EL VICEPRESIDENTE

El vicepresidente es técnicamente como su nombre lo indica, el segundo al mando de cualquier organización, con calidad para sustituir al primer mandatario en caso de ausencia y también el que está cualificado para actuar en nombre del primero en ciertas diligencias importantes.

El vicepresidente es el delegado principal para asumir las funciones del presidente siempre y cuando no esté capacitado para el ejercicio de sus competencias y, que resultaría lógico por ser este el funcionario dentro de la jerarquía a la que pertenezca como el suplente y/o sustituto a reemplazar a la cabeza.

En nuestro escrito hablaremos respecto al vicepresidente en materia gubernamental de nuestro Estado.

Esta figura utilizada en la democracia durante muchos siglos como estructura simbólica para acompañar a la persona que fuese el presidente y que sería como la cereza del pastel en materia de simpatía, sin embargo, eran considerados como un distintivo que representa al Estado mas no ejercía poder, como si fueran parte del equipo, pero como una reserva que se utilizaría en un caso de extrema emergencia.

Desde la fundación de nuestra Nación hemos contado con diversos vicepresidentes de todas las categorías, pero con muy poca relevancia en materia de gobernanzas, salvo sus honrosas excepciones, cargando nosotros con un listado inmenso de vicepresidentes en virtud a los tantos cambios de presidencia ocurridos durante los primeros pasos que dimos como Republica.

Podemos contar con los dedos de nuestras manos los mas nombrados vicepresidentes que hemos tenido, teniendo en cuenta que hemos vivido unos tres abismos constitucionales durante la historia de nuestra República: primero, en los primeros años de independencia el país estaba representado por la Junta Central Gubernativa que no contaba con un vicepresidente desde el 1844 hasta 1854, segundo, periodo de la intervención militar de Estados Unidos de Norteamérica desde el 1916 hasta el 1924, y tercero, durante el triunvirato desde el 1963 hasta el 1965 después del golpe de Estado al gobierno democrático del Dr. Juan Bosch.

Entre estas figuras podemos contar con Manuel de Regla Mota 1854, Ramón Matías Mella 1863-1864, Gregorio Luperón 1865, Jacobo Majluta 1978-1982, Milagros Ortiz Bosch 2000-2004, Margarita Cedeño 2012-2020, entre otros más del pasado.

Sin embargo, el ajedrez político del siglo XXI a nivel mundial ha hecho cambiar la perspectiva respecto a la figura del vicepresidente, siendo estos a su vez con más relevancia e importancia dentro del tren gubernamental de cualquier Estado. Siendo así a tal nivel que se consideran ahora como vicepresidentes a figuras que tienen la posibilidad de ser presidentes pero que por coyunturas adversas deben guardar ciertas formas.

Sacando de un lado la moda de inclusión utilizada por los países de Latinoamérica para atraer a los votantes contrarios al género del presidente, como es el caso de nuestra misma Republica Dominicana que en las últimas elecciones todos los candidatos a presidente hombres llevaron como acompañantes de boleta mujeres y viceversa.

La relevancia es tal, que los vicepresidentes en la actualidad hacen negocios de distintos ministerios para que estén bajo sus mandos durante la gestión gubernamental que ellos representen, se salió del anonimato y ahora entienden el poder del marketing político y realizan jugadas estratégicas a fin de tener más participación y poder dentro del Leviatán.

Tal es el caso de la actual vicepresidenta de la Republica la Lic. Raquel Peña que ha sido designada durante estos 5 años de gobierno en distintas áreas específicas de poder como Ministra interina de distintas instituciones, Coordinadora del Gabinete de Salud, Encargada de Políticas Sociales del Gobierno, y demás enlaces de poder.

Nuestro escrito profundiza un poco respecto a las elecciones venideras del periodo presidencial del año 2028-2032, a sabiendas de que faltan 3 años, podemos hacer ciertos análisis con el panorama político actual, debido a que en todos los partidos han ido surgiendo candidatos a presidentes y a su vez también el propio partido de gobierno ha hecho nombrar a un grupo de aspirantes llamados los presidenciables.

SEGUNDA PARTE

En un mundo de la pos verdad que busca manipular las informaciones, cambiar la realidad, distorsionar la sociedad para influir de una manera u otra en las decisiones que se toman, tanto del lado de los súbditos como del príncipe, intentamos dar una opinión crítica respetando los límites de la ciencia política y, ponderando única y exclusivamente el escenario político actual de una manera objetiva.

INTROSPECCIÓN PARTIDARIA

PARTIDO REVOLUCIONARIO MODERNO (PRM)

A sabiendas de que es el partido oficialista y gobierno de turno tenemos a bien involucrar las facetas por la que atraviesa el partido, indicando en nuestro escrito cada posibilidad de figura que pudiese tener mas posibilidades de hacer gobierno.

Nos encontramos hoy con la situación de que el presidente del país Luis Abinader pasada las elecciones del año 2024 realizo una reunión con figuras dentro del PRM que son consideradas «presidenciables» para el periodo 2028-2032, a la reunión acudieron seis que tienen ambiciones presidenciales en el PRM. Son ellos Eduardo -Yayo- Sanz Lovatón, director de Aduanas; Carolina Mejía, alcaldesa del Distrito Nacional y secretaria general del PRM; David Collado, ministro de Turismo, y Wellington Arnaud, director Ejecutivo del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA). También Guido Gómez Mazara, director ejecutivo de INDOTEL, y Tony Peña Guaba, coordinador del Gabinete de Políticas.

Quizás la reunión fue para poner pautas y limites que, sabíamos no iban a ser respetadas hasta la fecha, pero no podían pasar desapercibidas las advertencias del presidente hacia los mismos (esto si fuera como la persona que invita a alguien a una salida sabiendo que este no iría, o sea, solo por compromiso).

Sumándose a este grupo el año actual la Vice-presidente Raquel Peña Rodríguez, quien mostro sus aspiraciones políticas de manera indirecta diciendo en una alocución de que su sueño era ser presidente de la Republica.

Los mencionados anteriormente tienen características favorables y algunas no, intentamos definir a continuación:

Raquel Peña, la actual vice-presidente, elegida por dos periodos consecutivos, quien tiene 59 años de edad, la misma ha hecho una labor formidable e inalcanzable desde su posición y otras de las cuales ha servido de soporte, como es el caso de cuando fue designada por el presidente Luis Abinader como coordinadora del Gabinete de Salud, donde junto al Ministerio de Salud Pública y las Direcciones Nacionales de Salud, para hacer frente a la crisis del COVID-19, que lo desempeño muy bien.

Carolina Mejía, la actual alcaldesa del Distrito Nacional, elegida por dos periodos consecutivos, quien tiene 56 años de edad, esta ha realizado un trabajo en su función de alcalde envidiable, posicionando la alcaldía como las mejores en gestión y transparencia, sin ruidos y con buena participación ciudadana, y cabe resaltar que actualmente también es la secretaria general del Partido, esto es un punto muy favorable a lo interno de los suyos, y sobre todo el impacto que produce cargar con el peso de ser hija de un expresidente y que controlan gran parte de los puestos claves del gobierno.

David Collado, actual Ministro de Turismo, quien tiene 49 años de edad, ha realizado una labor admirable al frente de la institución que conduce, dando números magistrales de turistas visitando el país, realizando obras de remozamiento, y haciendo mayor exposición de nuestra Nación en otros países y haciendo grandes alianzas a los fines de impulsar mucho más el turismo.

La carrera política dentro del Partido Revolucionario Moderno (PRM) está fijada por nosotros en estos 3 ejes principales, los demás, a nuestro entender realizarán en cierto punto alguna especie de bloque para endosar su apoyo a una de estas tres figuras anteriormente descritas.

Dentro del Partido Revolucionario Moderno (PRM), el panorama se encuentra dividido entre estos tres polos dominantes: Raquel Peña, Carolina Mejía y David Collado. Las encuestas actuales de simpatía ubican a Collado con una aceptación ciudadana que ronda entre 28 % y 32 %, debido a su perfil independiente y su sólida gestión en Turismo; a Carolina Mejía con cerca de 22 % a 25 %, beneficiada por su apellido político y la imagen institucional de transparencia; y a Raquel Peña con alrededor de 18 % a 20 %, sustentada en su continuidad gubernamental y perfil técnico. Sin embargo, todos reconocen que una alianza entre dos de estas figuras, por ejemplo, una fórmula Collado-Peña o Collado-Mejía o Mejía-Collado- podría asegurar al PRM la permanencia en el poder, proyectando entre 48 % y 52 % de intención de voto, según las proyecciones más favorables.

Sin embargo, para los demás partidos las proyecciones son distintas en virtud a que existen más posibilidades entre alianzas con otros partidos y amplia el marco de figuras dentro del ajedrez político tendentes a tener que ser vicepresidentes el uno del otro, en este caso intentaremos analizarlo de la siguiente manera:

PARTIDO DE LA LIBERACIÓN DOMINICANA (PLD)

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) atraviesa actualmente uno de los procesos más complejos de su historia política. Luego de haber sido la fuerza hegemónica durante más de 16 años en el poder, su estructura interna se ha visto debilitada por las divisiones, los escándalos judiciales y la fuga de cuadros estratégicos hacia la Fuerza del Pueblo, liderada por el expresidente Leonel Fernández. Aun así, el PLD conserva una infraestructura territorial sólida, especialmente en las provincias del Cibao, el Gran Santo Domingo y el Sur profundo, donde su maquinaria política mantiene presencia activa y disciplina partidaria.

En los últimos dos años, Abel Martínez, exalcalde de Santiago y excandidato presidencial, ha emergido como el rostro de renovación del PLD. Su perfil de gestor eficiente y su discurso de orden y autoridad lo proyectan como el principal activo político del partido. Sin embargo, el desgaste de la marca partidaria y la división de simpatías con la Fuerza del Pueblo limitan su crecimiento más allá del 20 % del electorado, según las encuestas recientes.

Gonzalo Castillo
quien fuese el candidato excandidato presidencial en el 2020 por el PLD se ve como un posible candidato a relucir para los venideros comicios, como quedó en un buen 37.46% de los votos obtenidos en esas elecciones generales, y este con una buena gestión como lo fue durante su estadía como Ministro de Obras Publicas y Comunicaciones lo hacen ver como un buen gerente.

En cambio, Francisco Javier García, quien ocupó una gran cantidad de cargos diversos durante los 16 años de gestión del peledeísmo, y fuese el jefe de campaña, tanto de Leonel Fernández como de Danilo Medina, se presenta como el conocedor del intríngulis del peledeísmo y su imagen es muy natural y popularmente conocido dentro de su partido, además maneja muy bien el tema del habla.

En este contexto, una alianza entre el PLD y la Fuerza del Pueblo se presenta como un escenario cada vez más discutido en los círculos políticos. Si bien ambos partidos nacieron de una ruptura dolorosa, la aritmética electoral evidencia que solo la unión de esas dos fuerzas históricas del peledeísmo podría competir de tú a tú con el partido oficialista.

A continuación, presento los escenarios que más considero se pueden dar para los próximos comicios del 2028:

1. Leonel Fernández – Abel Martínez: la alianza del pragmatismo

Una fórmula encabezada por Leonel Fernández y acompañada por Abel Martínez representaría la síntesis del liderazgo histórico y la proyección generacional. Fernández aportaría experiencia, discurso internacional y una base electoral estable de alrededor del 25 %, mientras que Abel sumaría la estructura territorial del PLD, el voto del Cibao y la imagen de renovación, con un aporte estimado de 15 % a 18 %.

Unidos, podrían alcanzar un potencial electoral del 40 % al 43 %, posicionándose como una amenaza real para el oficialismo, especialmente si logran conectar con el electorado indeciso que anhela equilibrio y experiencia.

2. Leonel Fernández – Gonzalo Castillo: la reconciliación estratégica

La posibilidad de una fórmula Leonel-Gonzalo sería vista como un gesto de reconciliación simbólica dentro del peledeísmo tradicional. Gonzalo Castillo, aunque desgastado tras su fallida candidatura de 2020, conserva vínculos empresariales y cierta lealtad partidaria en sectores medios del PLD.

Esta alianza sería más estructural que emocional, con la intención de reagrupar el poder corporativo y logístico del viejo PLD bajo la figura de Leonel Fernández.

En términos numéricos, la fórmula podría alcanzar un 30 % a 35 % de simpatía nacional, dependiendo del contexto económico y del desgaste del gobierno de turno.

3. Leonel Fernández – Francisco Javier García: la fórmula del consenso interno

Francisco Javier García, exministro de Turismo y estratega electoral, representa el puente natural entre ambas estructuras. Su trayectoria dentro del PLD y su cercanía con sectores empresariales lo convierten en una opción de equilibrio, capaz de ofrecer estabilidad y coordinación política.

Una dupla Leonel–Francisco Javier sería silenciosamente poderosa, rondaría entre 33 % y 38 %, con una ventaja comparativa en la gestión de campañas, pero carecería del componente emocional y movilizador que un candidato más carismático podría aportar Su potencial.

FUERZA DEL PUEBLO

Partido fundado por Leonel Fernández al salir del Partido de la Liberación Dominicana, tiene situaciones muy claras respecto a su candidato presidencial, líder y guía, pero nosotros presentamos algunas situaciones que podemos ver en materia de presentación de un experimento que coaccione la experiencia con la innovación de lo moderno, y es que nos referimos al grado de simpatía que posee el joven político Omar Fernández, hijo del presidente del partido y actual senador por el Distrito Nacional.

Leonel Fernández es una figura central de la política dominicana: abogado, académico, ex-presidente de la República Dominicana en tres ocasiones. Su trayectoria le brinda un alto nivel de reconocimiento nacional, experiencia institucional y conexión internacional, pero también arrastra un historial de desgaste político, asociaciones de poder acumulado y críticas que afectan su imagen pública.

Aunque cabe destacar que, una encuesta de la firma ACD Media en abril de 2025 registra que un 29.3 % del electorado dijo que “nunca votaría”
por Leonel Fernández en unas elecciones presidenciales.

Pero por el otro lado tenemos a Omar Fernández Domínguez, abogado y político dominicano, que ha ascendido rápidamente dentro del ámbito partidario de FP, Un análisis publicado en febrero de 2025 indica que Omar Fernández superaba en simpatía a su padre Leonel, “casi por dos”, aunque puntualizando que simpatía no equivale directamente a intención de voto. Sin embargo, los viajes robles de su propio partido son los que están negados a elegirlo como tal como candidato presidencial, por tal razón, figuremos si se diera en caso hipotético la dupla de una presidente y otro vicepresidente:

Leonel Fernández – Omar Fernández: el experimento generacional

La posibilidad más llamativa, también sería la más remota y audaz, desde el punto de vista legal y constitucional, no existiría impedimento, pero políticamente generaría debate ético y simbólico.

Omar Fernández es hoy una de las figuras más populares entre los jóvenes, con índices de simpatía cercanos al 38 % en el segmento de votantes menores de 35 años. Su liderazgo fresco, su discurso moderado y su imagen limpia contrastan con el peso histórico de su padre.

Una fórmula de esta naturaleza sería percibida como una jugada de sucesión dinástica y continuidad familiar, pero al mismo tiempo podría ser interpretada como un ensayo de transición generacional controlada.

En términos numéricos, esta dupla podría proyectar entre 35 % y 40 %, dependiendo del posicionamiento que adopte frente al oficialismo. Sin embargo, la clave de su éxito radicaría en presentar un mensaje de renovación responsable, no de perpetuidad política.

Para concluir, la historia política dominicana está llamada a evolucionar hacia una nueva era de madurez democrática y responsabilidad compartida. Llegará el momento en que un líder comprenda que aceptar la vicepresidencia no es un retroceso, sino un acto de grandeza nacional, un ejercicio de humildad política al servicio del país. En un tiempo donde el ego y la vanidad muchas veces sustituyen la prudencia, dar un paso al costado para sumar a un proyecto mayor es la expresión más alta del patriotismo.

Porque gobernar no es imponerse, sino servir. Y cuando un aspirante comprende que su rol en la historia puede ser de sostén, de equilibrio y de unidad, entonces ha alcanzado la verdadera dimensión del liderazgo político: la de anteponer la República a los intereses personales.

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