Se me han perdido
los versos
que antes me daban de comer.
No los encuentro,
porque tú ya no puedes
inspirarme.
La nostalgia que carga mi espalda
es tan basta
que no me deja pensar.
Y para qué iba seguir esperando
una muestra de cariño
correspondida
si sólo pensabas en ti.
Fue culpa mía,
y sí,
mía fue la culpa
de darte tanto
cuando tampoco pedías nada.
Ni siquiera te molestaba
la incertidumbre de que mis pies
hubieran entrado en casa
una vez pasadas las
las seis
de la madrugada.
Yo quiero un amor correspondido,
romántico hasta arder
y sentir frío
solamente
con la ventana abierta.
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