El Blog del Tiempo
17 de octubre de 1979 – El día en que el silencio ganó un premio
Por LuFer
I. El suceso
En Oslo, los aplausos resonaron como campanas nuevas.
Una mujer diminuta, vestida con un sari blanco y bordes azules, subió al escenario con paso leve.
Madre Teresa de Calcuta recibió el Premio Nobel de la Paz por su labor con los pobres, los enfermos y los moribundos.
Mientras el mundo la observaba, ella apenas levantó la mirada, como si el reconocimiento le pesara más que su propia cruz.
II. La reflexión del hombre
Dicen que el silencio habló aquel día. Pero el mundo no escuchó.
Premió la humildad para sentirse limpio, como quien deja una flor sobre una tumba sin saber el nombre del muerto.
Madre Teresa no fue un símbolo de triunfo, sino un espejo que nos recordó lo que no queríamos ver:
que la miseria no necesita premios, sino presencia;
que la compasión no se mide en medallas, sino en minutos entregados sin testigos;
que la bondad, cuando se institucionaliza, se convierte en espectáculo.
Quizá el verdadero milagro no fue su caridad, sino su resistencia: servir sin convertir el servicio en una empresa moral.
El mundo la usó como excusa para seguir aplaudiéndose, mientras los olvidados seguían esperando la paz que nunca llegó con el premio.
III. El Tiempo habla
“Yo la vi,” murmura el Tiempo.
“Vi a una mujer levantar un trozo de tela más pesado que todos los discursos del siglo.
No era una santa, ni una sombra.
Era solo una forma de recordarles que aún me deben algo: atención.”
“Desde entonces,” continúa,
“los hombres reparten homenajes para no repartir pan,
y construyen monumentos al silencio solo para no oírse.”
IV. Cierre
La multitud aplaudió.
Ella inclinó la cabeza.
Y el Tiempo —que siempre escucha lo que nadie oye— comprendió que los premios, como los relojes, solo miden apariencias.
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