La Cartera Infinita 28

La Cartera Infinita 28

Mateo Arriz

07/09/2025

Capítulo 28: La Sombra de la Jefa

El eco de la batalla aún resonaba en la memoria de las cinco asesinas. El enfrentamiento contra Kaito había sido brutal, una danza mortal de habilidades y poder que ninguna de ellas esperaba encontrar en un simple joven dueño de una compañía musical. Habían caído derrotadas, no por debilidad, sino porque él había demostrado un dominio absoluto de las artes marciales y las armas de fuego, todo realzado por ese misterioso aire divino que impregnaba sus movimientos.

Golpeadas, con sus cuerpos marcados por heridas internas y externas, las asesinas regresaron a la guarida de su organización. Una base oculta en las montañas, construida bajo tierra, donde los pasillos estaban iluminados por una luz roja tenue y el silencio solo era roto por las gotas de agua que caían de los techos de piedra. Allí, temerosas y a la vez aliviadas de haber sobrevivido, buscaron la presencia de su jefa.

La mujer que lideraba esa organización no era una persona común. Conocida como Kurohime, la Reina de la Oscuridad, había construido un imperio de sombras a través de asesinatos, sabotajes y conspiraciones que afectaban a poderosos de todo el mundo. Su reputación era tan grande que incluso presidentes y magnates preferían pagarle antes que enfrentarla.

Las cinco asesinas, aún tambaleándose, se arrodillaron frente a ella.

—Jefa… hemos fracasado —dijo la primera, su voz temblando.
—Ese hombre… Kaito no es alguien ordinario —añadió otra, apretando los dientes.
—Sus habilidades superan cualquier cosa que hayamos enfrentado… incluso parecía luchar como si hubiera tocado el nivel de un dios.

Kurohime escuchó en silencio. Sentada en un trono de ébano, con un largo vestido negro que resaltaba la palidez de su piel y unos ojos carmesí que parecían atravesar el alma de cualquiera que osara mirarla directamente. Su presencia emanaba peligro, pero también una elegancia indomable.

Se levantó lentamente, dejando que el eco de sus tacones resonara por toda la sala.

—¿Me están diciendo… —su voz era suave, pero cargada de un filo mortal— que cinco de mis mejores asesinas, entrenadas desde la infancia en el arte de matar, fueron derrotadas por un simple muchacho que dirige una discográfica?

Las cinco bajaron aún más la cabeza, incapaces de sostenerle la mirada.

—No… no es un simple muchacho —se atrevió a decir la más joven del grupo—. Él… es diferente. El poder que usa… es como si hubiera tocado lo divino.

Kurohime guardó silencio unos segundos. Luego, para sorpresa de todas, comenzó a reírse. Una risa baja, fría, que hizo que la temperatura del lugar descendiera.

—Interesante… muy interesante. Hace mucho tiempo que nadie me llama la atención de esta forma.

Dio unos pasos hacia las asesinas y, en lugar de castigarlas, puso una mano sobre los hombros de la líder del escuadrón.

—No las culpo. Si realmente enfrentaron algo así y lograron regresar con vida, entonces su fracaso es una victoria en sí misma.

Las cinco levantaron la vista, sorprendidas.

—Pero ahora… —sus labios se curvaron en una sonrisa peligrosa— yo misma iré a completar la misión.

Un silencio helado se extendió en la sala. Las cinco asesinas sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas. Que su jefa decidiera actuar personalmente significaba que reconocía a Kaito como una amenaza real.

—¡Jefa! —exclamó una de ellas—. ¿Usted misma… descenderá al campo de batalla?

—Así es. Pero no lo haré sola. Ustedes cinco se recuperarán, sanarán sus heridas, y cuando estén listas, atacaremos juntas. Quiero que vean con sus propios ojos cómo se aplasta a un enemigo que desafía nuestro mundo de sombras.

Levantó la mano, y al instante varias médicas especializadas entraron para atender a las asesinas. Vendajes, medicinas y tratamientos secretos fueron aplicados mientras sus cuerpos temblaban no solo por el dolor, sino también por la emoción.

Porque, en el fondo, algo había cambiado en ellas. Recordaban la mirada de Kaito, su forma de luchar, esa energía que parecía tocar no solo sus cuerpos sino sus almas. Y aunque habían sido derrotadas, sentían un extraño deseo: enfrentarlo otra vez. No solo como enemigas, sino también como mujeres atraídas por su fuerza.

—¡Sí, jefa! —dijeron al unísono, con renovado fervor.

Mientras tanto, en otro lugar, Kaito se encontraba en el jardín trasero de su mansión, contemplando el cielo estrellado. Había derrotado a las asesinas, pero sabía que aquello solo era el comienzo. Y justo en ese momento, la voz del sistema resonó en su mente.

¡Alerta del sistema!
Se acerca una nueva amenaza.
Las cinco asesinas que enfrentaste han regresado con su jefa, la líder de la organización. Pronto volverán a buscar tu vida.
Tu familia no corre peligro: ellos tienen la protección divina del sistema.
Nueva misión: Derrota nuevamente a las cinco asesinas y a su jefa sin matarlas.
Recompensa: Medicina China Rango Divino.

Kaito frunció el ceño, apretando el puño.

—Así que no fue suficiente… volverán, y esta vez con su jefa.

Se levantó, con una calma que ocultaba el fuego que ardía dentro de él.

—Muy bien. Si quieren venir, que vengan. No las mataré… pero me aseguraré de que entiendan que este mundo ya no es el mismo.

La notificación del sistema desapareció, pero el eco de sus palabras permaneció grabado en su corazón. La batalla que se avecinaba sería mucho más peligrosa que la anterior, pero también más reveladora.

Y mientras las cinco asesinas se curaban, emocionadas por la idea de volver a enfrentarlo y aún más al saber que su jefa estaría a su lado, Kaito se preparaba en silencio. Sabía que, tarde o temprano, tendría que mostrarles no solo su fuerza, sino también su voluntad inquebrantable.

Porque esta vez, el destino lo llevaría a luchar contra seis mujeres que no solo representaban la muerte, sino también una prueba para su propio camino como el elegido del sistema.

Etiquetas: sistema

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