La jornada estuvo más difícil que de costumbre y él esperaba paciente en la terraza de un edificio. Estaba cansado, conseguir el sustento se había convertido en una labor agotadora y frustrante. Cuando sintió el impulso que necesitaba, se lanzó al vacío. Mientras se acercaba en caída libre hacia los jardines de adelfas y bromelias, recordó a su pareja y a sus hijos que lo esperaban en el hogar. Sintió que tenía una razón para luchar un día más. Entonces, a solo un par de metros del suelo, el pájaro mielero abrió sus alas y empezó a volar hacia su nido.
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