Rastreando Raíces

Rastreando Raíces

Wendy González

02/07/2018

Lejos del clima frío y opaco de la cuidad, a cinco horas de Bogotá, en un terreno cálido y húmedo cerca de Villavicencio habita hoy en día un pequeño porcentaje de integrantes de la tribu huitoto, pasando por el pueblo de Pompeya y a dos kilómetros de un pequeño caserío llamado Puerto Colombia, residen en malocas las familias de esta tribu que hace parte de la cultura colombiana y construyen historias que complementan el sentido cultural del país pero que hoy en día se encuentran en peligro de extinción.

Contextualizar su historia es explicar que los huitotos hacen parte originalmente de la zona selvática y amazónica de Colombia, donde grandes familias conformaban las comunidades junto con otras tantas etnias que sobrepasan los treinta tipos de tribus; entre estas se encuentra los carijona, quienes actualmente han desaparecido por completo a causa de la explotación del caucho donde se realizaron guerras intertribales entre huitotos y carijonas, para evitar ser esclavizados; al ser los huitotos más numerosos, obtuvieron la victoria y acabaron con la tribu carijona. Los huitotos sobrevivientes actualmente se han expandido desde Perú y Brasil hasta los recónditos lugares de Villavicencio y Bogotá, divididos en los cuatro diferentes grupos que los conforman: Minika, Bue, Mika y Nipode. Por cuestiones de vulnerabilidad, estos indígenas ya no pueden habitar en su lugar de origen y como dice Santiago Ortiz, un antropólogo de la universidad Nacional de Colombia y que ha tenido la oportunidad de visitar el hogar de los huitoto en diversas ocasiones “son culturas que se han movilizado hasta los llanos orientales, forzados por condiciones económicas y desplazamiento por violencia”.

“¡Muy bonita la casita!”

De lejos se observa la maloca grande y colorida hecha de palma y madera, con cuadros de ilustres imágenes indígenas y pinturas alusivas a su etnia alrededor de toda la casa, es este el hogar de los indígenas donde se reúnen anualmente para hacer sus festividades típicas y realizan rituales como la celebración de la fertilidad de la tierra en agradecimiento a todos los bienes que les brinda la naturaleza. “La forma de la maloca, su techo en palma, la ubicación estratégica es muy propia de esa cultura, de sus características residenciales, ¡muy bonita la casita!” es lo que identifica Santiago Ortiz al ver el aspecto de las viviendas culturales de los huitoto; igualmente, la caza, la pesca, las cosechas, el agua y la vida silvestre son aspectos de los que viven los huitoto diariamente y que los conecta profundamente con la vida natural.

Una danza, acompañada de los cantos de su lengua nativa es una característica típica que realizan los huitoto, utilizan coronas de plumas y bastones de mando sonajeros con el símbolo del pájaro carpintero, ellos lo pronuncian ‘Fierato’ comoel ave que representa sabiduría para los huitoto e identifica el clan al que pertenecen que es el ‘fieraiai’ en el caso de la familia Kuetgaje.

Con esos implementos hacen la bienvenida a los turistas e invitados que se interesan por conocerlos, todas sus danzas y cantos de su lengua nativa lo hacen en homenaje a la tierra y como forma de agradecimiento, “acá nosotros bailamos los miércoles y los sábados, para aprender los cantos”, es lo que explica David Rotieroke, un joven integrante de la tribu. Les alegra demasiado ver personas nuevas que demuestren interés por investigar a fondo sus tradiciones y los acogen con un ambiente tan cálido que representa el sentimiento hogareño típico de los huitoto. Santiago Kuetgaje es el líder de la comunidad y quien debe velar por mantener sus costumbres intactas, “queremos transmitir nuestros conocimientos y cultura a través de la danza y los cantos a la otra generación, este escenario se hace para la conservación de la cultura”, una estrategia de integración es quizá la táctica que utiliza Santiago Kuetgaje para dar a conocer la procedencia de su tribu a visitantes y turistas que rastrean las raíces de la cultura colombiana.

Entre los festejos, según los huitoto, se nota la diferencia en los tiempos pasados y en el presente, en el Amazonas y en Puerto Colombia, en el mismo comportamiento de las personas de allá y de acá, por lo menos así lo aprecia Wendy, la hija menor de Santiago Kuetgaje cuando expresa que “antiguamente los huitoto utilizaban taparrabo, pero la cultura se fue modificando, ahora adaptamos una vestimenta más acorde a lo social para así no ser discriminados en la sociedad”, porque dentro de la cultura antiguamente se utilizaban fibras de comare que es un tipo de hebras que utilizan para hacer los vestidos de hombres y mujeres huitoto; probablemente la percepción de Wendy sea un punto clave que los huitoto asimilan con la posible extinción de su cultura.

«Si hay para uno, hay para todos”

Las tierras que bajo el sol o la lluvia cubren los cultivos que cosechan los indígenas son esenciales para su alimentación, la variabilidad de alimentos es poca; sin embargo, la costumbre los ha llevado a consumir lo que más saben hacer: “en una maloca no le van a servir arroz con pollo. Aquí es casaramá (ají), pescado y casabe (el casabe es como una arepa seca)” es lo que afirma David Rotieroke. En cuanto a la bebida lo que manifiesta es que “la caguana es una bebida sagrada para nosotros, nunca debe hacer falta, esta es a base de almidón”.

Alrededor de la maloka existen un par de casas que cuentan por lo menos con los servicios importantes de supervivencia. Una cocina moderada facilita las cosas cuando las tribus se reúnen a realizar sus festejos y se debe hacer la merienda colectiva, en fogón o en leña, los indígenas se las ingenian para poder repartir el alimento a toda la comunidad y personas externas que los acompañan en fechas especiales. Lo relata Débora, la abuela de la familia Kuetgaje que es la más reconocida dentro de la maloka de Puerto Colombia, “aquí se cocina para todo el mundo, si hay para uno hay para todos”; por lo tanto, aparentemente, aspectos como la solidaridad y el trabajo en equipo son clave en la etnia huitoto, y no sólo esta tribu, sino también las diversas comunidades que llegan a reunirse en el establecimiento cuando desean realizar danzas y cantos. “Las ofrendas que nos traen las otras comunidades se las pagamos con nuestros platos típicos” explica Débora cuando realiza sus labores en la cocina, así que es muy probable que en cuestiones gastronómicas nunca faltará ‘el pan sobre la mesa’.

Sin embargo, la diferencia es notable para cada miembro de la tribu que practica las labores de cultivo y cosecha de los alimentos porque los terrenos húmedos de Puerto Colombia no se asemejan a las espesas tierras del Amazonas.

Estas tierras tienen mucho químico, no es como allá en el Amazonas, aquí tienen un proceso más difícil para cultivarExpresa David mientras extrae los alimentos de la tierra

Si. Aquí la tierra es mala, se inunda, si uno siembra algo se muere el productoContesta el líder Santiago

Menos mal la pesca de hoy si nos da para variar el menú– Responde David con un toque de sarcasmo en su sonrisa

“Modesto Oliverio”

La familia Kuetgaje cuyo apellido tiene como significado ‘personas que dejan huella en el camino’ se caracteriza por el liderazgo de Santiago, pero también por el respeto que la comunidad tiene hacía el abuelo Oliverio, si le preguntan a que se debe tanta alabanza responderá: “yo soy el encargado de enseñar mi sabiduría adquirida con todo los años de mi vida, pero también soy uno de los curanderos que con el yagé (es una bebida hecha de plantas) y rezos he sanado a varias personas de sus males y dolores. Además, es muy solicitado en fechas ceremoniales: “en noviembre yo soy el encargado de bautizar bajo un ritual con un solo nombre y el apellido de nuestro clan a los nuevos integrantes de la etnia, a lo largo de sus vidas, en las etapas de niñez, adolescencia y adultez, va a cambiar ese nombre, y sólo será otorgado si cumplen los requisitos de nuestra etnia y se adaptan a la cultura”. Modesto Oliverio, aparentemente es un integrante fundamental dentro de la tribu y por esa misma razón recibe tanto espeto y admiración de parte de sus parientes.

Siempre ha existido, dentro de la cultura huitoto, las prácticas espirituales para hacer sanaciones a través de ritos, y no solo es el abuelo Oliverio quien puede ejercer esta labor de curación; dentro de la comunidad existe un chamán al que acuden los indígenas cuando quieren ser tratados y curados, Mosies Quintero Valencia es su nombre, y su presencia dentro de la comunidad es muy importante, con muchos años de aprendizaje y culto hacia su etnia se ha convertido en el chamán de la tribu, y este cargo no lo puede tener cualquiera. “Para que un huitoto aspire a ser un chamán algún día, tiene que tener una disciplina y una dieta estricta de no comer ciertos alimentos que dentro de la cultura no aceptan, no pueden beber licor, no pueden tener sexo, entre otros aspectos que nos identifican a nosotros los chamanes” es lo que expresa Moisés al hablar del proceso que tuvo que llevar a cabo para convertirse en chamán. Entre las cualidades que le otorgan al chamán de la tribu, existe un mito en el que los huitoto afirman que solo el chamán puede transformarse en el animal salvaje que desee, con el fin de apropiar los comportamientos y cualidades que describen a las feroces bestias de la selva.

“El árbol de la abundancia”

De las historias más comunes que se divulgan en el Amazonas, los huitoto comparten una en particular que se ha dado a conocer incluso hasta en las exposiciones del Museo Nacional, se trata del árbol de la abundancia que se entendía como un árbol gigante que de tanto crecer luego de un tiempo se derrumbó y al caerse, sus ramas se convirtieron en el gran río Amazonas y sus hojas cayeron a la tierra y se transformaron en frutos y alimentos para el hombre. La cultura huitoto quizá hace relevancia a este hecho en agradecimiento a los alimentos que pueden cultivar en las tierras del Amazonas, se lo atribuyen al árbol y al inmenso río que creó al derrumbarse. Johana Kuetgaje es la hija mayor del cacique Santiago y es una de las integrantes más creyentes de la historia del árbol de la abundancia, cuenta la historia con tanta seguridad que da la percepción de que vivió en carne propia el derrumbamiento del árbol y la formación del río.

Ahora los huitoto conservan en su recuerdo la historia de este gran árbol de la abundancia, pero no significa que ignoren por completo la utilidad que le dan a las demás plantas que los rodean en sus tierras; existen diversidades en la flora de los terrenos de Puerto Colombia, como el huito, quees un árbol característico de la tribu, al “Cuando recogemos las semillas, esas pepas se raspan y de ahí sale un líquido que es un tinte fuerte lo utilizamos para hacer los tatuajes de los rituales que practicamos” comenta Wendy quien es una de la más expertas dentro de la tribu para pintar con diferentes figuras alusivas a la etnia en cada participante que desee ser parte del ritual; en el caso de los turistas, si se arriesgan a dejarse tatuar deben ser conscientes de que el tinte que sacan de este árbol permanecerá en su piel durante quince días como mínimo.

“Consideramos la coca un Dios y el tabaco es una mujer”

Todos los productos que se extraen de la inmensa selva del Amazonas los han traído hasta las tierras de Puerto Colombia, como símbolo de permanecer las costumbres huitoto, por esta razón las tradiciones de las sustancias que preparan los huitoto como alucinógenos aún se conservan. En las reuniones de la maloca no es extraño observar a los indígenas preparar este tipo de drogas para prepararse psicológicamente para sus rituales. Muelen y trituran las hojas de coca hasta convertirlas en un polvo verdoso de textura espesa; lo llaman mambe, y los huitotos lo consumen para beneficiarse de las propiedades de la coca, pero también es un acto social al momento de reunirse en la maloca para el ritual. “Cultivamos la coca y un día antes de sembrarla le hacemos un rezo, porque consideramos la coca un Dios y el tabaco es una mujer por todos los beneficios que nos da” es esta la perspectiva de David quien ya practica el hábito de consumir mambe.

En la familia Kuetgaje, Wendy, explica que el mambe tiene para los huitotos un significadofemenino y por lo tanto sólo los hombres pueden consumirlo ya que de probarlo una mujer integrante de la tribu, lo considerarían un acto de homosexualidad; además las mujeres de la tribu no pueden dar total relevancia sobre esta sustancia ya que ellas no son participes de su consumo; sin embargo, de los temas culturales, de origen e historia étnica pueden hablar con total libertad hacia quienes quieran conocer la tribu.

Pero el mambe no es la única sustancia que consumen los huitoto, entre los alucinógenos que consumen se encuentra el ambil, un tipo de pasta negra que se obtiene de la cocción de las hojas de tabaco y mezclada con extractos de plantas vegetales, los huitotos consideran el ambil como algo sagrado que les da vida, protección e integridad social con sus semejantes; así que en una convivencia o ritual no puede faltar. El yopo es otra sustancia proveniente de las semillas de una planta que la inhalan los huitoto como símbolo religioso y también en los rituales chamanísticos. De una sustancia o de otra, los huitotos no pueden realizar un ritual sin consumir alguno de estos tipos de alucinógenos.

“En Villavicencio no me siento identificada, yo soy del Amazonas”

A pesar de vivir en un frondoso espacio como el de Puerto Colombia, totalmente lleno de vida natural, donde abunda la flora y la fauna; los huitoto cada día hacen el intento de adaptar su cultura en este ambiente diferente a su lugar de origen. Con la construcción de la maloca asemejan el espacio espiritual en el que expresan los hábitos más característicos de su tribu y las tradiciones gastronómicas, las danzas, los cantos y demás costumbres típicas aún no dejan que desaparezcan. Sin embargo, la chorrera del Amazonas ha sido el lugar en el que nació la tribu huitoto, dejan fluir sus costumbres y son entendidos completamente por el entorno que los rodea.

A nadie le interesa que los huitoto estemos armonizando la tierra o haciendo sanaciones a través de canciones–– Expresa Santiago Kuetgaje, con un tono de nostalgia

––Es verdad, por eso digo que en Villavicencio no me siento identificada, yo soy del Amazonas––Contesta Johana, su hija mayor, que recuerda los tiempos cuando vivió en el Amazonas

––– Hay algunos huitoto que aquí no se sienten en su mundo, porque les hace falta la selva, la gente––– Responde Santiago

Aparentemente, a los huitoto les hace falta su tierra, extrañan los días en el Amazonas, las tradiciones y las actividades que desarrollaban diariamente, los simbolismos que recolectaban en labores como la caza. Algo que recuerda Tom Bernardo Seonerei, otro integrante de la tribu, es que en el Amazonas cazaban animales salvajes y les quitaban los colmillos como insignia de victoria, esto otorgaba el significado del que más colmillos recolectará era quien más sabiduría, poder y jerarquía tenía dentro de la comunidad, “Antiguamente en el Amazonas hacían lo mismo pero con colmillos de humanos” recuerda Tom en relación a los diferentes mitos mito del canibalismo que practicaban los huitoto

Recordar los tiempos en que el matrimonio era ceremonia que conllevaba un proceso típico de la cultura huitoto, como lo expresa Santiago Kuetgaje, “antes era respetuosamente que los hombres pedían la hija a sus padres y se la entregaban virgen, hoy en día ¿Quién es virgen?” entre un tono cómico, es probable que Santiago se refiera a la actualidad en el que ese tipo de costumbres no tienen significado o identidad en la humanidad. Son este tipo de aspectos los que ponen nostálgicos a los huitoto y generan un agotamiento espiritual en su cultura; esto sin tener en cuenta la posibilidad de que cada día esté más cerca la extinción de su etnia. Como resultado de esto, existen días en que los líderes de la comunidad como Santiago, consideran otorgar su mando a otro integrante de la tribu con igual experiencia, “cuando uno siente la vejez y el cansancio entrega el liderazgo a un sucesor”, así lo manifiesta el cacique huitoto.

Lejos del conocimiento urbano, distanciada de la capital, existe esta comunidad indígena que hace parte de la cultura colombiana, que por cuestiones de vulnerabilidad han tenido que ser desplazados. Ahora corren peligro de extinción, aún así sus costumbres viven en los lugares más recónditos de Colombia. La época moderna y tecnológica no ha sido impedimento para los huitoto; la discriminación por parte de la sociedad tampoco ha influido en la eliminación de su cultura. Los huitoto perseveran cada día por mantener su comunidad, por ser escuchados y reconocidos, en opinión de Santiago “los medios son una herramienta muy poderosa para transmitir nuestra comunidad”. ¿Cómo puede rescatarse la cultura colombiana?

De parte de la tribu huitoto:

Izirite kai Colombia:

Los queremos mucho Colombia

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