Me proclamo amor.

Lo que sé del amor lo aprendí olvidando lo que sabía. Dejándolo libre de cualquier dueño. Excepto de mi corazón. Rompiendo cadenas, borrando huellas de esos caminos que jamás volveré a recorrer. Y aquí sigo entera cuando me creía hecha pedazos, aferrándome a mil mentiras dándole la espalda a la única verdad. Que el amor no duele, no quema, no rompe, no divide. Multiplica, acelera, no frena. No hiere, no aprisiona, no minimiza, te da aire cuando te falta y no te lo quita. El amor no se niega incluso cuando no es solo para ti. No tiene nombre, no es alguien, no eres solo tú. Son momentos, segundos, risas sinceras, risas con alma, vistas al paraíso, a los más bellos lugares, palabras mejores que los besos, besos mejores que muchas palabras. Cantar tu cancion favorita bajo la ducha, bailar como nadie la canción que más te gusta. Un amanecer, un atardecer y cualquier otro momento mientras sea bajo el cielo. Cuando elegimos ser un sentimiento en vez de sentirlo. Nuestro ser se espande, crece, no se limita. Despertamos todo aquello que permanecía en nuestro interior dormido. En resumen: seremos nuestra mejor versión.