Recuerdos de ese día

Recuerdos de ese día

Elia López

13/05/2018

¿Qué quería ser?

Era una pregunta muy grande para él. Pero se había decidido a enfrentarla ese día.

Hoy, sin falta, no la emplazo más, se dijo.

En unos meses debía decidir qué tipo de bachillerato cursar y eso, muy probablemente, marcaría su futuro profesional.

A su alrededor todos y todas conjeturaban sin parar. Unos que si medicina, otros, que si, sin lugar a dudas, derecho. Y muchos (quizá la mayoría) que boqueaban con cara de estar abrumados y que manifestaban no tener la más mínima idea de hacia donde tirar.

¡Esa pregunta era una losa! Estaba sobre sus cabezas todo el día, tensaba sus cuellos y sus caras granosas. Les hacía respirar y dormir con dificultad.

Él iba a resolverlo ya. No podía más con ese peso.

Estaba lloviendo. Se sentó, a cubierto, dispuesto, valiente, y grave. Cogió aire.

¿Qué quería ser? Barajaría primero varias opciones que le motivasen para, finalmente, elegir la que esperaba fuese la mejor. Así lo había intentado otras veces pero, hasta ahora, el vértigo le había paralizado en este punto inicial.

Esta vez, sin embargo, empezaron a fluir las opciones. Casi como si no fuese él quien las pensaba llegaban las ideas.

El vendedor de lotería, se dijo, QUERÍA SER, que podía influir en que un cupón fuese o no premiado, según la impresión que le diese la persona a la que se lo vendía. Según si el comprador necesitaba el premio más o menos.

El ingeniero, SERÍA, que planifica dónde se colocan los semáforos en las ciudades. Y que se nombra a sí mismo, en secreto, farero del asfalto.

IBA A SER, sin duda, el cooperante que descubre que el mundo duele y huele distinto según se mira a través de unos o de otros ojos.

SE VEÍA, claramente, además, en el dibujante que un día, sin quererlo, descubre que es capaz de sacar sus creaciones del papel y darles vida.

El psicólogo, TAMBIÉN SOÑABA SER, que amaña un encuentro entre dos pacientes que, él sabe, podrán ayudarse enormemente y crecer juntos.

Todo esto transitaba su mente mientras él se mantenía con la mirada fija en el aire. Cien por cien absorto.

Ya tenía unas cuantas opciones, ahora debía jerarquizarlas. Poner un orden de prioridad entre todas ellas.

Cogió de nuevo aire. Se sintió un poco confuso y perdido. Pero ya no abrumado.

Y de repente se deshizo el dilema.

…No quería una opción sino todas…

Iba a ser escritor.

De esto ya hace mucho.

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