_Recuérdame que mañana llame a Clara…hace tiempo que no sabemos nada de ella verdad?. No entiendo que no se comunique nunca…no lo entiendo…

Vertió con sus manos temblorosas el té en las tazas, derramando un poco sobre la mesilla. Tomó la suya y se volvió a acomodar en la poltrona desgastada. Su mirada tupida y opaca se perdió en el horizonte una vez más…

_Sabes?, me gustaría que estuviéramos en la casa de playa, si no fuera porque hace mucho frío…río (tosiendo al mismo tiempo) …de niña a Clara le encantaba ir, adoraba bañarse por horas en el mar y perseguir gaviotas…recuerdas?…era hermosa, una niña sonrosada, con preciosos rizos rubios de algodón y los ojos de ese azul tan intenso…y las rabietas que montaba por Dios!… ( y otra vez reía y tosía rasposa) …siempre lograba salirse con la suya, hacía lo que quería contigo…no lo niegues…siempre la complacías en todos sus caprichos…El viaje a esquiar a Suiza…las clases de francés en París…las joyas y ropas caras…nunca le pudiste decir que no, anulaba tu voluntad. Ahhh!…casi lo olvidaba…y el coche ese deportivo, el que le diste para sus 18 años…era rojo?…sí, sí…rojo.

Se incorporó un poco para soltar la taza sobre la mesilla con cierta dificultad, y reacomodó sus huesos en el respaldo floreado. Cruzó los brazos sobre su regazo y apoyando la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, siguió con sus recuerdos en voz alta…

_Resplandecía esa noche, (sonrió orgullosa)…el vestido no era de mi gusto eso sí, demasiado escotado, demasiado corto, pero bueno…era su fiesta y quería brillar. Estoy segura que no se imaginó el regalo que la esperaba fuera (negaba con la cabeza) …te había pedido un coche, pero fingiste que tendría que esperar hasta los 20 para tenerlo y aunque no le gustó la idea, se conformó cuando le ofreciste a cambio un caballo, como yo te sugerí …lograste engañarla pillín! …y a mí también! (su mirada se ensombreció) …siempre la complacías en todo…siempre!!! (lo dijo con rabia).

Todo se ejecutó según lo planeaste…luego de la cena la gran tarta de cumpleaños, la niña soplando sus 18 velas sin sospechar nada (ni yo) …el brindis y tú soltando ese discurso empalagoso y alguna lágrima…(ya no pudo reir, antes la asaltaron las toses)…luego invitaste a todos a salir fuera, el «corcel» rojo esperaba…

Y la cara de la niña…era un poema…saltó a tus brazos abrazándote, te estampó muchos besos…sabía que era tu idea claro…el caballo era la mía…

Se cortó entonces el hilo de recuerdos…la enfermera se acercó con la bandeja preparada con las pastillas de la noche: …señora Olga!… señora Olga!… señora Olga!… a dónde se va a pasear esa cabecita eh???…algún día me lo dirá???…Eaaa.. a abrir la boca… muy biennn… la tapó con la manta y la dejó frente al televisor junto a los demás pacientes, antes de volver para llevarla a su cama.

Cada día la veía más deteriorada, no sólo físicamente, desde que murió el marido hacía unos años no había logrado remontar, y se apagaba perdida en el pasado. Alguien comentó que había tenido una sola hija, pero que se mató cuando se cayó del precioso caballo que le habían regalado a los 18 años…»una lástima», pensó la enfermera, y antes de salir del recinto, la miró con vida sin saberlo, por última vez.

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