La Cartera Infinita 33

La Cartera Infinita 33

Mateo Arriz

07/09/2025

Capítulo 33: El sueño de los hospitales inmortales

La noche estaba en calma dentro de la mansión. Las luces de la ciudad brillaban a lo lejos, y Kaito, en su despacho, revisaba documentos de Harmonia Records. El reloj marcaba la medianoche cuando, de pronto, una ventana azul translúcida apareció ante sus ojos.

[Misión del Sistema]
Objetivo: Gastar 800 billones en crear hospitales que salven vidas.
Recompensa: 20 habilidades rango divino en medicina y cirugía.

Los ojos de Kaito se abrieron ligeramente.

—¿Hospitales? —susurró, inclinándose hacia atrás en su silla.

El sistema permaneció silencioso, solo mostrando las recompensas detalladas. A medida que leía cada habilidad, Kaito comprendía la magnitud del poder que estaba a punto de recibir.

Cirugía de emergencia. Diagnóstico instantáneo. Manos de precisión. Memoria quirúrgica. Especialista en traumas. Control de sangrado. Recuperación ósea. Reconstrucción avanzada. Tácticas anestésicas. Resistencia quirúrgica. Botánica médica. Primeros auxilios extremos. Cuidado infeccioso. Desintoxicación. Rescate respiratorio. Estabilización de pacientes. Medicina de combate. Diagnóstico por pulso. Rehabilitación. Inmunología práctica.

Era como si el sistema le estuviese entregando no solo habilidades para salvar personas… sino un arsenal divino contra la muerte misma.

Kaito cerró los ojos un momento, procesando todo. Había dominado empresas, derrotado asesinos y conquistado el mundo del entretenimiento, pero esta misión era distinta.

—Esto ya no es solo poder o dinero… esto es un legado. —murmuró para sí mismo—. Si lo hago, nadie podrá decir que Kaito Takahashi no cambió el mundo.

Unos pasos suaves interrumpieron sus pensamientos. Era Haruka, su hermana, quien apareció con una manta en brazos.

—Hermano, sigues despierto… —dijo con una voz adormilada—. Mamá dice que trabajas demasiado.

Kaito sonrió, ocultando la pantalla azul con un parpadeo.

—Solo estaba revisando unas cosas, nada importante.

Ella se acercó, cubriéndolo con la manta como solía hacer cuando eran niños.

—Descansa un poco, ¿sí? No quiero que te enfermes.

—Está bien, lo haré. —respondió él con suavidad, sin mencionar la misión. No podía contarles nada. Para ellos, solo sería un proyecto más, otra “idea millonaria” de su brillante hermano mayor.

Cuando Haruka salió de la oficina, Kaito apretó el puño con fuerza.

—Lo haré por ustedes, pero nunca sabrán la verdad detrás de esto.

A la mañana siguiente, el comedor estaba lleno de la calidez familiar. Su padre hojeaba un periódico, su madre servía el desayuno y Haruka bostezaba mientras mordía una tostada.

De pronto, Kaito habló con firmeza:

—He estado pensando en un nuevo proyecto. Quiero invertir en hospitales.

Su madre levantó la mirada, sorprendida.

—¿Hospitales? ¿De verdad?

—Sí. —Kaito asintió—. Lugares modernos, con tecnología de punta. Pero no solo en la ciudad… también en zonas donde nadie se preocupa por los pobres. Quiero que puedan atender a todos, sin importar su condición.

Su padre dejó el periódico sobre la mesa.

—Eso suena… increíble. Pero hijo, ¿no será demasiado arriesgado?

Kaito sonrió con calma.

—No lo es. Si hay algo que vale la pena, es salvar vidas.

Haruka lo miró con ojos brillantes.

—¡Eso es genial, hermano! Imagínate, miles de personas agradeciéndote… ¡serías como un héroe!

Kaito se limitó a asentir, escondiendo lo que realmente estaba en juego: la misión del sistema y las habilidades divinas que vendrían como recompensa

Ese mismo día, comenzó a moverse. Con la influencia que ya tenía gracias a Harmonia Records y sus conexiones empresariales, las puertas se abrían con facilidad.

Planos de construcción.
Contratos con arquitectos de renombre.
Tecnología médica importada desde los países más avanzados.
Alianzas con universidades para formar médicos jóvenes.

El dinero empezó a fluir como un río desbordado. No eran simples hospitales: eran fortalezas de vida, centros que podrían resistir terremotos, pandemias y guerras.

Las cinco asesinas, siempre en las sombras, observaban incrédulas cómo Kaito hablaba con gobernadores, con alcaldes, con científicos. Ya no era solo un empresario, sino un visionario que estaba moldeando el futuro de la humanidad.

—Nuestro líder… —murmuró una de ellas desde un balcón—. No solo domina el mundo de la música o las batallas… ahora quiere salvar a todos.

—Quizás… por eso nadie puede derrotarlo. —respondió otra, con un dejo de admiración en la voz.

De noche, en su oficina, el sistema volvía a recordarle los números:

[Progreso de la misión: 114/800 billones gastados.]

Kaito exhaló lentamente, sabiendo que apenas estaba en el comienzo. Pero lo que sentía no era miedo ni presión… era una fuerza nueva, una motivación que lo superaba.

—Si gasto esta cantidad… no solo cambiaré mi vida o la de mi familia. Cambiaré el mundo entero.

Y mientras el reloj avanzaba, él se sumergía aún más en esa visión imposible, decidido a lograrla cueste lo que cueste.

Etiquetas: sistema

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