ELABORAR LA VIDA

ELABORAR LA VIDA

Betty Font

23/04/2018

ELABORAR LA VIDA

Mamá habla de muertos.

Yo la escucho sentado a su mesa y miro por la ventana del comedor el río.

Habla de muertos que por supuesto conoce sólo a través de la necrológica del diario. “Que en paz descanse, pobre alma”, susurra la mujer.

¿Se descansa en paz cuando se muere?. Ella habla de muertos y no se da cuenta que comparte la mesa con uno. Sólo que aún respiro el aire húmedo de los bañados del río Salado en la Santa Fe de la Argentina. Tufo de verano a sábalo muerto. Me dijeron siempre que soy lento. “Retardado”, dicen los compañeros del grado especial de la R. Peñamundo por supuesto, la escuela más cercana al cementerio.

Miro el vaso con licor de huevos y no me decido a tomarlo. ¿Sabrán los huevos que engendran vida?. Según mamá “Si no hay gallo que “pise” a la gallina, no hay galladura”. ¿Cuántos pollitos contendrá este licor de huevos?. Lo hizo ella. Uno por uno, roto para sacar lo de adentro. Con un fin claro, el de hacer el licor. ¿Me habrá tenido a mí para algún fin?. Soy casi un hombre y todavía no lo sé. Sigo mirando la copita y no me decido a tomarla.

Espero una señal del “río”. ¡Si ella dejara de leer en voz alta los obituarios!. Desde que me acuerdo eran mis cuentos para ir a dormir. La Señorita en la escuela, decía que es común leerle cuentos a los chicos para que durmieran tranquilos…¿Si se enteraba la maestra, que nuestros domingos los pasábamos en el cementerio…mirando las fotos de las lápidas y contándonos una vida con ellas?. Mi mamá desde siempre tuvo ese olor a licor de huevos. Nunca fue linda…nunca habló de mi papá. ¿Quién habrá sido?, ¿Habré salido así por algo?…

La Maestra de la escuelita entra por la puerta que da al rio. Gracias, Río. Jovencita la Maestra. Vino porque quiere escribir un cuento con mi vida, es parte de la tarea. Insiste en que sólo hable, que ella va a “elaborar la historia”. “elaborar”…¡Qué palabra que suena a limpio, a nuevo, a bueno!. ¿A vida?. Elaborar la vida. ¡Qué bien suena!. La maestra dijo que ese sería un buen título para ese cuento.

La señorita me mira y creo que siente pena. Le digo que cuando quiera pare y se tome una copita de licor.

-Esperá, dice-Vamos bien con la historia.

-¿Viste que murió un Benítez?-interrumpe mamá mi momento. -¿Será el pescador que vive acá cerca?. Hacéme acordar que cruce el río para darle el pésame.

Tomo entre mis manos torpes la copita de licor de huevo. Único lujo en aquel techo. Único escape, toque de color que rompe el gris de muerte que nos rodea. Un santo, una vela y el amarillo de las botellas de licor.

-¿Querés una copita, mamá?. “

-No, gracias. Convidala a la Señorita y después de la tarea si querés, mostrale el río.

La chica se sonroja. ¡Por supuesto que le muestro el Río!.Ese lugarcito de Mi Río, donde le voy a mostrar más que eso. ¿Me mira con ganas de que “le muestre”, la Señorita…o me lo imagino?.

Dejo la copita de licor y pienso: ¿Cómo será debajo de la remerita la maestra?, ¿Olerá a licor de huevos, como mi mamá?.

-¡Brindemos por la tarea, Señorita!. Ojalá todas fueran como usted que se viene hasta acá para traerme la tarea. Mire que la única mujer que pisó acá es usted, además de mamá, claro. ¿Y…le gusta el licor?. Lo hizo mi mamá. ¿Un poco amargo?. Y, si. Qué se le va a hacer. Es algo que le puse. No nos va a doler. ¿Sabe qué pasa?, quiero “usar esto” con usted antes de morirnos-señalando la unión entre sus piernas- ¿Vamos al lugarcito con pasto?. Déle…no sea mala.

-¡¿Qué me hiciste?!- pregunta pálida la Señorita.

-Yo nada- le digo- fue usted la que vino a elaborar mi vida. Déle, escriba que este no es el fin, es el comienzo: “Le” voy a amar hasta que nos estemos muriendo. ¿No le gusta?. ¿Para qué quiere un cuento, o la tarea?. Voy a morir mi vida en su cuerpo. ¿Qué más quiere?.

-¿Dónde vas Rafael? ¿Vas con la Maestra?-pregunta la madre dejando el diario, no había escuchado más que sus pensamientos sobre lo que leía-Estás un poco pálido, hijo. Bueno, bueno…andá nomás. ¿Qué me tome la copita de licor que me serviste?. Si. No te preocupes. Ya se me termina el diario, no ha muerto mucha gente hoy en la ciudad- Lo miró irse con la chica casi a rastras. “Pobre hijo, pueda ser que ella lo quiera y le saque esa tristeza de la cara”. “Está más amargo que de costumbre el licorcito. Bueno, alguna vez me tenía que salir alguno malo. Qué rara me siento. Y el Rafa que no viene… Diría que hasta me duele un poco la panza .¡Qué linda se ve la luz del atardecer sobre las botellas amarillas!. ¿Es el sol?. Creo que lo único que lamento es que el Rafa no va a saber escribirme un lindo obituario…”

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS