Oir y sentir es de los humanos la mayor hazaña que hay, oler a través de el tiempo, y de la distancia es de los humanos los sentimientos más profundos que suelen experimentar.

Sentir como cruje la madera por las noches, oler la lluvia cuando cae, oir la tierra como respira, y ver como corrías descalzo por aquellos pasillos llenos de alegrías y felicidad, atrapar los rayos del sol que se cuelan por entre las hojas de aquellos gigantes alegres y danzantes al sentir las caricias de un aliento fresco y apabullante.

Saborear el olor a mojado de la tierra con los pies descalzos y el pelo depseinado, caminar en sus calles con iluciones de un pueblo hermitaño, laderas, cerros ,arrollos ,ríos, senderos, y un gran sabio que nos cubre con el sabor de sus hojas desde lo más alto.

Así es mi pueblo mágico que de entre las montañas serranas se levanta cada mañana al son y trino de los pájaros, con el sabor a humo y el olor a Jobo dulce, escucha crugir las piedras de sus calles pequeñas, con el azul de aquel mar sobre tu cabeza, lleno de nubes blancas y grises que bañan aquel suelo fértil y pasivo.

Entonces el ocaso con sabor a humo que se cuela de entre tus cabellos, tortillando y esponjando al son del fuego lento, con tantos olores que penetran, en cada golpeteo ala masa de maiz, hace rechinar la madera vieja que en el techo está, dando paso a aquellas alas que brillan en la noche con prisa se apiñan los colores sobre la bombilla.

Siento la nostalgia mirando al techo viejo y es aquí donde la vida se detiene, donde los secretos infantiles vuelven para sentir tu regaso tan comodo, donde el miedo se pierde sintiéndote fuerte,con tu sonrrisa y tus manos cansadas reconfortan mi ser.

El sabor a café por las mañanas con olor a levadura que llena de gozo mi más grande deseo de permanecer aqui así, como un ave que no abandona el nido, bañados en rocío con las alas mojadas vuelan libres los colibríes, alegran los colores que en la lejanía me despiden de esta tierra lejana.

Adiós amor de mis amores que a mis sentidos congelas, cuando el tiempo corre y la noche llega, esperaré a mañana, que el amanecer me traiga devuelta, aquí a estas tierras lejanas, que con su manto me protejan y con alegría me devuelvan, aquellos recuerdos, de una infancia buena.

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