Montar al tigre 2

Creyó que podía montar al tigre. El tigre era bello, de piel brillante y grandes ojos tristes. Al principio, el tigre no se resistió, se dejó montar. Él se sentía feliz y orgulloso. La gente miraba, impresionada por su belleza. Cierto que de forma imprevisible, de vez en cuando le tiraba zarpazos y profería un rugido, pero había aprendido a esquivarlo. Pensó que lo tenía dominado y se sintió feliz. Un día, no pudo esquivar los zarpazos, ni fue capaz de impedir que los dientes de su amado tigre se le clavaran en el cuello. Mientras expiraba, le dijo: te perdono, amor, he sido feliz mientras ha durado

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS