Y corrimos tan fuerte como pudimos, sabíamos lo que venía detrás…

En un segundo pude tomarte de la mano y juntos emprendimos el gran viaje. Volaban, nos golpeaban, eran miles. Los colores se hicieron luz, la luz quito la oscuridad que nos separaba. Nos envolvimos entre ese gran brillo para darnos el primer saludo, esa primera conexión a lo divino, la primera vez…

El calor era cada vez mas intenso, mas rojo, mas fuego. Nuestras almas habían hablado antes de conocernos, nos dijeron que venían de Júpiter en donde solo vivían por el amor que alguna vez los unió, y así como alguna vez fuimos ahora somos para no dejar de serlo. Todo había comenzado para vos y para mi, todo envuelto en llamas. Alrededor nuestro estaban ellos, los miles. Nos miraban con la sonrisa mas hermosa, como la que solo un niño recién nacido puede darte, todo era nuevo, todo era luz, todos los colores nos acompañaban. De repente el sonido se hizo presente y comenzó a crear las formas mas hermosas, comenzamos a vibrar al son del amor y asi sin dejar de elevarnos emitimos un suspiro, el suspiro que logro contemplar lo divino. El éxtasis hecho carne, la carne llevada a la expresión mas sutil de la pasión… pero hacía rato que habíamos dejado el mundo tal cual lo conocemos y tal cual se conoce. Ahora estábamos en otro al que llamábamos nuestro, nuestro mundo de amor. Y nos volvimos a mirar, te vi, me viste. De nuestros ojos comenzó a salir agua que al caer fueron creando los ríos, esos ríos cristalinos donde se fusionaba el color con el amor dejando la pureza en el mismo aire. Tu boca hacia siluetas de fuego al vibrar por la exaltación de lo desconocido, temblaban al compas de la creación. Todo era muy intenso, apenas podía verte por el brillo en mis ojos, pero me llenaba de paz el sentirte dentro de mi, ese mi inexistente en cuerpo, ese mi elevado en yo superior.

Y entonces nos encontramos en un mundo creado solo por nosotros en donde no había otra cosa que nuestro amor, en donde las palabras dejaron de tener sentido, donde la mirada dejaba de necesitarse sino mas que para contemplarnos. Y asi seguimos por la eternidad en donde cada día tenemos la posibilidad de elegir seguir jugando, de seguir mirándonos, de seguir fusionándonos en las mas profundas temperaturas, en lo mas profundo de nuestro ser, en donde nos amamos.

Y entonces seguir… y entonces jugar… y entonces crear.

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