Dicen que toda moneda guarda un eco.
No el del metal, sino el del segundo que alguien sacrificó para obtenerla.
Vivimos cambiando horas por salario, promesas por estabilidad, sueños por miedo.
Y mientras creemos ganar, el tiempo va anotando cada movimiento en su contabilidad invisible.
Un día, sin aviso, la deuda se presenta: la moneda cae, y su sonido nos delata.
De esa idea nació El Eco de la Moneda, una obra que no habla de dinero, sino de la deuda que cada ser humano tiene con el tiempo.
Ambientada en un pueblo costero llamado Phuno, la historia sigue a dos hermanos de juramento: Elías y Damián.
Unidos alguna vez por la fe y la amistad, terminan enfrentados por lo que la vida convierte en moneda: el poder, la culpa y el silencio.
Elías, ingeniero racional, representa la conciencia que intenta entender el peso invisible de los actos.
Damián, que más tarde se oculta bajo el nombre Julián Ferreti, encarna la ambición, el hombre que cree poder comprar destino y redención.
A su alrededor giran Clara, Marco, Adriano y otros personajes que reflejan distintas formas de pagar con tiempo: el amor, la lealtad, la espera, la herencia moral.
La moneda —símbolo de esa deuda— pasa de mano en mano, como un espejo que devuelve a cada quien su verdad.
No hay culpables inocentes, ni redenciones completas.
Solo el eco constante de aquello que alguna vez creímos poseer y en realidad nos poseía.
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El eco del tiempo
El Eco de la Moneda es un drama filosófico envuelto en prosa poética.
Su voz, lenta y reflexiva, convierte cada escena en una sentencia.
No hay giros rápidos ni héroes absolutos; hay tiempo, culpa y memoria.
El reloj no marca horas: dicta juicios.
Y su veredicto es el mismo para todos: lo que no se valora, se pierde.
Elías y Damián no luchan entre sí, sino contra el reloj que los observa.
El uno busca perdón, el otro cree poder comprarlo.
Pero el tiempo, juez implacable, no acepta sobornos.
Solo recuerda.
Y cada vez que una moneda cae, ese recuerdo resuena en la conciencia de quienes aún respiran.
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El mensaje
“No hay monedas inocentes.
Cada una lleva el rostro de quien la lanzó y el eco de quien la oyó caer.”
El Eco de la Moneda nos recuerda que el tiempo no es una línea, sino un círculo: lo que lanzamos siempre vuelve.
El sonido metálico que atraviesa sus páginas —ese ploc seco, constante, ineludible— es el eco del segundo perdido, el reflejo de nuestras propias transacciones invisibles.
Más que una historia, el libro es una confesión del tiempo.
Una invitación a detenerse, a mirar el reloj y entender que cada minuto gastado es una moneda lanzada al vacío.
Y que tarde o temprano, ese eco volverá a buscarnos.
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Por LuFer
Autor de El Eco de la Moneda — una obra sobre el tiempo, la culpa y el precio de existir.
Disponible en Amazon. El Eco de la Moneda
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