal Pia y Roberto Calasso

920 páginas, 45 euros.

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Reseñas y críticas en red:

Carlos Pardo, «El tonel y la torre de marfil»en Babelia, el País, Libro de la semana

Juan Bonilla, «La pasión por el detalle» en Cultura, El Mundo

Ana Esteban, «Los diarios del inmoral Paul Léautaud, el paradigma del selfie», El Asombrario, Público.

María Jesús Espinosa de los Monteros, «Paul Léautaud, el hombre que vivió con 300 gatos» ValenciaPlaza

Diego Zúñiga, «El libro del año» Revista QuéPasa, Chile.

Hector J. Porto, «Escuálido, apasionante» La voz de Galicia

Daniel María, «Diario literario», Qué Leer


Sería necesario leer cada mañana, antes de empezar el día, un par de páginas del diario de Paul Léautaud, a fin de afrontar la vida sin ninguna pretensión, ni énfasis, ni ilusión.

Julio Ramón Ribeyro

¿Cómo elegir los textos que íbamos a incluir? No ocultaremos el problema con que nos hemos encontrado. Había que procurar no traicionar a Léautaud, no rechazar ninguno de los temas que le gustaban, atormentaban o irritaban, no censurar lo que sus palabras tienen a veces de un tanto libertinas, pero no manifestar tampoco preferencia por las más picantes. Había que hacer también de modo que la selección efectuada entre las miles de páginas constituyesen finalmente algo distinto de un simple conjunto de muestras.

Pascal Pia

Léautaud fue, como ya lo he dicho en un ensayo, de esos escritores que no pueden inventar, que escriben exclusivamente sobre su experiencia. Su obra solo quiere ser testimonio, documento. Ese es el primer dato con el que se arma su figura. El segundo es su prédica por un lenguaje simple y directo, sin adornos, una prosa de Código Civil (su escritor favorito era Stendhal). El tercero: que escribir era su máximo placer; esto también se lo dice a Robert Mallet, respondiendo a una pregunta: ¿qué es lo que más le ha gustado en la vida? “Escribir, y sentarse en un sillón a fumar”.

César Aira

Como bien dice César Aira en Las tres fechas, «la intimidad fue para él la tierra fecunda de la atención, el único medio en que el sujeto puede cumplir su función respecto al mundo: experimentarlo, registrarlo, hacerlo real». Para ello prefirió un lenguaje parco y veloz, una prosa de frases solas, ligadas por la naturalidad del pensamiento, sin parches ni soluciones de compromiso. «Ciertos momentos de mi vida los he vivido dos veces: primero, viéndolos, y en seguida, al escribirlos. Sin duda los he vivido más profundamente al escribirlos», decía Paul Léautaud, un viejo enfermo, un viejo contagioso que amaba y odiaba y rabiaba y escribía.

Alejandro Zambra


Del Diario literario…

[…] Para vivir bien, hay que pensar a menudo en la muerte, dice, creo, un proverbio. No sé si he vivido bien, pero nunca puedo conocer a nadie sin que piense enseguida en la actitud que tendré que adoptar cuando siga su entierro.

[…] Por otra parte, ¿qué es, realmente, ser un gran escritor?

Cuando uno piensa que se dice: un gran escritor, del pobre Flaubert, que solo fue un obrero del estilo –si bien ese estilo es de una uniformidad desesperante y gélida–, sin inteligencia ni sensibilidad. No hay ninguna frase perfecta de M. France que produzca tanta emoción como la menor frase seca, escrita con desenfado, de ese tierno y turbador M. Stendhal. Escribir bien no lo es todo, hace falta además que, bajo las palabras, discurra una sensibilidad. No me comprenden cuando reprocho a ciertos estilos el carecer de capacidad de turbación…
Y además, el insoportable tedio que se desprende de la perfección… Mientras que…
El descuido, un cierto descuido es un gran principio, un motivo, en arte.

[…]

Me estoy volviendo novelesco al envejecer. Me paso el tiempo leyendo novelas de amor. Es para compensar todo aquello que habría amado y que la vida no me ha dado. Me doy cuenta de que no soy tan seco como podría creerse. Parto con mis héroes en sus aventuras. Sueño, río, deseo, sufro con ellos. Cuando cierro el libro, noto como un pellizco en el estómago y contengo con esfuerzo la necesidad de llorar. Por unas horas he escapado a mi vida mediocre, le he dado un sentido a mis sueños inútiles.

[…]  He pasado la tarde haciendo limpieza, y seleccionando, entre mis carpetas de notas, papeles, correspondencias, recortes de periódicos, copias de cartas, y no he terminado. He bajado cerca de dos tercios al jardín y los he quemado. He notado como una especie de comezón por hacer lo mismo con mis carpetas del Journal. He encontrado bastantes papeles relacionados con él, notas tomadas abreviadamente, varias, sin fecha, lo que va a aumentar mi falta de entusiasmo y de interés en la preparación para la edición, la forma en que pospongo sin cesar este trabajo lo demuestra.
En esta selección de papeles, he encontrado una nota que escribí sobre esas mujeres que hacen más o menos el amor con un anciano fingiendo que les gusta, burlándose abiertamente de él…


En sus últimos años Léautaud alcanzó una notable popularidad a través de 22 entrevistas radiofónicas realizadas por Robert Mallet en las que la espontaneidad (Léautaud no quería conocer las preguntas previamente) y la fuerte personalidad del escritor lograron fascinar a una audiencia improbable.


Fotografías de Izis y Jacques Rouchon.


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