«.. YO PUEDO, YO PUEDO, YO PUEDO, YO PUEDO, YO PUEDO»

Gritó una y otra vez, con voz firme y apretando uno de sus puños, mientras que con su otra mano, sostenía un pedazo vidrio, aquel que provenía de una botella de vino. Botella que había tomado en tiempo récord, derramándose casi la mitad encina. Luz tenue, silencio ensordecedor..

El vidrio cayó, junto con su sangre. Segundos más tarde, su cuerpo caería también.

Qué ironía, ¿No?

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS