Hay un extraño en casa.

Hay un extraño en casa.

Felipe Echeverri

12/07/2018

Volví y me sumergí en los más oscuros rincones de toda la casa, buscando de esquina en esquina cada parte de mi que se había extraviado hace unos años. No tenía indicios de mi paradero más que quién les esta narrando este fragmento aquí presente; la persona que suele ser, pero que se ha perdido completamente. Caminé por los terciopelos de los sillones, recorrí el soporte de las espesas cortinas que reflejaban la luz azul del día, subí a la bombilla más alta para intentar ver algo desde arriba… pero la verdad es que la luz me cegaba. Decidí bajar de nuevo, y recorrí mi habitación de arriba a abajo, sin rastros de mi; Era extraño tener que encontrarme. Me tope con las ratas en el camino y ellas me comentaban con tónica irreverente que era inútil esforzarme tanto, ya que jamás hallaría algo; Era gracioso que se parecieran tanto a mi, pero no les creería. Me retire balbuceando y frunciendo el ceño.
Continúe sin interrupción mi travesía imposible, siendo esta una de las más grandes. Intentando buscar respuestas que nadie me podía otorgar. Verdades silenciosas que nadie creería. Vicisitudes amargas. Pero no me resignaba, porque me encontraba en revolución contra mi. Así que apartando toda la basura y porquería de mi habitación, salí por el marco negro y empolvado de la puerta. Me fui estrecho agarrando las paredes, pues algo aprendí de aquellos roedores. Mientras intentaba llegar a la cocina, mi mente no dejaba de pensar en lo desastroso que sería nunca hallarme, me aterrorizaba.
Llegué a mi destino y rápidamente procedí a buscar en la basura, las cucarachas se enfadaron por invadir sus usufructos y fueron agresivas al momento de dirigirse verbalmente a mi, me preguntaron que porque me hallaba en aquél lugar, y les respondí que estaba buscando respuestas, ellas muy sabias respondieron: “Si no eres de la basura, pocas respuestas obtendrás en el lugar incorrecto”. Reflexioné acerca de esto y tenían un poco de razón, pero para mi la verdad no podía ser absoluta. Sin más remedio que abandonar este tedioso lugar de mugre y plagas, decidí subir al tejado, al menos este era inaccesible para algunos. Levante la mirada y me perdí en las nubes esponjosas, algo similar a un sueño, la diferencia era que estaba consciente en todos mis sentidos. Este era el único lugar que no guardaba tanta miseria, y nunca se me ocurrió seguir con la mirada, el horizonte infinito.

Aún sigo perdido, pero me hallo cuando veo que la vida no es tan tediosa en algún lugar lejos de aquí donde me gusta guardar un poco de esperanza.

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