Poemas de amor de la novela «Autobiografía en secreto de Amanda Da Silva»​

Poemas de amor de la novela «Autobiografía en secreto de Amanda Da Silva»​

Eduardo Mariano Lualdi nació en la ciudad de Buenos Aires, el 4 de octubre de 1959. Ha participado como director de la revista Cauces de la cultura argentina (1978-1982) y de ARCA (Asociación de Revistas Culturales Argentinas), en la Sociedad Argentina de Escritores. A los 18 años recibió el premio de poesía Escritores de La Plata. Asimismo, colaboró con talleres literarios, en diferentes actividades culturales y de teatro juvenil. Desde su juventud hasta la actualidad se ha desarrollado como operador gráfico en diversos estudios de publicidad, arte y diseño. Es autor de “La Reliquia”, su primera novela publicada, y la saga “La venganza de los Pérez”, “Autobiografía en secreto de Amanda Da Silva”, y “Los amores de Ámbar y Guadalupe”.

Es autor también de los poemarios “Las invasiones inglesas. La Batalla de Buenos Aires, 1806-1807”, y “Mallku. Episodios de la guerra altoperuana por la independencia, 1809-1816, que integran el volumen Poemas épicos.

eudardolualdi@yahoo.com.ar

Celular: 011-1554850314

Oficina: Avenida Caseros 828, piso 1, departamento 3. CP: 1152, Ciudad Autónoma de Buenos Aires

“Diez poemas de amor de Amanda Da Silva a un amor desconocido”,

es parte de la novela “Autobiografía en secreto de Amanda Da Silva”,

tercera parte de la saga “La Reliquia”.

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Diez poemas de amor de Amanda Da Silva a un amor desconocido

Poema de amor N° 1

Asciendo hasta tu piel

Y beso la encrucijada de tus dudas.

Te he visto perderte de tristeza

Porque el crepúsculo anochece

La luz que calienta las palabras

Que decimos boca a boca.

Tu cuerpo y el mío se interrogan

De caricias ansiosas que las manos

De húmedos momentos prodigan

En cada silencio, desnudos de los besos.

Bajo hasta tu pelvis, algo de espiga clara

Y generosa trepa por ella hasta mi mano

Y siento latir la sangre ascendiendo

De ternuras atrevidas.

Como a un lirio morado lo beso suplicante

En el refugio fresco de mi boca.

Toco tu pecho como si fueran las teclas

Ebrias de unas islas blancas

Unidas por el suave roce de mi lengua.

De flor en flor, con un claro de luna,

Te observo abrazado en el ocaso

A lo que queda de mí después de vos

En el ardiente poniente de mis breves caderas.

Allí te quedas, heroico de perfumes

En la caracola blanda de mi sexo.

No quiero que partas como el barco olvidado.

¡Quédate para siempre! Altivo, erecto, desafiante,

Agazapado entre mis suaves muslos,

En el silencio lúdico de un pájaro

Que no conoce más canto de esperanza

Que la cesta repleta de tu aliento y salivas.

Tú, amor, mi hombre, danza que se anuda

A mis deseos, quédate para siempre,

Atraca en el puerto de mi vida.


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Poema de amor N° 2

Solo tuya. Acariciándote como una sombra

Que reclama su luz en tu perfume.

Eres mi hombre. ¿Hace falta decirlo?

Tu cuerpo me responde cadencioso

Y lanza un sol al mío como una

Corazonada de esperanza.

Eres el nombre que pronuncio eléctrica

Con los labios desplegados en sonrisa.

Toca mi piel sin detenerte, nunca.

Tócala como la honda de un viento

Magnético de azahares cristalinos

Que transparenta en mi boca besos

De amor y tempestad de ansias.

Mi cuerpo, blando, tiembla

De tanta expectativa a las puertas

De un racimo de caricias azules

Que tus dedos, cual pájaros latentes,

Bajan hasta mi pubis

Húmedo y desvestido de desilusiones.

Quiero que me oigas sonar entre tu cuerpo

Bajo un cielo incendiado de suspiros.

Ámame sin suplicios, en pura calma,

Ámame mientras emigran nuestras pieles

Alegres como aves taciturnas

De ojos de noche como estrellas.

Sujétate a mí por la cintura y por mis senos

Como dos frutas apenas maduradas.

Esperemos que el placer embriague

El despertar con su revuelo de miradas

Como gotas de pájaros que se encuentran

En un vuelo fugaz, hasta el próximo abrazo.

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Poema de amor N° 3

Anhelo la geografía del lugar donde llegas

Mudo, cálido, solitario, hasta donde tú quieras.

Mi compañía te aguarda de esperanza

Y abre su cauce pálido a tu fatiga simple,

A tu jadeo ronco, a tu súbito capullo

Entre mi combo pubis y mis delgadas piernas.

Trata que tu camino llegue sin penas

Hasta mi propia geografía humana.

Toca a mi puerta en medio de mi boca

Con tu lengua sencilla que anida con la mía.

Cultívame de rosas entre pieles de brisas,

Cultívame de árbol con sus angustias en ramas,

Donde anidan los pájaros que cantan entusiastas.

Cultívame enredadera suplicante

Para aferrarme a tu raíz primera

Y besarte de flores en todos los rincones.

(Si llegas una noche sin aviso

Abriré mi ventana de ilusiones

Y dejaré entrar tu cuerpo

Como una bandada de caricias).

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Poema de amor N° 4

¡Hunde tu barco angostado

De proa ancha

En mi mar de bellos caracoleados

Y oleadas amenas!

Dirige tu barca entre la espuma afortunada

De mi embriagada cadera desvestida.

Aprieta mi vello con tu vello

Hasta que se confundan de revuelos.

Súbete a la guirnalda de mis labios

Y ocupa con tu lengua la soledad del beso

Que prometes suplicante a mi tristeza.

Tómame de estas riendas de botones rojos

Que tu boca lubrica con el jugo

De tu saliva fresca. ¡No quiero seguir otra estela!

¡No quiero a la deriva noches perdidas de crepúsculos!

Aquí te quiero dentro mío urgente

Ardiendo puro, etéreo, magno, incandescente,

Y que ruedes por dentro de mi entraña

Con tu sagrado néctar de la vida.

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Poema de amor N° 5

En un pliegue piadoso de este amor clandestino

He refugiado las ansias de tenerte a mi lado.

Espero. ¡Ay si te espero! Quiero verte llegar

Por el mismo camino en que el sol se deshace

Como lámina tersa que agasaja la tierra

En el mismo sentido que el viento la acaricia.

Me embosqué de silencios esperando tus besos

En el borde preciso donde el agua serena

Dibuja unas arrugas de cielo en sus reflejos.

Cuando te ve llegar en la gota de un crepúsculo

La laguna alborota espumas a tu paso

Y destella en sus ondas tu cuerpo palpitante.

Entonces yo palpito con él de solo verte,

Suave, fresco, latente, entre mis breves manos

Como si fueras una fruta perfecta de ternura.

Entre los verdes ramajes de la vasta arboleda

Suena tu temblorosa voz en la lúbrica guarida de mi boca.

Así escondo bajo la cicatriz de las palabras en mi lengua,

tu ávido jadeo que suena galopante como alegres campanadas

De una atrevida música de una atrevida fiesta.

Al final, cuando reposas tu piel sobre mi piel,

se gestan remolinos de calientes caricias

Y atesoro tu voz, tus lágrimas, tus labios,

Para no desesperar cuando tu ausencia arrecia.

Me basta incluso con tenerte así, nostálgico de esperas,

Amarrado de miedos y melancolías ingenuas.

Vuelve mañana ¡amor! ¡Vuelve mañana!

Pero no tardes de dolor, de furia, de desdicha,

Ni desesperes de sepulcrales distancias.

Aquí estaré, esperándote callada,

Como una flor de sol con los ojos abiertos.

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Poema de amor N° 6

Quédate ayer, quédate hoy, quédate siempre,

Quédate aquí, en mí, para mí, conmigo,

Abrazado a mí delgada anatomía enamorada.

Quédate interminable de llegadas,

Entre esta verde arboleda humedecida

Desbocado de amor porque te amo,

Donde me hago interminable viento

Y te recorro de a soplos beso a beso.

¡Quédate amarrado a la oleada apretada

De tu cuerpo en mi cuerpo acariciados!

Justo en la orilla donde agitan las aves

De nuestras tiernas caricias sus plumajes.

Socaba con tu ola prodigiosa

Mi bahía inmadura como fruta temprana.

¡Llega! ¡Llega! ¡Nunca partas!

¡Llega siempre! iluminado de esperanza,

Alegre como una canción que entre las dudas

De un milagro suena.

Llega porque así no desespero

De ocasos que lastiman,

Y ávida de besos como estrellas

Espanto las penumbras de una amargura

Que bate sus ciegas alas de penumbras.

Llega por que sí, sin proponerlo.

Ya te lo he dicho con mis simples palabras,

Sonando a la embriaguez del eco remoto del deseo:

Cuando posas los labios de tu boca perfecta

Sobre la curva exacta hasta el fin de mi espalda,

En la comisura erótica de mi última vértebra,

Vibro como la cuerda herida de un arco extraordinario.

En la danza obstinada de mi abrazo de amante

Renuevas la tempestad de tu fértil esperma

Que es el néctar eterno de eterna primavera.

Boca de fruta, sexo de fruta, arrima tu raíz

Al cavado profundo del incendio rosa

Que danza lúbrico hasta de solo pensarte.

Sos como el tallo robusto que sostiene las ramas,

Y embosca en la hojarasca unas aves sensibles,

Que anidan amorosas en un lugar del cielo

Y mis dudas, tus dudas, las ternuras despejan.

Yo desespero de crepúsculo al no verte,

Y encuentro una nostalgia como perro rabioso

Que muerde mis hastíos cuando no te contemplo.

La tarde se hace pozo que proyecta su noche

Si no siento tu aliento enredado en el mío.

No hay más caminos de retorno ¡huyeron!

dieron la espalda a tristes horizontes

Que se derraman en el interminable oeste,

Donde el sol se incinera en sus últimos colores.

En tu ausencia desvanezco de luz, ceniza soy,

O apenas lodo, escombro de amor que desespera.

No tengo voz, ni boca en que nombrarte.

Una cruz de dolor entre mis senos

desespero de hierros que lastiman

hasta hacerme una sangre como agüita.

No florezco mujer y hundo mi fruto

En un puerto de tormenta y náufrago de olvidos.

Quédate ayer de ternura infinita,

quédate hoy ceñido de caricias,

quédate ardiente para siempre ardiendo.

Quédate aquí, en mí, para mí, conmigo,

Y bébeme hasta la última gota, amado mío.

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Poema de amor N° 7

En el cielo crucial el sol da vueltas

para que yo sospeche tu infinito sonido

cruzar de lado a lado mi tristeza

como el crepúsculo cruza de la tarde a la noche,

Mientras las aves suenan en ausencias

Unos cantos que recuerdan campanadas

Las mismas que sentí cuando tu mano ruda

En la ola repentina de mi pubis

Se posó como una húmeda isla hasta agotarme

De besos casi inmóvil, quieta

De ternura, temblorosa, amarrada a tu cuerpo

De amor desvanecido de miedos y tristezas

Lleno de paz como la leche tibia,

La miel, el cántaro de agua y la alabanza

De mis caricias en tus gotas de piel

Que arrullan con ternura tus sueños y deseos

Donde las alegrías se encienden en pasiones

Y no hay horizonte donde acabe este amor

Trémulo como una hoja al suave viento dedicada.

Amanda Da Silva a un amor desconocido

Poema de amor N° 8

No comprendo tu ausencia. Desespero

Estos momentos en que no llegas a mí

Y la nostalgia embarga mis palabras.

Mis penas se doblan como cañas al viento

Y caen de desdichas irremediablemente.

Desciendo en penas por la calle de tierra

Hasta la orilla misma de esta mansa laguna

Donde fuimos arquitectura de caricias y besos.

La lámpara del sol derrama sus racimos

De pura luz dorada pero no me calienta

Y emigra mi corazón al frío de la melancolía.

Un perro ladra como si comprendiera ese acertijo de luz

Que se reparte en breves destellos sobre el agua;

Desde su ronco ladrido me observa pesarosa

Y da vueltas alrededor de una raíz pelada

Como yo giro alrededor de la nada de amor que me dejaste.

Los árboles magníficos, empujados de a ratos

por el húmedo viento de la pampa, trepan a saltos verdes

Hasta sus vastas y solemnes copas y me observan

En todas direcciones llenos los ojos de amargura.

Desde su altura extraordinaria,

Las sombras a mi paso se lanzan en picada

Desde las alas de unas aves remotas

Que cortan el cielo como cimitarras

E interrogan en mi costado con espinas

Una herida de amor indescriptible.

Desde el fondo de un luto inesperado

Las aves muelen sus trinos con sus dorados picos

Haciendo una música de desesperanzas

Que lloro como una misa negra.

El cielo desbocado vendaval de lágrimas,

Crepúsculo combo amarrado al poniente,

Hunde acantilado su celeste espada

En el barro primordial de la laguna

Donde de noche la luna violeta se desangra

En el áspero rocío de una áspera cascada.

A la perlada orilla de esa sangre lunática

Vengo a llorar la zozobra de mis lágrimas.

Soy efigie de sal sin tus caricias,

Cópula de mármol, piel de estatua,

Piedra caliza consternada.

¿Cuándo acabó la geometría perfecta de tú cuerpo en el mío?

¿Cuándo tu estambre prodigioso agotó sus misterios

En el secreto gineceo de mi cuerpo?

¿Cómo acabar este alboroto en la sangre?

¿Cómo apagar el fuego de este amor

Que prometía arder sin tiempo?

Imprecisa desespero de amor y lloro

Abstracta, triste, sola; canto tu nombre sincopado

Y el eco me responde con un lúgubre sonido de naufragio.

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Poema de amor N° 9

He vuelto a la orilla en que se aleja de mi

El cántaro de tu boca, esperando beberte de alegría,

Y solo siento el sabor del hastío en mi garganta.

Sufro y sin embargo aquí te espero fatigada de agonías,

Mis nostálgicos ojos expectantes en tu ausencia

Que se hizo abismo de sombra

En el vórtice espectral del silencioso ocaso.

Aquí te espero (ilusa creo que aún me amas)

Unidas mis dos manos como en rezo,

Frente al abanico que descifran los pastos

Con sus secretos verdes temblando entre unas brisas

Y como ellos tiemblo de amor desamparada.

Tiemblo de besos arrojados a la fría intemperie

Sin siquiera un misterio de cielo para cobijarlos.

No hay mucho que decir, soy por demás silencio,

Mido mis palabras con la medida exacta de todas las congojas.

Quiero llorar como la lluvia agreste

Que cae desesperada sobre la tierra seca,

Quiero llorar como llora la noche abatida de rocío.

Quiero decir te amo las veces que desee

Pero no estás para escuchar mis salmos de amor

Como cuando la ráfaga roja del viento nos mecía.

Quiero llorar tu ausencia glacial que me estremece,

Vacíos mis brazos de tus brazos,

Vacíos tus labios de mis labios,

Vacíos mis ojos de tus ojos,

Sombría de un naufragio que navega mi sangre

Hecha un crepúsculo herido de tristezas,

Así mi corazón se escora irremediablemente.

Miro hacia un horizonte que derrama en cenizas

Su revuelo de nube y sol en el fin de la tarde.

Ya no adivino tu cuerpo hecho silueta

Llegando desde el fondo de la legua

Por el viejo camino de coágulos de piedra

Hasta el agua temblorosa que palpita.

Mientras deliro encontrarte como una aparición

De flor, de sol, de agua, de suspiros nupciales,

Me llega rústico otro viento que silabea a gotones

Desde su húmedo patrimonio de céfiro errante

el augurio de tu perpetua ausencia hecho condena.

Sufro la cáscara de mi piel que se reseca

Que se hace escama de dolor por tu partida.

Mi boca se ha vaciado de palabras. Han escapado

Como las mariposas huyen de la vida para caer

Desde la pequeña altura de sus alas al abismo

De una muerte planeada demasiado antes.

Pura tristeza, vine junto a la misma laguna

Amortajada sin luz, sin territorio, sin alma,

Desconocida en la guarida de árboles azules

donde reconocerte fue tan simple como el correr del agua

entre hebras de tierra y piedra socavada

donde las promesas ahora se esparcen como una arena fría.

Qué lejos estás. Qué lejos estoy. Qué lejos estamos.

¡Y todavía quiero creer que aún me amas!

Llevo sobre mis hombros el peso de esa tarde imposible

En que partiste confuso como un ave extraviada

Hacia un lugar ignorado de toda primavera.

Mis lágrimas entre suspiros caen como las hojas

Desdichadas de un otoño temprano.

Mi pecho se abrió como una fruta herida

Para latir mi corazón de arcilla mustia

Como si fuera un puño muerto.

Racimos negros (lutos aviesos), ruedan rapaces

Desesperando en mi boca entreabierta de lamentos,

un aullido de dolor interminable.

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Poema de amor N° 10

¡Qué dolor este dolor! ¡Qué dolor este amor!

No volveré al lugar de nuestro amor,

¡No volveré jamás! ¡No volveré jamás!

La calle es apenas alegoría

De cuando te vio llegar de pequeñas emociones

Para hablarme de amor como nadie lo hizo.

Mis oídos vibraron al oír tus palabras

Como palpitó el junco acariciado de viento,

Luego vino la ausencia y habló con sus silencios.

De nuestras palabras algo quedó en la orilla

Como ceniza azul de un pedazo de cielo,

Y entre los pastos tristes pernocta todavía

Desvanecido en brumas el crepúsculo aquel

Con sus profundas tristezas de abandono.

Loca divago ajena de tos tiempos donde reconocerte

Mordiéndome en las uñas tu presencia

Que amarga mi piel con sus recuerdos

Como un taciturno vaho de lamentos.

Maldigo este dolor, ¡sí, lo maldigo!

Y maldigo este amor ¡Sí, lo maldigo!

Que me desvela de ocasos que no llegan a su fin

Y se repiten en sombras de sepulcros.

En los suburbios de mis oscuros ojos

Lloro de angustias y clamores

Mientras respiro metálico un quejido

(Tajo maduro que suena tembloroso)

Desde mi seca garganta hasta mi pecho.

Toco mis senos con mi mano sudada,

Pámpanos mis pezones,

Apenas insinuaciones de almendras infantiles,

Bajo sus curvas siento latir mi corazón enfermo,

Y palpo la llaga de humo de una sombra de cruz

Que baja hasta mi ombligo y luego hasta mis piernas

En la hora sacramental de la desesperanza.

Vuela roja de incendios una sangre nocturna

Y me echo a dormir desvestida de besos,

Ovillada de sal, estatua de Edith, lunática

Errante de amor eternamente desechada.

Si yo te amé, si vos me amaste

¿Qué pasó entre nosotros?

Maldigo este dolor, ¡sí, lo maldigo!

Y maldigo este amor ¡Sí, lo maldigo!

No volveré jamás a buscar tu recuerdo:

Eucaristía de ausencias,

Pan y vino amargo en mi destino.

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