DE LA ‘GELIDEZ’ A LA CALIDEZ

DE LA ‘GELIDEZ’ A LA CALIDEZ

DE LA ‘GELIDEZ’ A LA CALIDEZ

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¿Cuánto estarías dispuesto a sufrir por conseguí lo que anhelas? Y si te dijeran que el sufrimiento tiene igual magnitud que el placer de conseguirlo ¿lo afrontarías? La respuesta de la mayoría imagino que sería un sí rotundo. El problema es cuando sufres y sufres, y parece que nunca llega el final del sufrimiento para empezar a conocer los frutos. Entonces, a veces, te hace tirar la toalla y por tanto no consigues ninguna recompensa y parece que el sufrimiento ha sido en vano. Por eso si tienes un sueño pelea por conseguirlo hasta tu última gota de sudor y lágrimas. Quizás no merezcas el sueño que quieres y debas rebajar las expectativas, o quizás es que ese algo o alguien que concede los sueños te pone a prueba para confirmar que eres merecedor de ello. El problema es que las pruebas a las que te somete, muchas veces son, según tu parecer, sin sentido o tan duras que crees no poder superarlas. Por eso, lucha por tus sueños con todas tus energías, pero primero verifica contigo mismo si los merecías, si es el momento o el lugar adecuado.

¡Otro fracaso más¡ ¡Parecía que esta vez iba a ser la buena, la definitiva¡ ¡ No soporto otro fiasco más¡ ¡ Creo que ha sido la última, no creo que tengan fuerzas para intentarlo de nuevo y me quedaré aquí o me desecharán¡ ¡Qué final más triste sería¡

¡Parece ser que no han desistido¡, ¡aquí sigo pero ¡tengo mucho frío¡ Sí, ¡estoy helado y gélido¡ pero aunque congelado sigo esperanzado, si sigo aquí es porque tengo
posibilidades, si sigo sintiendo este frío es que sus ilusiones siguen candentes.

¿Por qué no me eligen esos dedos de plástico? Siempre pasan rozándome. A veces me han cogido y mi inexistente corazón daba un vuelco de gratitud pero, tras sentir algo de tibieza en mi alma todavía no formada, me reubicaban de nuevo allí, escarchandose de nuevo todo mi ser. La frustración me hacía brotar lágrimas inexistentes que se cristalizaban.

Aunque no tengo iris, miro y no veo su color reflejado en el cielo; aunque carezco de oídos, siento las vibraciones del mundo exterior que me espera; aunque no poseo lengua, murmuro muy fuerte pero mis ondas no pueden propagarse por el vacío; aun sin huellas, el frio me atraviesa mi cuerpo sin cuerpo; aunque estoy falto de paladar, todavía no empiezo a saborear el gran final. Al inspirar sin aire no me llega su aroma delicioso que tanto deseo empezar a apreciar y quiero que se impregne en mi nueva esencia por siempre.

He prometido al que o a quien se hacen estas promesas que, si soy el afortunado, que haré que sea muy agradable mi primera fase de crecimiento: me comportaré como si todavía no existiera; aunque me sentirá, ¡vaya que me percibirá¡. Quizás la produzca un poco de dolor al salir a la luz y después, tras el esperado desenlace, me portaré como el mejor de los mejores. Espero que lo que o el que decida por todos me dé una oportunidad para demostrarlo y cumplir mi palabra.

¡Por fin¡ He sido fui el elegido por esos dedos de látex impersonales. Parece que esta es mi oportunidad, no me han retornado a la edad glacial, criogénica y vitrificada. ¿Por dónde me introducen? ¿Por qué artilugios de tortura me someten? Por cumplir mi promesa tengo que aguantar este trato. El principio del fin merecerá la pena. Los que me han concebido, tanto él como ella, me devolverá con creces estos lances tan adversos. El hacerles felices merecerá la pena. El sentirme amado y querido, al fin, me devolverá con intereses infinitos este sufrimiento que ahora se me antoja mínimo comparado con el cariño que me abrigarán en mi nueva alma.

Voy a conocer a mi pareja deseada, seremos como esa pareja de enamorados que, al yo introducirme en ella, se transforman en uno sólo, y después generaremos un millón de millones. Tengo que agradarla, tengo que seducirla, cautivarla y cultivarla para que el fruto sea fructífero.

¡Por fin¡ ahora hablo en nombre de los dos que somos uno, ya estoy donde debía estar hace muchísimos tiempo; tanto que no hay relojes en el universo que lo puedan medir porque de dónde vengo y todos venimos el tiempo no existe. Esa dimensión se crea tras la chispa de nuestra propia creación. Y esto es lo que acabo de sentir: una luminosidad que me ha despertado de la hibernación, una luz que ha cegado mis, todavía, ficticios ojos; aunque los cierro, ese rayo atraviesan mis imaginarios párpados.

Ya siento el tic tac del reloj que se ha adherido a mi nueva alma en proceso de montaje.
¡Ahora sí que sí¡ Ya siento su calidez, me llegan sus tic tac que se acompasa con los míos. También siento las ondas de la voz que me habla a través de cientos y cientos de pliegues. También oigo otra voz, ésta me llega muy tenue y amortiguada pero sé que es la de él. Tanto la que me ha acogido como él se dan, el uno al otro, todo lo que está a su alcance, y lo que no lo está, también. Por eso estoy seguro que los dos juntos me darán el todo como ya lo empezaron a hacer. A las pruebas me remito: lo han intentado una y otra vez, con muchos fracasos sumamente crueles, lágrimas vertidas y esperanzas frustradas, pero han luchado por mí aun cuando las fuerzas del alma les abandonaban.

Ellos han insistido tanto que yo no puedo defraudarles. Tengo que cumplir mi juramento y por ellos debo ser el sueño tras su despertar. Por fin siento mi hogar cercano. Me agarraré sin soltarme; nada del mundo hará que me despegue de aquí. Solo me desprenderé cuando me estén esperando con sus brazos y corazones abiertos. La haré un poco de daño, pero será un dolor tan intenso como esperado y anhelado que será el más placentero de su sufrimientos.

Por fin pasé de la oscuridad a la luz, de lo atemporal a lo mortal, de la era glacial a nuestra era, de lo que era a lo que soy, de lo que se quería a lo que se quiere, del sueño a la realidad, de lo imposible a lo palpable, de la eternidad al instante y de lo inexistente a lo existente.

Por fin pasé de la ‘gelidez’ a la calidez.

De él, el deseado, a ellos, los siempre esperanzados: Jessica y Javier.

“La fecundación in vitro (FIV o IVF por sus siglas en inglés) es una técnica por la cual la fecundación de los ovocitos por los espermatozoides se realiza fuera del cuerpo de la madre. La FIV es el principal tratamiento para la esterilidad cuando otros métodos de reproducción asistida no han tenido éxito. El proceso implica el control hormonal del proceso ovulatorio, extrayendo uno o varios ovocitos de los ovarios maternos, para permitir que sean ecundados por espermatozoides en un medio líquido. El ovocito fecundado puede entonces ser transferido al útero de la mujer, en vistas a que anide en el útero y continúe su desarrollo hasta el parto.” (Wikipedia)

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