Un desayuno con hormiga

Un desayuno con hormiga

Martin Iron

13/07/2018

Está desayunando en la cocina. Café con leche y dos tostadas de margarina con mermelada. Domingo. Una hormiga camina por el borde de la alacena. Parece perdida, lejos del hormiguero. El insecto avanza en círculos, hacia adelante, hacia atrás, izquierda, derecha. Retrocede y vuelve, no sabe bien cuál camino elegir. ¿O estará dejando un rastro para que otra hormiga la encuentre y pueda volver al hormiguero? ¿Cómo vino a parar sola hasta este sitio?

El café con leche se está enfriando, ha generado un aspecto marrón oscuro. ¿La ciénaga donde van a morir las hormigas? Cuando mastica la tostada, imagina que devora una hormiga gigante. El crujido del pan es la coraza del cuerpo ovalado.

El insecto ha iniciado una dirección recta y de pronto algo le indica por dónde seguir y baja en vertical hacia el suelo. Su andar es rápido, decidido, como si ya no le importase nada, a punto de estrellarse como aquellos aviadores japoneses de la segunda guerra mundial. ¿Será una hormiga kamikaze?

La hormiga ha decidido no inmolarse porque aterriza en el suelo y se dirige hacia donde está desayunando. Sorprendido ha dejado de masticar. ¿El hecho de haber pensado en la hormiga, hizo accionar una señal química flotando en el éter que el insecto capto sin querer con su primitivo pensamiento y produjo un cambio en su comportamiento, atraída por el campo energético de una inmensa e inesperada señal desde lo alto? ¿O la longitud de su pensamiento se multiplicó y la onda mental expansiva fue atrapada por las antenas de la hormiga que sucumbieron al encanto, dirigiéndose de inmediato hacia el origen de aquella dulce y desconocida fuente de luz que solo podría captar una hormiga?

Siente que de alguna manera, ha determinado la elección de la hormiga y que ahora, si dicha hormiga este andando por la mesa donde desayuna, es solo responsabilidad suya. Por un lado estaría la posibilidad que «mente superior domina a mente inferior» pero¿cómo? Si acaso accionó algo sin darse cuenta que provocaría lo que provocó, sin saber cómo funciona la mierda esta de la telepatía que leyó tantas veces en las revistas de divulgación científica. ¿O accionó algún algoritmo de la física cuántica? Por decir algo…

Ahora la hormiga se ha detenido. Quizás este mirándolo esperando una nueva orden suya, una desconocida respuesta, sin saber a dónde ir, encandilada por aquel haz neuronal que provocó su respuesta automática haciéndola ascender hasta la mesa, porque donde se encuentra alcanza a ver como se mueven sus antenas en una clara señal de ¿bueno y ahora qué?

No piensa en matarla, por supuesto, tampoco abandonarla a su fin luego de tanto esfuerzo neuronal. Ya no tiene nueve años. Entonces se dedicaba a atrapar hormigas de distintos colores y las colocaba dentro de un recipiente de cristal lleno de tierra para ir observando como fabricaban el hormiguero. Primero las hormigas marrones que eran las más laboriosas, esas son las que construían los túneles. Luego las negras que eran grandes y torpes, no podían entrar por los orificios del hormiguero, por lo tanto vagaban por el recinto hasta que se encontraban con alguna hormiga marrón y avisaba de la invasión de hormiga negra al resto de sus camaradas hormigas marrones y esto provocaba la huida en banda hacia el refugio subterráneo, con el riesgo de permanecer allí dentro hasta morir de hambre. Pero aquí no acaba el asunto, la emoción mayor venía cuando arrojaba las hormigas rojas que son asesinas y comenzaban matando a las negras, para luego penetrar en el hormiguero y exterminar a las hormigas marrones.

Pero esta mañana desayuna en la cocina y solo hay una hormiga que él desconoce si colabora con el sistema y cumple su función biológica sin cuestionarse, obedeciendo a su reina sin chistar. ¿Sabrá que unida a otras hormigas podría derribar un árbol si se lo proponen sin esperar la orden de su majestad? Si acaso su sistema biológico se lo ordenase, sería capaz de hacerlo. Como sería capaz de desprenderse de su propia carga y ayudar a una hormiga a sobrellevar su hoja de carga monumental porque aquella hormiga, aunque puedan levantar veinte veces su peso, está agotada de tanto trabajo ¿O acaso será una hormiga atómica, futuro insecto sobreviviente de su especie, junto a las primas hermanas cucarachas, de un cercano apocalipsis nuclear que tanto deseamos en las películas catástrofes? ¿O es la hormiga de la fábula que se cruzó con la cigarra y fue en busca de mas alimento y es una avanzada de futuras hormigas que aparecerán en la cocina hasta saquear todas las pertenencias? Porque aquí encontrarían suficientes víveres, imagina. La vanguardia de una invasión termita, devorando a su paso el marco de las ventanas y las puertas, la alacena con los estantes, la mesa con las sillas y la biblioteca para luego devorar página por página de cada uno de sus libros, introduciéndose en los lugares menos sospechosos, consumiendo sustancias lejanas de convertirse en alimentos como la pasta dental o la pomada de zapatos. Y aunque este insignificante insecto está lejos de la suposición, en tamaño y distancia, siente o percibe, no lo sabe bien, de tener los instrumentos o el código lingüístico para comunicarse, lo haría sin dudarlo y se sumergiría en la pequeña mente del animal para saber qué siente y cómo se percibe un mundo tan pequeño que su grandiosos cerebro tardaría en comprender.

Y nunca entendió porque Gregor Samsa, luego de un largo sueño intranquilo, se convirtió en un «monstruoso insecto» o en una cucaracha, como cuentan otras traducciones y porqué no se transformó en una hormiga. Le hubiera resultado mas fácil escapar de aquella familia paranoica y le habría ahorrado a Kafka aquellas horripilantes descripciones. Porque él cree que una hormiga es mucho mas lista que una cucaracha solo por la simple razón de tener sellado en su ADN aquella función social de grupo que la distingue de los demás insectos cuya existencia debe ser legitimada cien por cien, por la acción y adherencia de pertenecer a la comunidad del hormiguero y es la causa de que esta hormiga vague solitaria, sin norte. ¿Cómo será la soledad que experimenta? se pregunta. Separada de su tribu, en un continente desconocido, atraída por radiaciones neuronales, fuera de la experiencia de hormiguero pero aún viva y coleando.

Y acaso esta señal química que sin querer accionó hasta que hizo obedecer a la hormiga, ya no vuelva a establecerse porque el insecto ha recomenzado su antigua marcha sin rumbo, a lo largo de la mesa y entonces le tocará a él decidir qué hacer con el libre albedrío de la hormiga.

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