«vacaciones en el interior»

Una pareja viaja a otra ciudad a ver a unos amigos con una niña. En vez de hacer otra cosa se la pasan colocando artefactos a su coche ( la niña es ya una entendida en eso que se llama «tunear».

Final:

– en el fondo si que lo hemos pasado en el interior, pero en un interior pequeñito.

Sonrisa sardónica de él y palabra fin que ocupa mucha viñeta.

Artefactos del coche: súper sonido, tapizado, calavera en el cambio de marchas, espejos panorámicos en retrovisores, fotos estereoscopias en las viseras, minibar en reposabrazos trasero, minitele detras del cambio, revisteros en espalda asientos, reposacabezas astronáuticos, sensor temperatura del motor, aguja indicadora aire forzado parabrisas tintado arriba, muñecos colgando del retrovisor, cajón portadocumentos de copiloto con combinación caja fuerte, asiento modificable con botón, 3 pares de faros, pequeños alerones atrás, sensor de vibración de los pistones, análisis en tiempo real del nivel de plomo en mezcla en reverso tapa depósito, nivel batería con dibujos animados, sensor presión neumáticos y dibujo ruedas, termómetro agua radiador, aire acondicionado con iones negativos, ambientador (porta mete la pata, cree que es un sensor de movimiento).

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» el Virus Torperza»

Un efecto residual de la gripe, que éste año batió con mucho los récords de contagio, afecta a la coordinación locomotriz y en algunos casos produce confusión mental. Éstos síntomas son pasajeros y no revisten gravedad.

La única persona no afectada es una mujer contrahecha y malcarada (pero sonriente) que acaba, agotada, de ayudar a sus conciudadanos.

– joder, cuando todo vuelva a ser normal a ver si van a hacer ellos lo mismo por mi.

– si yo sabía que pasaba algo, lo noté en la cama ántes de levantarme: abrí un ojo pero no pude mover nada más, me daba miedo a producir un desastre.

– efectivamente, me lavé la cara con agua hirviendo en lugar de agua fría y se me cayeron los pantalones del pijama al peinarme. Tuve que hacerme tres cafés porque los dos primeros los vertí. Y me heché un cigarrillo teniendo otro encendido que chamuscó el envase de margarina, pero eso era normal. Anda que si no llego a ir con tanto cuidado…

– Salí a la calle. Antes de llegar al quiosco de prensa, una viejecita me esperaba compungida en el portal: no sabía qué pasaba que era incapaz de abrir la puerta. Tuvimos que dejar entrar a un señor trajeado que venía con mucha prisa. Pasó colándose y se dio con la puerta en un hombro pero aún soltó el maletín y lo pisa en falso dando con todos sus huesos en el suelo. Otra abuela que esperaba sentada en el sofá de la entrada le dijo «siéntese aquí un rato, verá cómo se le pasa”.

Conseguí llegar al quiosco no sin ver como la gente por la calle cometía estúpidos errores: chocarse con la farola por ir leyendo, patinar por pisar una hoja del suelo o una rejilla mojada con jabón, niños que ataban piernas con la correa del perro, una pareja que de hacerse un cariño acabaron en presa del cuello en el suelo.

Cuando estaba haciendo cola la vi a ella, ayudaba a un señor mayor que con el bastón, no atinaba a levantarse de un banco.

Miré al quiosco y supe que vendría hacia mí. Ella suponía la inminencia de un desastre.

Efectivamente, todos los fascículos estaban apilados en equilibrio. La misma señora que los tiró se esforzaba en sacar un periódico de los de abajo. Todo cayó cuando se le rompió un tacón y buscó asidero. La quiosquera, del susto, sacó la cabeza incorporándose y derribo toda una tira de publicaciones sujetas con pinzas a una barra.

«la abuela sabe»

A la Abuela solo la saca una nieta voluntariosa, que hace malabares con sus 3 trabajos — “tu crees que los mayores lo tenemos todo perdido, la alegría, la agilidad, la belleza, la menoría, pero no es así, yo he pasado 83 años de mi vida escuchando y se todos los secretos de tus padres, de tus hermanos, de tus primos… y de ti. Y también de otras personas que tu no has conocido. Antes nos llamaban viejos pero nos respetaban y para muchos éramos útiles. Ahora nos segregan en guetos que parecen amables y lujosos, pero no lo son porque no hay calidad en la atención humana”.

– Abu, vaya ¿tu crees que yo podré tener una vida para mi algún día?

– Ese chico al que no te dejan ver ¿tu lo amas?

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«ingeniería genética»

– No, no, tienen que ser dóciles, si es a costa de que salgan medio tontos no importa.

– He dicho débiles, pero no sin defensas que si salen a la calle en invierno se resfríen y en verano no aguanten el pelo. Tenemos importantes inversiones en impermeables caninos en las can-peluquerias.

– Pelo de rápido crecimiento, por supuesto.

– Tamaño mínimo, cuanto más raquíticos mejor, se venden como roscas.

– No le preocupe el cruce de raza, hombre, le damos un nombre nuevo y pureza 100%. Pedigrí de clase alta con carnet y certificados y lo que haga falta.

– Un detalle, su can debe ir con protección, no queremos que la competencia nos fusile nuestras creaciones.

– Que cociente intelectual tendrán? ¿y a quien coño le importa que ladren? ¿es que no ha visto usted nunca un perro mudo?

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«El Sastre de los Recuerdos»

Piensa en tu recuerdo como una sombra. Ella va siempre pegada a ti. Cuando la creas, estás justo debajo del punto de luz, no puedes verla pero ella ya está allí. Te vas moviendo y tu recuerdo crece, se estira, se agiganta, pero no te das cuenta de que al amor de otras luces se va degradando y en un momento te abandona, desaparece. Y otra sombra extraña o amiga ocupa su lugar. Pero no se ha ido del todo, solo tenemos que desandar nuestros pasos e ir al punto de partida, volver a la luz que generó ese recuerdo. No es psicoanálisis, no hay interpretación, es solo un ejercicio de tu mente.

– Mira, me han hurtado recuerdos fundamentales. Me han ido llenando la vida con otras informaciones, cada información con su presión. Me han ido obligando a adaptarme, a ver las cosas de un modo más conveniente y se me han ido creando agujeros, algunos tan grandes que me arrastran sin remisión hacia su negro centro, a la negación, a la nada, al vacío. Deseo llenarme de vacío y escapar así de las verdades.

– Recuerdos, alguno muy querido ¿no?

– Si.

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«hombre monstruo»

Hombre que tiene un monstruo dentro (se ve en pasos toda su transformación) encuentra por fin un asentamiento de seres semejantes a el, pues sus monstruos afloran de sus barrigas y él puede verlos en un día caluroso. Pronto la convivencia se hace insostenible, pues la comunidad no puede tolerar a un ser que se ha despojado con tanta facilidad de su antiguo ciudadano (vimos como arrojaba sus atributos a un hoyo y los enterraba). Desconsolado, el hombre-monstruo cava con una piedra plana atada a un palo, un gran agujero en el que enterrarse. Cuando ha terminado asoman los topos, sus nuevos amigos, «me topé con una topa y mi vida ha cambiado»

– Cáspitas ¿que es esto, mitad topos y mitad castores? (y le enseñan grandes construcciones).

– Aquí estaré a salvo de ataques, solo debo aprender a cavar por agua y a comer raíces, frutos secos y esos bichitos que salen de la tierra.

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