Blaze! Capítulo 31

Capítulo 31 – Infiltrado.

Un hombre calvo, gordo y bigotudo se presentó frente a Blaze y Albert, sus ropajes parecen pertenecer a alguien de situación acomodada, pero su apariencia no les engaña, ¡se trata de Bhasenomot!

¿Qué crees que estás haciendo? –preguntó Blaze inmediatamente, adoptando una posición de combate.

Deseo unirme en su viaje –respondió el demonio sin demora–. ¿Cómo te encuentras, Albert? ¡Tanto tiempo sin vernos!

Ho… ¿hola? –saludó el oráculo, dubitativo como siempre, aunque con certero temor de que le contara a su señora el incidente ocurrido cuando le invocó a escondidas.

Blaze seguía en guardia, con su espada en alto, mirando fijamente a Bhasenomot, esperando en silencio, apoyando su arma en la tierra después de unos segundos de tensión, soltando un largo bostezo.

Bueno, déjame recoger mis cosas, partiremos en un momento –dictaminó la maga, tomando sus posesiones, vistiéndose lentamente, observando de reojo al demonio.

¡Pero, Blaze! –adujo Albert, presintiendo un peligro inminente.

Tuvo mil oportunidades para atacarnos y no lo hizo, veamos que quiere, así podremos sonsacarle sus intenciones –susurró la joven al asustado muchacho, tratando de tranquilizarlo–. Bhase, ¿te puedo llamar así?, ahora partiremos, avanza en esa dirección, nosotros te seguiremos.

Blaze y Albert caminaron detrás del demonio, cuidando cada uno de los pasos que daban, preparados para luchar en caso de ser necesario, pero Bhase no realizaba ningún movimiento extraño, sólo caminaba en la dirección que se le indicó.

¿Y qué cuentas, Bhase?, ¿has hecho muchas maldades últimamente? –preguntó Blaze, intentando relajar la tensa situación, probando el aguante del demonio ante las provocaciones.

Insolente niñita, no entiendo que puede verle la sombra; sin embargo, le salvó la vida volviendo a unir su cordón de plata, debo descubrir cual es su importancia en todo esto… –pensó Bhasenomot, frenándose para no caer en las provocaciones de la maga, relajándose antes de responder a los humanos que le seguían–. ¡No, nada! ¡¿Y tú, has apestado alguna otra ciudad?!

A diferencia del demonio, Blaze si cayó en la incitación, sulfurándose de inmediato.

¿Cómo supiste sobre eso?, ¿acaso uno no puede equivocarse ahora? Como si tú fueras perfecto, pelón –rezongó la joven, cruzándose de brazos, ladeando con fuerza la cabeza hacia la izquierda, mostrándose enojada.

Si supieras –respondió Bhasenomot, sonriendo ante el descontrol de la maga, desapareciendo de enfrente de los muchachos, dejándolos solos.

¿Dónde está? –preguntó Albert, desenvainando su katana, tembloroso.

Caminar es muy lento, vamos rápido a la siguiente ciudad –habló el demonio, apareciendo detrás de los jóvenes, agarrándolos por los hombros, desapareciendo los tres del lugar.

Blaze y Albert aparecieron en medio de una solitaria calle de la ciudad de Fuld, alejándose del agarre del demonio, notando el cambio instantáneo de locación.

Usaste el Fluxus Instant –dijo Blaze, tocándose el hombro, verificando que el demonio no hubiera utilizado algún otro tipo de hechizo sobre ella, no encontrando nada.

Así le llaman los otros, yo le digo Teleportation –explicó Bhasenomot–. Era un desperdicio de tiempo caminar tanto trecho.

Entonces, aprovechemos el tiempo –ordenó la maga, caminando hacia una taberna, dejando a los dos hombres detrás, gritando antes de entrar al local–. ¡Tienes que enseñarme ese hechizo!

Claro, cuando tú quieras –respondió el demonio con desgano, mirando al pequeño humano que se encontraba a su lado con lascivos ojos, helándolo completamente–. ¿Deberíamos avanzar, Albert?

Ehhh… yo… creo que… ¡Blaze, no me dejes solo con él! ¡Blaze! –gritó el escudero, envainando su espada y corriendo despavorido hacia el local.

No sé si me teme por haberlo atacado o por el tema de la vaca –dijo Bhasenomot, caminando con seguridad a la taberna, entrando en ella.

Bhasenomot buscó entre los comensales, encontrando a los jóvenes muchachos sentados en una mesa del local, esperando a ser atendidos, siendo llamado por la maga para que se les incluyera, moviendo destartaladamente los brazos.

¡Aquí, aquí! –gritó Blaze, agitando sus manos en el aire, hablándole luego a Albert–. Cuando llegue, no quiero que salgas huyendo nuevamente, sólo haz lo que mejor sabes hacer con él.

¿Quieres que le haga predicciones? –preguntó Albert, mirando como el demonio se acercaba lentamente a su mesa, sin entender lo que Blaze quería lograr con eso.

¿Predicciones? ¡Habla con él! De seguro soltará algo de información con toda tu verborrea, sé que lo puedes lograr, confío en ti –dijo la maga, guiñándole un ojo y palmoteándole la espalda, levantándose de su silla, dirigiéndose a la barra para pedir algunas bebidas.

El demonio llegó a la mesa y se sentó frente a Albert, mirándolo de forma desafiante.

¡Hola, tanto tiempo! –saludó el oráculo, con evidente malestar, sintiendo como sus tripas se descontrolaban, temblándole vigorosamente las rodillas.

Blaze miró hacia la mesa donde se encontraban sus acompañantes mientras esperaba que le trajeran las bebidas, notando como su escudero entablaba nerviosamente una conversación con el ser demoníaco, relajando su postura después de algunas largas oraciones.

¿Me extrañaron, chicos? –preguntó la hechicera, cargando tres inmensas jarras rebosantes de dorada cerveza.

¿No tenían leche? Agua, al menos… –reclamó Albert, recibiendo de mala gana la jarra.

¿Cerveza? Supongo que sabes que esto no puede afectarme a no ser que lo desee –explicó Bhasenomot, agarrando con desprecio la vasija, bebiendo un sorbo.

Aun así, la bebes… ¿de qué estaban hablando? –preguntó la única mujer del grupo, sentándose entre los dos hombres, formando un triángulo.

Nada en particular, Albert me contó toda su vida antes de conocerte, algo que no sabía ya que comencé a vigilarlos después de que se conocieran… –respondió Bhasenomot, adelantándose al escudero, quien quedó con su índice derecho elevado y las palabras ahogadas en su garganta.

Y yo estaba a punto de preguntarte la razón de que nos atacaras, además de vigilarnos –complementó el joven oráculo, bebiendo sorbitos del dorado alcohol, secándose la espuma con la manga de su camisa.

Sí, también quiero saberlo, ¿por qué nos sigues? –preguntó Blaze sin tapujos, mirando a los ojos del cuerpo humano que contenía al demonio.

Eso es simple, quiero ayudarles en su búsqueda –respondió Bhasenomot rápidamente, bebiendo de su jarra.

¿Y si deseas ayudarnos, por qué me atacaste en la biblioteca? –preguntó Albert, ahogando el tenebroso recuerdo en un largo sorbo de cerveza, sintiendo los primeros síntomas de la embriaguez.

Se los diré si me traen otra jarra de alcohol, está muy refrescante –dijo el demonio, tragándose de un sorbo el resto de su bebida, golpeando la mesa con la jarra.

Blaze encendió una pequeña llama en su índice, haciéndole señas al tendero, quien trajo presurosamente tres nuevas jarras de cerveza, retirándose del lugar.

Habla –dijo la maga, terminando su primera ronda, agarrando el recipiente nuevo.

Bueno –habló Bhasenomot, sorbiendo de la nueva jarra–, eso fue culpa de Albert. Desde el comienzo quise ayudarte, Blaze, pero la energía que manaba desde este chiquillo me hizo desconfiar de él, no tenía como saber que era un oráculo.

Albert escupió la cerveza que acababa de entrar a su boca al escuchar las palabras del demonio, dejando un tenue rocío flotando en el aire, entendiendo que este había mentido en su reciente declaración, pero eligió no replicar tales palabras, ocultando nuevamente la conversación que tuvieron el día en que se atrevió a invocarlo.

¿Resulta que la culpa es mía ahora? Muu… muuu, muuuu… –tartamudeó Albert, evidentemente bajo los efectos del alcohol, después de haber bebido solamente la mitad de su recipiente– muuuchas gracias por aclararlo.

Blaze explotó en risa al escuchar el mugido de su escudero, golpeando con la punta de sus dedos en el hombro a Bhasenomot, como si lo azotara con un guante, para que se uniese en su burla, robándole una pequeña sonrisa, mientras Albert sollozaba, estrellando repetidas veces su frente contra la mesa.

¡No se burlen de la vaquita! –gritó el muchacho, haciendo reír aún más a su señora, mientras que Bhasenomot terminaba su segunda ronda, agarrando la nueva vasija perteneciente a Albert, asumiendo que no la iba a consumir dado su actual estado de borrachera.

Después de un par de horas y algo más de 6 rondas, Blaze canceló el consumo de su mesa con una de las monedas de oro que les legó Datiel, retirándose de la taberna con sus alcoholizados compañeros a cuestas, echándose en el piso en las afueras del local, completamente mareados y jubilosos.

Maldición, asentarse tanto en un cuerpo vacío y dejarse llevar tiene sus consecuencias –dijo el demonio, parándose del suelo a duras penas, bajándose los pantalones, procediendo a orinar torpemente contra la pared del negocio, revotándole la secreción amarillenta en las manos–. ¡Qué asco! No entiendo como pueden vivir botando estas cosas…

¿Qué hiciste… con el dueño original del cuerpo? –preguntó Blaze, con la lengua enlentecida, sosteniendo con una mano al borracho Albert, quien sólo bebió una jarra de cerveza y se fue a dormir, tapándose la vista con la extremidad superior desocupada, evitando ver las partes pudendas del cuerpo desalmado.

Me lo comí, no tengo otra forma de volverme más poderoso –replicó el falso demonio, limitando la información que le entregaba a la maga–. Los seres como yo tenemos necesidades…

Claro, entiendo… –dijo la joven, subiendo a Albert en su espalda–. Vamos, apúrate, nos alojaremos allá esta noche.

No es mi culpa, ¡esta cosa no deja de fluir! –respondió Bhasenomot, caminando en la dirección que Blaze le indicó, agarrando los genitales del cuerpo que estaba poseyendo, siguiendo con el sucesivo desagüe de la humana vejiga, mojando la tierra con el interminable flujo de orín, arrastrando los pantalones sobre el piso humedecido.

Dentro del hostal, los tres individuos alcoholizados durmieron sobre una misma cama, quedando con todas las extremidades mezcladas, despertando sedientos a la mañana siguiente.

¿Qué sucedió anoche? –consultó Albert, despertando con una inmensa resaca y el cuerpo frío, extrañando el calor de su señora y del demonio, arropándose de forma de dejar solo su rostro descubierto.

¡Ya era hora! Te esperábamos para poder partir –saludó Blaze, sentada junto a Bhasenomot, revisando el libro que les encargó devolver Datiel–. ¿Qué me decías, Bhasi?

¿Bhasi? No te pases de lista o le digo tu verdadero nombre al chico escudero –amenazó Bhasenomot, produciéndole un respingo a la maga, volviendo su vista al libro–. Estas zonas no tienen nada, ya revisé y no logré hallar ningún trozo del DSH.

El demonio realmente estaba descartando los lugares debido a que ya había recolectado todos los trozos de DSH disponibles, entregándoselos a la entidad que lo tenía cautivo hace ya tantos años.

Dos preguntas. ¿Qué más sabes sobre los trozos que no sepamos? –consultó Albert, uniéndose a la conversación–. Y, ¿de verdad conoces el nombre de Blaze?

A ver… Sí, lo conozco, su nombre real comienza con la letra “i”. Por otra parte, los trozos de DSH no pueden ser utilizados por los demonios y no hay método conocido para romperlos y/o destruirlos –respondió el demonio mirando a la maga, dejándole en claro que realmente sabía su nombre, sonriendo maliciosamente.

Calla, Bhasi, no sabes de lo que soy capaz cuando me enojo…. –intervino la aludida, apretando fuertemente los puños, con ojos fulgurantes.

Comienza con “i”… ¿Qué será, qué será? –se preguntó Albert, ensoñando.

¡Concéntrate, estúpido! –gritó la maga, golpeando en la cabeza a su escudero con el puño, bajándolo de su nube.

Perdón –dijo el muchacho, sobándose la cabeza.

Los tres individuos acordaron el plan de viaje, marcando nueve locaciones en el mapa presente en el interior del libro, lugares en que posiblemente hallarían trozos del DSH, saliendo del hostal para iniciar su travesía. Albert miraba a Bhasenomot con recelo desde lejos, acercándose lentamente al lado de su señora, golpeándola suavemente con su hombro derecho.

Blaze, ¿podemos hablar un momento, en privado? –pregunto Albert en voz baja, indicándole que avanzara para alejarse del demonio.

Por supuesto, dime –contestó la maga, siguiendo a su escudero, encorvándose hasta el tamaño del oráculo.

Blaze, no sé de qué hablaron antes de que despertara, pero creo que estás confiando demasiado en Bhasenomot. No sabemos sus intenciones reales, ¿cómo saber si fue él quien te robó el trozo que intentaste sacar de la señora Amira?, ¿por qué está tan seguro de que esos lugares no tienen trozos? Quizá nos está alejando de los pedazos de DSH, debe tener alguna razón para ayudarnos sin pedir nada a cambio, algo me huele mal en todo esto –planteó Albert, tomando en cuenta las cosas que le dijo el día que lo invocó.

¿Crees que no he pensado nada de eso? No te desesperes, es mejor tener a los enemigos cerca, más que a los propios amigos, así podremos vigilarlo –respondió Blaze, tranquilizando al neurótico muchacho.

¡Qué alivio! Te veía tan relajada que estaba pensando que quizá estabas poseída por él o algo por el estilo –respiró aliviado el oráculo, soltando un resoplido–. ¿Qué haremos en caso de que intente atacarnos?

Obviamente, enfrentarlo. Anoche fuimos descuidados, lo admito, pero de ahora en adelante, mientras esté a nuestro lado, tendremos que hacernos guardia mutuamente –determinó Blaze, cambiando su semblante repentinamente–. ¡¿Qué dices, crees que por ser un demonio Bhasenomot es malvado?!

Albert quedó descolocado, comenzando a tartamudear, enrojeciéndosele el rostro, moviendo frenéticamente ambas manos.

Bhasenomot, tú no eres malvado, ¿cierto? –consultó la joven, mirando hacia atrás, deteniendo su caminar, viendo como el demonio pasaba a su lado, adelantándolos.

Si lo fuera, ya los habría matado –respondió el ente posesor del cuerpo vacío, siguiendo su camino sin atender a las palabras de los jóvenes humanos.

Te lo dije, Albert. Puede ser distinto a nosotros, pero que sea un demonio no significa que deba ser malvado, sonabas como esos fanáticos religiosos que creen en un solo dios –dijo Blaze, elevando la voz para que Bhasenomot la escuchara, bajando el tono después del discurso–. Perdóname, eres mi chivo expiatorio.

Bhasenomot no estaba preocupado por lo que el muchacho humano pensara de él, solamente estaba desconcertado por lo normal que resultaba ser Blaze, no encontrando nada especial en ella que explicara la protección que estaba recibiendo inadvertidamente de parte de “la sombra”.

Nada destaca de ella, es solo una maga más, ¿qué le vio la sombra para atacarme de esa manera cuando amenacé con matarla? –se preguntaba el demonio, sumido en sus pensamientos–. Al menos aceptó mi idea de vigilarla de cerca y robarle los trozos de DSH antes de que se adueñe de uno de ellos…

Albert notó algo extraño subiendo a la mano izquierda del demonio, quien no advirtió la situación por estar pensando profundamente, llamándolo repetidas veces por su nombre sin lograr hacerlo espabilar.

Bha… Bhasenomot –dijo Albert por enésima vez, cabreando al demonio, el que expulsó furibundos relámpagos desde la superficie de su cuerpo, azotando levemente al joven oráculo con uno de ellos.

¿Qué quieres, niño? ¡La próxima vez te mataré y haré que la vaca sea quien te coma! –gritó Bhasenomot impulsivamente, extrañando a Blaze, mientras que Albert se golpeó la frente con su palma derecha.

¿A qué te refieres, Bhasi?, ¿Albert? –preguntó Blaze, mirando a los dos tipos.

Bueno… –respondió Albert, mirando hacia el piso, quedando en evidencia–. Yo…

¿Qué demonios es esto? –preguntó Bhasenomot, viendo como la mano del cuerpo que parasitaba estaba completamente ennegrecida, con dolorosos bubones amarillentos elevándose desde el interior del antebrazo prestado.

¿Será que Blaze finalmente se enterará de la temeraria acción de su escudero?, ¿qué cosa está atacando a Bhasenomot? Esto y mucho más en el próximo capítulo de BLAZE!

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